¿Qué es el talento?

A menudo me preguntan qué es el talento. Rectifico, a menudo me preguntan: “¿Cómo saber cuál es mi talento?" Suelo responder aplicando el optimismo pragmático: “No lo sé. Haz algo y te responderé al ver el resultado”. Porque el talento se manifiesta con la acción y hasta entonces más que talento, es promesa de talento.

Aunque la cuestión sobre el origen y forma del talento no ha llenado tantos libros como la duda sobre el yo o sobre el amor, ha sido un tema troncal en los entornos empresariales desde hace cien años. Cuando la economía fordiana dio paso a la economía del conocimiento, de la colaboración y de la atención descubrir qué es el talento y cómo maximizarlo ha atraído toda la atención.

Pero no quiero desviarme ni evitar la pregunta. Tampoco hacer un compendio doctoral sobre las distintas formas de describir o conceptualizar el talento. Seguiré aplicando el optimismo pragmático para afirmar que una persona tiene múltiples talentos, o más bien, posee múltiples cualidades que se perciben como talentos valiosos cuando resuelven, de una forma que nadie más sabe, necesidades reales.

Las personas con talento lideran, transforman y contribuyen

Pondré un ejemplo. Imaginemos una persona que tiene aptitudes para hacer diez cosas. Nombraré de ellas sólo cuatro: cantar, resolver complejos puzles, leer a gran velocidad y organizar. Sabe cantar. Sus cuerdas vocales funcionan correctamente y le apasiona. Sin embargo el sonido que emite está lejos de ser afinado. Puntuaría bajo en una escala del uno al diez. También resuelve complejos puzles, una calificación de ocho. Lee a gran velocidad y lo disfruta. Lo considera su talento más destacado: entre nueve y diez. Ordena y organiza habilidosamente. Como le supone poco esfuerzo le parece algo ordinario. Como mucho le daría un seis o un siete. Ahora imaginemos que esa persona está en un contexto donde todos saben leer igual de rápido. Que los puzles son considerados un pasatiempo y muchos otros cantan armónicamente. Y sin embargo reina el desorden y el caos porque nadie posee la capacidad de organizar. En ese contexto, un talento poco destacado se podría convertir en el más apreciado y diferencial por ser el más escaso y de mayor aportación al grupo en el que está. ¿Cómo saberlo? Haciendo. No esperando a que alguien se lo pida o diciendo: “si me apreciáis y reconocéis mi talento, puedo ayudaros”. Tomar la iniciativa, liderar ese momento, mejorar el entorno con el cambio, contribuir es tener talento.

El debate podría derivar a cuestiones éticas, morales o filosóficas sobre si el talento de una persona está relacionado con su capacidad, su pasión o su contribución social. «Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?». Si una persona tiene una capacidad pero no la activa mediante la acción ¿tiene talento?

Si una persona tiene un talento que no aporta valor a nadie, ¿es verdadero talento?.

En mi opinión, las personas con talento lideran, transforman y contribuyen. Son personas optimistas que superan adversidades con la creencia de que un mejor futuro es posible. Son personas activas, que no esperan a que alguien les responda qué es el talento, sino que encuentran la respuesta haciendo. Talento es acción. Hechos son amores, y no buenas razones.

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