Y después de la crisis, qué?

El año 2009 escribía mi primer artículo en la revista del Vallès donde planteaba la misma pregunta, insistiendo sobre los importantes retos que la economía española y catalana tenía por delante y de la histórica oportunidad para empezar una nueva era, eliminar por siempre jamás los vicios que nos habían traído a esta crisis e implantar los cambios tan necesarios.

Seis años después, nada ha cambiado en la mentalidad de la mayoría de las empresas, de los diferentes gobiernos, de los sindicatos ni de los trabajadores que tienen que afrontar una situación económica peor. Las empresas que mucho antes de la crisis ya habían mejorado su competitividad, preparado su modelo de negocio para internacionalizarse, han capeado esta crisis hasta el punto de crecer en cifra de negocio y en beneficios.

Otras muchas empresas se han quedado atrapadas en un mercado nacional en caída libre. Algunas empresas han aguantado económicamente el descenso de los ingresos o se han beneficiado del cierre de sus competidores. Últimamente, las cifras macroeconómicas parecen indicar la recuperación y el tan añorado crecimiento.

Tenemos que ser optimistas? Son creíbles estas previsiones? La respuesta es no. Las bases y los vicios de la antigua economía siguen instalados en muchas empresas que, esperan recuperarse sin haber hecho los deberes tan importantes de formación y profesionalización del personal, de incremento de la productividad, de apostar por el valor añadido y de internacionalización que se habían propuesto.

Durante los últimos años, las empresas han optado para mejorar su competitividad aplicando drástica reducción de costes, y sobre todo de salarios en lugar de incrementar su productividad, enclaustrados en el viejo concepto que relaciona salarios y competitividad. Excusa de mal empresario.

La competitividad tiene que ver con la productividad, un tema aplazado año tras año, porque representa cambios estructurales a medio plazo por la mayoría de las empresas españolas y catalanas y porque es más fácil bajar salarios a invertir en productividad.

El otro punto clave es la formación del personal de las empresas. Muchos empresarios se quejan de la dificultad de encontrar personal calificado para cubrir lugares de trabajo, responsabilizando los organismos públicos y gobiernos de turno, que, si bien tienen un parto de culpa, incapaces de consensuar un proyecto educativo a largo plazo, no toda la culpa es suya. Si las empresas no pueden cubrir estos lugares, por qué no crean o invierten recursos en escuelas para formar estas personas que podrían ocupar estos lugares? Todavía me encuentro demasiadas empresas que forman su personal en función de las bonificaciones aplicables.

Otro aspecto que demuestra que no hemos aprendido nada de esta crisis es el modelo económico que parece destacar por encima de todos los otros: Servicios y construcción, volviendo a una economía con poco valor añadido, donde las empresas son demasiadas dependiente de la financiación externa y del endeudamiento para crecer. Es por eso que los empresarios son incapaces de acabar por siempre jamás con los plazos reales de pago que castiga su rentabilidad.

España es un país que no se estima a las pymes, ahogando cada día más las empresas con un marco legislativo expresamente complicado y enrevesado. Por un lado, las estrategias políticas están basadas en prometidas electoralistas y por el otro, los empresarios están centrados en el corto plazo, como para ser optimista sobre la solidez de una "recuperación" basada en factores externos. Se ha destruido un tejido industrial que ahora se quiere recuperar, como si fuera tan fácil y tan inmediato. Se ha castigado y criminalizado el empresario, olvidando que son los únicos capaces de crear puestos de trabajo, mientras poníamos demasiado recursos en los emprendedores, nuevos ídolos de la salvación de la economía sin darnos cuenta que el 95% de ellos no serán nunca empresarios, ni crearán ningún tejido industrial tan necesario en cualquier economía competitiva. Sin contar con un déficit público disparado y una tasa de paro mucho por encima de la media europea que son una losa difícil de traer.

La realidad es muy terca y no entiende de cifras macroeconómicas. Una recuperación económica consolidada es creíble cuando es el resultado del esfuerzo de las mejoras internas de productividad, de formación, etc. que se pueden controlar y sobre las que podemos actuar. La bajada del petróleo y del euro, los conflictos en países turísticos, competir en salarios bajos, y otros factores del mismo estilo que hemos visto estos últimos años, son elementos demasiado volátiles como pensar que la crisis es historia.

Es por eso que España sigue necesitando crecimiento alto de su PIB para poder crear puestos de trabajo como si fuera un país en vía de desarrollo. Y después de la crisis, qué? Nada, porque primero, tendríamos que salirnos de ella.
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