El clima es uno de los aspectos más muy valorados por los 'expats' residentes en Barcelona

Turismo

El error de querer limitar el turismo

El economista Ivan Aguilar recuerda que provocar la reducción de la demanda turística implicará la fuga de un capital que buscará otros destinos en lugar de reinvertir-se en otros sectores en Cataluña

El debate sobre el turismo, que este miércoles celebra su Día Mundial, levanta pasiones y controversias. Entre ellas se ha formado una corriente de opinión que argumenta que el turismo disminuye el bienestar y tiene un impacto negativo sobre la economía. La idea es que limitar la demanda turística tendrá como resultado una reubicación del capital hacia otros sectores más productivos y un aumento de los salarios y del bienestar. Unas críticas construidas sobre tres pilares:

  1. La masificación (y las externalidades negativas asociadas)
  2. Los bajos salarios
  3. La influencia sobre el mercado inmobiliario en general y sobre el mercado de alquiler en particular

Este argumentario, pero, es completamente erróneo para cualquier economista con conocimientos básicos de macroeconomía -el que vulgarmente se conoce como Macro 101-. Al turismo se lo denomina el petróleo amarillo precisamente porque, a todos los efectos, es una commodity. Por lo tanto, funciona bajo las mismas lógicas que el petróleo, el oro, el azafrán, el algodón o el azúcar. Estos bienes cumplen varias características:

  1. Son primarios y con valor intrínseco
  2. No tienen diferenciación (y por eso el vino no es una commodity)
  3. Existen mercados financieros internacionales para establecer el precio

El turismo cumple las dos primeras condiciones, pero no la tercera -de momento-. En lugar de mercado financiero internacional de turismo, el que tenemos es un mercado turístico internacional. Una guerra en el Mediterráneo impulsa la demanda turística barcelonesa.

El más relevando aquí es que para la economía, tanto el petróleo como el turismo tienen consecuencias similares. Un país que vende petróleo recibe divisas que vienen de fuera del país. Esto quiere decir que la demanda de petróleo se forma en el mercado internacional del petróleo. Si el país exportador abandona la producción de petróleo el resultado es que la demanda se desplaza hacia otro país exportador de petróleo. Y es por eso que nuestro hipotético país exportador de petróleo que ha abandonado la producción sufrirá escapes de capital, que irán a parar en otro país productor de petróleo.

Con el turismo pasa exactamente el mismo. Cuando un turista alemán viene a Cataluña, la demanda alemana se contrae mientras que la demanda catalana acelera. Esto atrae capitales (inversión extranjera) y genera puestos de trabajo. Este aumento de la demanda se traduce en beneficios empresariales y salarios. Cómo se reparten depende mucho la capacidad reguladora y ya hemos dicho demasiadas veces que hemos visto bolcheviques regular mercados mejor que la derecha española.

Si mañana prohibimos el turismo es falso que el capital buscará otras actividades: Cataluña sufriría escapes de capital que perseguirían la demanda turística. Los turistas demandan turismo, si los ofreces otra cosa marcharán de vacaciones a otro destino. La lección es que cuando hay mercados internacionales nadie puede manipular la demanda a voluntad como si estuviéramos en una economía cerrada. Por lo tanto, una reducción de la demanda de la commodity –en este caso, el turismo- va ligada al correspondiente escape de capitales, tal y cómo se ha comprobado con Venezuela. El número de pasajeros que transitan por los aeropuertos catalanes nos da una idea del estado de la demanda turística:

Los tres aeropuertos catalanes -excluido Alguaire donde el tráfico es minúsculo- presentan dos patrones muy diferenciados. Girona y Reos sufrieron la crisis -y la competencia del AVE- de forma profunda y dilatada mientras Barcelona sufrió un estancamiento del tráfico aeroportuario durante un par de años. Aún así, el tráfico total, como muestra el gráfico, no ha parado de crecer ininterrumpidamente desde 2004.

Dado que alrededor del 80% de los turistas que vienen a Cataluña lo hacen a través de los aeropuertos catalanes, es indudable que la demanda turística ha sufrido un gran incremento estos años. Este aumento de turistas se ha traducido en un incremento en los afiliados a la seguridad social, que el Instituto de Estudios Turísticos (Ministerio de Energía y Turismo) publica cada mes:

Cómo se puede apreciar, la evolución de los contratos que se firman a la hostelería es bastante menos sensible al ciclo económico del que es habitual en nuestro país. Fijémonos cómo durante las recesiones la caída es mucho más ligera del habitual. Ahora bien, qué relación existe entre la variación de las afiliaciones a la Seguridad Social y los pasajeros aeroportuarios? Esta respuesta –una íntima relación- nos la proporciona el siguiente gráfico:

La figura de la izquierda nos muestra una fortíssima relación entre los pasajeros aeroportuarios y las afiliaciones a la Seguridad Social del ámbito hostelería. Ahora bien, esto no nos dice qué va primero, si la contratación (afiliaciones) o la demanda turística (pasajeros aeroportuarios). Esta incógnita se resuelve mirando el gráfico derecho, donde podemos comprobar fácilmente que la demanda turística cambia antes de que la contratación -y no a la inversa-.

Esto confirma la tesis que hemos expuesto a primeros del artículo: dado que la demanda turística es, per se, extranjera, una caída de la demanda turística aminora las contrataciones y la demanda local a través del consumo y la inversión. La consecuencia es que el capital que invierte en turismo marcharía "persiguiendo" la demanda turística. Por lo tanto, el argumento que dice que hay que limitar la demanda turística y esperar que el capital se asigne a una actividad más rentable no tiene ningún sentido: esto es un fenómeno que también existe con turismo intensivo.

La rentabilidad es un factor clave para poder afrontar la problemática de los salarios bajos de las kellys y de los camareros. Cómo hemos visto, la demanda turística es monumental y, además, el hecho que cada año el Aeropuerto de Barcelona abre rutas a nuevos destinos sugiere que aumentará más. Así pues, la evolución de la rentabilidad nos dará información sobre si el sector hotelero puede aumentar precios para mejorar las condiciones de sus trabajadores.

La rentabilidad del sector hotelero la medimos con el que se denomina RevPAR y no es otra cosa que los ingresos que generan las habitaciones divididos por el número de habitaciones.

Hay claramente tres periodos entre 2010 y 2017. El primero es entre 2010 y 2013, donde la rentabilidad es baja y estancada; natural si tenemos en cuenta que en buena parte de este periodo la economía avanza por un periodo recesivo. El segundo corresponde al periodo 2013-2015. Un golpe la crisis económica remite y vuelve el crecimiento, la rentabilidad hotelera acelera tímidamente, mejorando las cuentas de resultados de los hoteles. La tercera -y actual- corresponde al periodo 2015-2017 donde la rentabilidad tiene un crecimiento explosivo.

Este periodo coincide con las elecciones municipales y la suspensión de licencias hoteleras, puesto que esta suspensión es un regalo de cuota de mercado a los hoteles establecidos. Si, además, consideramos que la tasa de paro es muy elevada, este aumento de la rentabilidad no se ha traducido en una subida de salarios.

Tal y como los explicamos unas semanas atrás, el precio del alquiler también se ha visto gravemente afectado por esta moratoria. Quizás ha llegado la hora de levantarla y buscar soluciones eficientes y no tan populistas. Al último gráfico se ve claramente como de disruptiva fue la campaña electoral para los hoteleros. Si aumentaron precios o bajar gastos (y salarios) es algo que veremos a la 2aparte de este artículo.