Una cadena de cambios

Los gimnasios grandes todavía no pueden abrir pero los entrenadores personales monetizan sus clases como nunca antes lo habían hecho

Una mujer hace deporte con su tablet | iStock Una mujer hace deporte con su tablet | iStock

Cada vez que escucho “nueva normalidad” se me eriza la piel. ¿Qué significa lo normal, lo corriente, lo habitual? Como humanos, ¿no deberíamos estar acostumbrados al cambio? Yuval Noah Harari dice en su Homo Deus que “la gente teme al cambio porque teme lo desconocido. Pero la única y mayor constante de la historia es que todo cambia”. Es innegable que la sacudida del coronavirus ha cambiado bruscamente cosas de nuestro día a día, y no pocas, pero dejemos ya de llamarlo a todo “nueva normalidad”, de repetir en bucle las fases, las medidas, las normas, las distancias… Es como un martillo pilón sin fin.

Todo es cambio, sí, y cuesta, sí. Pero necesitamos normalizar el cambio como una constante en nuestra vida.

Rubén Gadea sabe adaptarse. Es el fundador y alma de Sanus Vitae, una joven empresa valenciana que ayuda a las personas a estar sanas y activas a través del deporte y la nutrición. En los últimos años han crecido en equipo, clientes e incluso han abierto sede en Madrid. Y con la crisis sanitaria no solo no han dejado de crecer, sino que han ampliado su portfolio de servicios. Fueron rápidos y desde el primer día ofrecieron entrenamientos online gratuitos con el objetivo de fidelizar a sus clientes.

Instagram se convirtió en las primeras semanas en un gimnasio online y se podía elegir horario, entrenador y grupo muscular casi cada día. Algunas empresas y entrenadores personales hicieron sus directos y se quedaron ahí, pero otros como Rubén, supieron adaptarse rápidamente. “La primera noche de confinamiento ya hicimos una videoconferencia todos los entrenadores para trazar un plan. Mientras yo hacía los entrenamientos cada día en Instagram –donde ha llegado a tener más de 350 personas conectadas- el resto del equipo haría sesiones individuales y de grupo a través de streaming. En estas cinco semanas, hemos convertido a nuestros clientes en embajadores de nuestra marca, hemos ganado notoriedad porque ahora nos conocen muchas más personas y hemos conseguido 30 nuevos clientes”, asegura Rubén, orgulloso de lo logrado en este momento excepcional. Y no solo eso, sino que han puesto en marcha el servicio de streaming que antes no hacían y se están dado cuenta cómo gracias a ese movimiento rápido, van a mantenerse fuertes en un mercado del entrenamiento personal cada vez más competido.

Los grandes gimnasios se quedan, por ahora, fuera del mercado y es el momento de los espacios boutique, los que tienen entre 100 y 400 metros cuadrados. “Las grandes superficies tienen potentes grupos de inversión detrás y van a poder mantenerse cerrados el tiempo que haga falta, pero los gimnasios grandes de barrio, que no pueden funcionar con más de un 30% del aforo, no van a remontar. Además, llenar ese 30% no va a ser fácil porque la gente no quiere meterse en una sala donde se comparte sudor y material”, asegura Rubén Gadea que aventura que quienes no se hayan sabido adaptar al entorno online no lo van a conseguir.

Como no lo han conseguido algunos clientes habituales de Rubén que durante la cuarentena no han sido capaces de seguir con el plan de entrenamiento. Curiosamente, no han podido adaptarse al cambio. “Se han venido abajo, no han sido capaces de adaptar sus rutinas de entrenamiento al encierro y lo han dejado. Y por otro lado, hay personas que han descubierto el entrenamiento personal durante el confinamiento y han adquirido un nuevo hábito en sus vidas”.

Este descubrimiento ha disparado las ventas online de material para hacer deporte en casa, con productos que llevan agotados desde que empezó el confinamiento. Las bicicletas, cintas de correr, bancos de abdominales y las pesas se cotizan al alza en las plataformas online de segunda mano y mientras los gimnasios no saben si volverán a abrir sus puertas como antes, algunas hemos decidido montar nuestro propio gimnasio en casa y cancelar la cuota.

¡Esto también es economía! Los gimnasios grandes no pueden abrir, los pequeños se revalorizan, los entrenadores personales monetizan sus clases como nunca antes habían hecho, esa bici que no había manera de vender en Wallapop tiene una alta demanda, las personas entrenadas no son capaces de mantener sus rutinas de deporte, las que pasaban el día en el sofá, no perdonan ahora su entrenamiento diario y agotan productos deportivos en los ecommerce.

En cuestión de dos meses se ha producido una gran cadena de cambios que nos lleva a nuevos hábitos, nuevas formas de trabajar, de hacer las cosas, de relacionarnos, de consumir. En definitiva de vivir.

Y es lo que nos toca como seres humanos, adaptarlos al cambio.

 

 

 

 

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