La edad es un grado

Ahora hace más de 6 años que me dedico a la gente mayor. A Fiatc Residencias nos referimos a ellos como grandes personas y no como personas grandes, puesto que la edad se los da un valor que no tiene la gente más joven. En nuestra sociedad se valora la belleza y la juventud pero en otras sociedades, como el oriental, se valora la vejez y la experiencia de la vida que no se puede aprender en una escuela de negocios, que se tiene que vivir.

Ahora hace unos días leía en un artículo de opinión de una persona referente en la materia que decía que "aquí los mejores profesores de Harvard los habrían jubilado" y me hacía reflexionar sobre el papel de la gente mayor en nuestra sociedad, sobre todo cuando se aproxima el momento de la jubilación y se los arrincona o se los ofrecen soluciones para marchar de las empresas, inclús antes de tiempo, para dar a los jóvenes sin reflexionar sobre la riqueza que puede aportar a la empresa la colaboración de jóvenes y seniors trabajando conjuntamente. Unos aportan la frescura, ganas de aprender, nuevas ideas y facilidad de adaptación a nuevas tecnologías y adelantos en general; los otros aportan la serenidad, bagaje de muchos años, experiencia y seguridad en la toma de decisiones por conocimiento y trayectoria. La suma de los dos perfiles puede ser la clave del éxito, no sólo de los entornos empresariales sino de la sociedad en general. Vivimos un momento donde casi todo es de uso inmediato y de desuso posterior, pero la gente, nuestras personas grandes, no son de desuso ni podemos permitir que sean apartadas por edad.

La jubilación no se tendría que ver como un estigma sino como un momento de madurez para poder contribuir a la generación de conocimiento desde la experiencia.

"La gente, nuestras personas grandes, no son de desuso ni podemos permitir que sean apartadas por edad"

El otro día, conversando con uno de los directivos de una institución importante en Sant Cugat sobre el regreso social de las empresas y su compromiso con sus equipos y con la sociedad en general, me sorprendió muy favorablemente ver que las principales fuentes de inversión empiezan a pedir no sólo el ROI para valorar las posibles inversiones sino la SROI para valorar el regreso no sólo económico, sino social, de las posibles inversiones. Me pareció sumamente interesante y esperanzador el cambio de tendencia que se está produciendo. Hasta ahora la RSC tenía un cierto peso en las empresas y en la imagen que los públicos afines podían tener de estas, pero ahora se empieza a valorar como una condición si ne qua non para dialogar y llegar a acuerdos con ellas.

El rendimiento económico de las empresas, inevitable para prosperar y ser sostenibles en el tiempo, se ve compensado por otros factores como conseguir ser un lugar agradable para trabajar Great place tono work o tener integrados en la filosofía de las empresas políticas de RSC destinadas a mejorar la sociedad Better for the world. Estos aspectos son activos que se empiezan a tener muy presentes a la hora de hacerse una imagen, decidir invertir o colaborar con una empresa.

Este punto nos trae de nuevo al apoyo que puede recibir por parte de su entorno profesional cualquier trabajador del equipo y que el fidelitzarà hasta hacerlo sentir incondicional de la entidad donde trabaja. Yo siempre he pensado que el mejor embajador de la empresa es el trabajador y los colaboradores indirectos o stakeholders. Si una persona cree en el que hace y lo porque lo hace, está convencido de su rol a la empresa, tiene claro los objetivos del rendimiento de su tarea y se siendo orgulloso de la entidad a la cual representa, no tendrá nunca excusas y tendrá un recorrido mucho más efectivo y amable con un impacto mucho más positivo, la suma de los cuales se verá muy probablemente reflejado en la cuenta de resultados.

Todo esto implica dar un buen apoyo en el proceso de adaptación a la empresa y en el proceso de abandono de la empresa, crear grupos intergeneracionales entre los trabajadores para enriquecer los equipos, permitir disponer de flexibilidad horaria, políticas de no discriminación por razón de edad o sexo y la posibilidad de trabajar desde casa, entre otras.

En definitiva, pienso que todavía tenemos que ser todos mucho más conscientes que el mundo reclama compromiso social y ahora se exige a las empresas con sus colaboradores directos y con la sociedad en general. Parte de esta sociedad, en los próximos años, será una sociedad mucho más envejecida pero no por eso útil y con la capacidad de ofrecer la experiencia de toda una vida profesional y, no tenemos que olvidar nunca, la experiencia es un grado.

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