Niña con ojeras de realidad virtual | iStock
Niña con ojeras de realidad virtual | iStock

El futuro será de los exploradores

Cómo dice Marcet, las empresas tendrían que dedicar tiempo a explorar y no solo a explotar

Desde hace un par de semanas, casi cada día llega un paquete a casa. Y no solamente a la mía. Mientras desayuno en la terraza, voy contando los repartidores que entran en mi urbanización. Tras preguntar en qué piso vive el receptor del paquete, explican por el telefonillo que van a dejarlo en el ascensor.

En un mes, la forma de hacer su trabajo ha cambiado radicalmente. Ahora siempre hay alguien en casa, las entregas son exprés y basadas en la confianza de los empleados de las empresas de mensajería. No firmamos nada, no hay justificantes ni lectores de códigos. Parece baladí, pero no lo es. El repartidor podría decir que no ha recogido ningún paquete y los clientes podríamos argumentar que no había nada en el ascensor. Sin embargo, y en mi experiencia propia, todos los envíos y recogidas se están haciendo con total normalidad. Quizás la confianza está infravalorada y la burocracia sobreestimada.

Este trasiego matutino de paquetes me recuerda ese valor de la espera que casi recuperamos durante las primeras semanas de confinamiento, cuando no teníamos claro si comprar online productos que no fueran de primera necesidad. Cada vez que suena el timbre, compruebo que ya no esperamos. Seguimos comprando en un click.

Las cifras que se han conocido de contrataciones de personal por parte de Amazon durante marzo dejan fuera de toda duda que el gigante del retail va a toda máquina sirviendo nuestros pedidos. La empresa de Bezzos anunció que contrataría 100.000 personas para este “estresante momento” y además, con una inversión total de 350 millones de dólares para incrementar el sueldo a los equipos durante la crisis. Un mes después, en abril, anuncia que se han ocupado esos 100.000 puestos y que busca otros 75.000 más y que seguirá invirtiendo en aumentos de sueldo hasta llegar a los 500 millones de dólares.  Como decía Ganyet en Twitter, es para pensar.

Amazon aparte, los datos más recientes de la situación del comercio electrónico en España eran buenos, con 12.000 millones de euros en volumen de negocio durante el segundo trimestre de 2019, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

En Flat101 saben mucho de ecommerce. Saben hacer buenos estudios y compartirlos, como los que analizan cada año la conversión en negocios digitales. Obviamente, el COVID19 también ha tenido impacto en estos negocios, y el equipo de expertos con Ricardo Tayar al frente ha querido saber, con muestras de datos procedentes de activos digitales, usuarios y sectores de negocio españoles, cómo van las transacciones online en estos tiempos.

Alimentación, belleza, deportes, electrónica, moda, material escolar, prensa digital, apps de prensa, ocio y cultura, farma, turismo y vestuario laboral, se analizan en el documento, como se un recorrido por el pan nuestro de cada día de confinamiento se tratase.

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El análisis, que recoge datos cuantitativos y cualitativos, se basa en los datos de más de 300 ecommerce españoles y en las encuestas y entrevistas realizadas a más de 1.700 personas.

En algunas de las gráficas, se ve perfectamente cómo hemos ido evolucionando como consumidores confinados con el paso de los días y cómo hemos ido cambiando hábitos con cada nuevo anuncio de prórroga. Por ejemplo, no comprábamos productos de belleza durante la primera quincena, pero después del anuncio de otros 15 días más, esa contención para adquirir otros productos menos necesarios, desapareció. El material escolar y la electrónica se disparan en transacciones, igual que la farma y el vestuario laboral, mientras que el ocio y el turismo caen en picado hasta desaparecer tanto en tráfico de visitantes como en ventas. Un desastre.

Como bien apunta el equipo de Flat 101 en su informe “es un buen momento para la generación de ideas, para la pivotación, para crear nuevos canales… Es previsible que esta situación, al obligar al uso masivo de activos digitales a todos los niveles, genere nuevas tendencias de uso y añada usuarios a la práctica totalidad de negocios digitales”.

Y no digitales, me atrevo a añadir. Negocios tradicionales, como la industria química enfocada a la distribución mayorista o las escuelas de negocio dedicadas a la formación, no habían visto la necesidad de explorar canales digitales para la venta escudándose en un sinfín de excusas.

Ni la abrumadora e imparable hegemonía de Amazon ni los alentadores datos del comercio electrónico en España de los últimos años habían sido suficientes argumentos para abrir la venta online o, al menos, para experimentarla con fórmulas asequibles que ni exigen montar tu propia plataforma.

Como dice el maestro Marcet, las empresas han de dedicar tiempo a explorar y no solo a explotar. Los que han puesto el futuro en la agenda del presente, juegan ahora con ventaja.

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