Grecia, el hijo pródigo de Europa

Grecia continúa siendo el problema más visible de las dificultades de consolidación y avance del proyecto europeo. El territorio que fue la cuna de la civilización occidental se muestra cada día más contrario a las normas básicas de disciplina fiscal y monetaria que requiere la supervivencia de la eurozona. A pesar de que su importancia cuantitativa, en términos de producción, es muy limitada (sólo un 2% del PIB europeo), el desenlace que se dé al problema griego sí tiene importancia cualitativa.

Una eventual o hipotética salida de Grecia del euro podría ser interpretada como un precedente con régimen de continuidad. Los especuladores y, en general, los mercados, podrían entender que países tan endeudados como Portugal, España o, incluso Italia, serían los próximos candidatos a salir del euro. Y mientras la Eurozona puede mantenerse sin Grecia, difícilmente lo haría sin España o Italia.

El gobierno heleno ya entró al euro haciendo trampas y maquillant las cuentas públicas para reducir las cifras de déficit y deuda públicos. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento establece un límite en el déficit del 3% y a la deuda pública del 60% del PIB. Si bien bastantes países han incomplert estos topes, Grecia es el que más. Entre 2000 y 2010, el país de Platón y de Callas presentó desequilibrios presupuestarios anuales superiores al 7% y endeudamientos mucho por encima del 100% del PIB (actualmente está en el 180%).

Por cierto, que esta operación de ingeniería financiera contó con la inestimable asesoría de Goldman Sachs cuando Mario Draghi era el vicepresidente. Unos años después, el inefable banquero italiano, ahora presidente del Banco Central Europeo, tiene el papel institucional de recordar a los griegos que no cumplen con los criterios que él mismo ayudó a aprobar. Se quiere una muestra más clara de cinismo e hipocresía?

En el último tira y afloja, el gobierno de Tsipras ha decidido seguir los pasos de Zambia y agrupar los pagos mensuales por la deuda soberana, por importe de 1.600 millones de euros, y liquidarlos el 30 de junio. Técnicamente es una moratoria y no un impago, a pesar de que el país heleno, desde su independencia en 1822, se ha declarado en fallada un total de seis veces y, durante más de 90 años de su historia moderna, ha sido negociando la reducción de la deuda y de los intereses.

Por lo tanto, la situación actual no es ninguna novedad. Grecia tiene que reducir su adicción crónica al crédito. No puede vivir indefinidamente del endeudamiento público, que sólo sirve para enriquecer la casta dominante, sea de la ultraesquerra de Syriza, de la izquierda de Papandreou o de la derecha de Samaràs. No puede apelar continuamente a la financiación ajena para satisfacer las necesidades propias y alimentar un Estado disfuncional y corrupto. No puede permitir que la irresponsabilidad y el parasitismo de la clase política haga metástasis en el conjunto de la sociedad.

Grecia tiene que hacerse responsable de sus actos y dejar de dar las culpas a los otros. Grecia tiene que dejar de ser el hijo pródigo de Europa. Es obvio que un saneamiento fiscal implica la reducción del déficit público. Y esto pasa para reducir gasto improductivo y aumentar la recaudación impositiva. Es que quizás no es responsabilidad de la Sido procurar su financiación adecuada y luchar contra el fraude fiscal, tan generalizado en Grecia? La imagen de víctima propiciatòria y de sufrimiento social que transmite Alexis Tsipras de su país convive con generosas prejubilacions, legiones de funcionarios con sueldos de 70.000 euros anuales o salarios mínimos superiores a los de España, a pesar de que la productividad sea nula. El derroche de recursos ajenos no puede durar eternamente.

Con una demanda interna deprimida, qué sector puede impulsar la economía? Sólo el sector exportador. Y aquí Grecia vuelve a ser incapaz de presentar superávits exteriores sostenidos. Las importaciones griegas superan sistemáticamente las exportaciones. El único sector capaz de generar una entrada de divisas es el turismo. Pero esto no es suficiente para compensar las numerosas importaciones necesarias (petróleo, gas, alimentos, maquinaria y bienes de equipo…).

Los programas de austeridad y reducción del gasto público se han aplicado en otros países con resultados notables. Irlanda es un caso exitós; España sorprende ahora por su crecimiento, ni que sea estadístico; e incluso los programas de austeridad en Portugal han conseguido un éxito relativo al ir acompañados de superávits exteriores considerables. En cambio, Grecia se muestra incapaz de salir de la zona roja, instalada cómo está en déficits permanentes, tanto fiscales como exteriores.

El verdadero problema griego no es la austeridad, sino la incapacidad de impulsar las exportaciones, a pesar de que los costes laborales hayan disminuido. Podemos pensar en alguna empresa griega de alcance internacional? Jumbo, Alpha Bank o Folli Follie son los resultados de la investigación a Google… El país que se puede comparar con Grecia es Argentina. Los dos tienen un sector exportador reducido y poco competitivo. Y los dos tienen una estructura exportadora basada en commodities, poco sensibles a cambios en los costes laborales o a reformas estructurales. Argentina quebró el 2002, suspendiendo sus pagos. Grecia puede hacer el mismo en cualquier momento. Sin la financiación de emergencia que recibe del banco emisor, las opciones de Grecia son el default, el corralito o la salida del euro.
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