Los 10 dilemas inevitables del emprendedor

Se lo dibuja dentro de garajes tronats pensante ideas geniales, con camisetas de algodón y zapatos deportivos... y con grandes éxitos.

Pero el mundo del emprendedor no es el mundo de Yupi ni el de Alícia. No. Es un mundo con más prosa que poesía. Con más esfuerzo escondido y gris que lucimiento mediático. Esto lo sabe cualquier que esté haciendo de emprendedor, que no puede –podemos- evitar sonreír levemente cada vez que alguien proyecta los estereotipos de aventureros, pioneros o sonados.

En realidad, pagamos las consecuencias de toda una retórica irreal que entre todos hemos alimentado, excesivamente centrada en el optimismo respecto a las mismas capacidades. Todos queremos nuestros Steve Jobs, los casos de éxito, la noticia bombea, el inventor disruptiu, la biografía que pueda inspirar alumnas de escuela de negocio. Y la culpa no la tienen los emprendedores, por más que algunos medios ahora quieran hacer astillas de árboles que dan por caídos (veáis el artículo a hojaderouter.com "Desmontando en Pau Garcia-Milà" y la excelente réplica del aludido a su blog, un emprendedor de pies a cabeza).

Aquello que podría distinguir el emprendedor, en realidad, no tienen que ser los eslóganes importados de Silicon Valley ni las muchas lecturas de gurús de pedigree diverso. Emprender quiere decir, precisamente, esto: empezar algo, abrir camino allá donde no había, con todas las posibilidades y con todos los riesgos que comporta salirse de las vías ya pisadas una y mil veces. Y con riesgo de fracasar, está claro.

Ser emprendedor tiene que ver con tener ideas, pero también con tomar decisiones correctas en los tiempos adecuados. Y estas decisiones son verdaderas dilemas, es decir, decisiones difíciles donde ninguno de las posibilidades es completamente satisfactoria. Tiene que ver con la gestión de la precariedad, con la asunción de costes de oportunidad y con la optimización de recursos. Todo ello bastante prosaic, con más renuncias y sacrificios que nubes de azúcar y arcos iris.

Hay tantas maneras de ser emprendedor como emprendedores. No creo en las recetas del éxito de uso general. Creo que, en cambio, sí que hay algunas cosas que seguro que no traen a buen puerto: respuestas erróneas a dilemas inevitables. Algunos de los dilemas que, por experiencia propia, han resultado inevitables y cruciales, son estos 10.

Dilema 1: socios capitalistas o socios trabajadores?
Antes de escoger socios, piensa qué de estas tres cosas aporta al proyecto: Tiempo, Ideas o Dinero. Una? Dos? Las tres? Si es posible, no mezcles alegremente socios capitalistas (dinero) con socios trabajadores (tiempos). Asegura antes de que sean compatibles las expectativas económicas de los primeros con las expectativas laborales de los segundos.

Dilema 2: una empresa para estarse o para venderla?
Debate con el resto de socios el medio y largo plazo. Queremos establecer nuestra empresa, o una empresa que bien pronto deje de serlo, de nuestra? De aquí se derivan muchas consecuencias sobre la estrategia de crecimiento y de busca de recursos.

Dilema 3: ideas geniales o ejecuciones precisas?
Definitivamente, una ejecución brillante puede hacer eficaz una idea normaleta. En cambio, una gran idea no garantiza, por sí misma, un éxito de mercado. No hagas mucho caso de las explicaciones que remiten a agentes anónimos o teorías redondas sobre por qué una idea cuaja o no cuaja. En la ejecución propia –o en la ejecución que hace la competencia, quizás más brillante- están buena parte de las respuestas.

Dilema 4: un business plan exhaustivo o una hoja de ruta?
Los planes de negocio son una herramienta útil, pero no te pueden hacer perder la capacidad de observar las oportunidades que van abriéndose a medida que un fa camino, y que eran indetectables al inicio. Persistencia con la finalidad, flexibilidad en el camino para llegar.

Dilema 5: gurús de academia o gatos viejos del sector?
Déjate aconsejar, pero valora el consejo en función de aquello que la persona haya hecho en el campo sobre el cual te habla. Fíjate en la práctica. El teórico explica de forma comprensible, pero a veces es poco aplicable. El práctico explica con el ejemplo, y esto es doblemente aplicable. Y si es teórico y práctico, aceite en una luz.

Dilema 6: grandes actitudes o grandes aptitudes?
No te rodees de gente peor que tú: busca personas que complementen tus propias carencias. Las actitudes son más difíciles de cambiar que las aptitudes. Vale más una actitud positiva al cambio que una aptitud extraordinaria unida a un carácter conflictivo.

Dilema 7: motivación o disciplina?
La motivación está al inicio del trabajo de innovación, pero toda su potencia no sirve para nada si no hay una disciplina que la canalice. Cómo decía Pirelli, la potencia sin control no sirve de nada. No subestimis la motivación que surge al final del trabajo, cuando voces los frutos de un trabajo disciplinado.

Dilema 8: relaciones o resultados?
Es crítico gestionar la tensión clásica entre las relaciones –con los proveedores, los trabajadores y los clientes- y los resultados que esperas obtener en estas relaciones. Una buena relación a corto plazo abre el camino a un resultado a largo plazo. Un buen resultado a corto plazo, en cambio, no necesariamente. Muy grande tiene que ser el resultado porque justifique la rotura de una relación. Acaba con todo el mundo todo lo bien que puedas, porque tarde o temprano te los puedes volver a encontrar.

Dilema 9: preguntas o respuestas?
Aunque la idea inicial de una empresa sea dar respuesta a una necesidad detectada en el mercado, no dejes de preguntar a los clientes. Muchos desajustos venden para no preguntarlos a menudo qué necesitan, y los servicios acaban siendo respuestas redondas pero inútiles a preguntas que nadie se ha hecho.

Dilema 10: alfombra o aspirador?
La gestión de la precariedad que supone todo empreniment no puede evitar los errores. Se pueden esconder bajo la alfombra o pasar el aspirador. No es bó sobredimensionar los errores, pero es peor no decirlos por su nombre. Los pequeños errores son poderosos. Un revés es a la empresa aquello que el sistema nervioso es al cuerpo humano: avisa de una molestia. Y permite, por lo tanto, poner remedio. Por otro lado, hay muchas cosas que ya se arreglan suelas con el tiempo, porque la experiencia es un grado.

Hay más dilemas, como por ejemplo: Qué es mejor, presentar el trabajo como servicio o bien ofrecer el servicio empaquetado como producto? Qué hay que buscar primero, los clientes recurrentes o los clientes excepcionales? Qué genera más barreras de entrada, orientarse hacia la escalabilitat o hacia la artesanía?... y cada emprendedor dirá los suyos.

Hay muchos caminos diferentes hacia el éxito, pero las desviaciones hacia el fracaso acostumbran a asemejarse fuerza.
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