"Barcelona es la única ciudad en que, en la distancia de un paseo, encuentras seis universidades potentes, centros de investigación especializados, seis hospitales, el MWCentre, dos escuelas de negocio de referencia al mundo y el Sincrotró. No es de extrañar que sea el lugar donde estar para la innovación en Europa". Esta es la radiografía que el CEO del Biocat, Jordi Naval, hacía de la capital catalana durante la Barcelona Alumni Global Summit, organizada por SciTech DiploHub.
La configuración de este entorno es el que ha permitido la consolidación de la ciudad como capital de la investigación, la tecnología y la innovación y el que explica que en los últimos seis meses multinacionales como Amazon, Facebook, Microsoft o Siemens hayan anunciado la instalación de nuevos centros de innovación al país. O que desde el 2014 se haya multiplicado por 10 el número de inversores internacionales, muchos de ellos clave para hacer viables los 18 productos clínicos que las startups de Barcelona tienen en desarrollo. O, finalmente, que Cataluña sea hoy el quinto hub de life science de Europa. Y, a pesar de todo, los expertos consideran que Barcelona todavía tiene potencial para explotar en este campo.
Así lo cree la CEO de Neuroelectronics, Ana Maiques, que encuentra en Boston el reflejo de que puede llegar a ser Barcelona. "Si San Francisco es tecnología, Boston es ciencia, y lo es gracias a la red de empresas, universidades e inversores del sector que se encuentran". Para la empresaria, una de las claves que explican la posición predominante de la ciudad norteamericana en el campo científico es la disolución de las fronteras entre los tres actores principales. "Allá los gurús de la ciencia son los investigadores, que a la vez son los inversores de las principales empresas, y esta es la clave: así es cómo han transformado el conocimiento en valor económico".
Maiques es una de las muchas emprendedoras que ha tenido que salir de Cataluña para vender sus productos, pero no considera que este "exilio" vaya en contra del posicionamiento del territorio. "Tenemos que dejar de considerar el hecho de trabajar y vender afuera como fuga de cerebros; el que hacemos es promocionar la ciencia y la investigación que se origina en Barcelona en todo el mundo". De hecho, Maiques considera que las startups científicas que hay en la capital tienen que tener la ambición de "crecer, ser globales e implantarse en Asia y América". De producirse este paso, la empresaria considera que Barcelona tiene potencial "no para ser el quinto hub científico de Europa, sino del mundo".
El papel de la inversión privada
La profesora de Innovación y Governança a la Copenhagen Business School, Susanna Borràs, coincide en la necesidad de diluir las fronteras entre los actores del sector para mantener la evolución. En este sentido, apunta a la inversión privada como motor de crecimiento. "El principal impulso de inversión en I+D al sur de Europa viene de la inversión pública, pero las diferencias se marcan con la privada. No se trata sólo de mejorar las universidades, sino de ver como las empresas apostarán por la innovación", apunta.
En este sentido, apunta al recorrido laboral clásico que se da al campo de la investigación al norte de Europa y que considera que hay que tener como modelo de referencia. "En Dinamarca tenemos doctorandos que, un golpe acabada su etapa en la universidad, salen a la empresa privada; con la experiencia empiezan a conocer el mundo de las startups y, quizás hacen las primeras inversiones; un golpe tienen experiencia, crean su propia startup, hacen sus patentes y, con 45-50 años, cuando ya tienen suficiente patrimonio y son expertos en el ecosistema, se convierten en business angels".
Para Borràs, este recorrido es la clave para crear "una innovación e investigación transformadora", que pueda generar cambios sustanciales en las ciudades y las sociedades. "Tenemos la visión que poniendo calers en infraestructuras, universidades y centros de investigación aparecerá la innovación, pero este sólo es el punto de partida; hace falta una visión estratégica y ver cuáles son los puntos de fricción que impiden que las nuevas propuestas se pongan en funcionamiento con agilidad".
El papel de la diáspora
Como primera institución de diplomacia científica y tecnológica del mundo, el SciTech DiploHub tiene que jugar un papel fundamental en el análisis, diálogo intersectorial y proyección de Barcelona como nodo de la industria en Europa y el mundo. Y este nuevo actor ve en la "diáspora catalana" una fortaleza que la capital catalana no puede rechazar. "Existe una red global de científicos, investigadores y profesionales que han estudiado, investigado o trabajado en Barcelona, que ahora son fuera y que forman parte del talento de la ciudad", describe el CEO de la institución, Alexis Roig.
Para unir y estructurar esta red, el SciTech DiploHub ha creado el proyecto Barcelona Alumni, que tiene como objetivo que este talento global mantenga su relación con Barcelona y, incluso, sean actores clave en el desarrollo de los proyectos que se llevan a cabo en la ciudad. "Hoy en día no tiene sentido hablar de retención física del talento, sino de conectarlo a escala global, involucrando este talento con programas locales, business venturas, etc. Muchas de las personas que han hecho carrera al extranjero no volverán, pero no perderán la oportunidad de involucrarse en trabajos que surgen aquí".