Teoría del Cisne negro

El análisis

Un virus disruptivo

Albert Milián defiende que el cisne negro marcará un nuevo modelo de conducta social y laboral

El mundo se ha convertido en un lugar vulnerable. Muy probablemente ya lo era, pero a ojos de una acomodada sociedad occidental nunca habíamos tomado consciencia de ello (quizás en este momento tampoco). Un primer síntoma ha sido el del miedo, un elemento siempre muy presente pero que nos esforzamos a esconder ante los ojos de la sociedad “happycrática” y a la vez líquida en la que vivimos. El miedo ha vuelto a florecer en las mentes de millones de personas, como hemos podido observar ante las avalanchas en los supermercados para el acopio de víveres y papel higiénico -como si la pandemia fuera provocada por una gastroenteritis-. El coronavirus ha vuelto a poner a los humanos en su lugar.

"Un primer síntoma ha sido el del miedo, un elemento siempre muy presente pero que nos esforzamos a esconder ante los ojos de la sociedad “happycrática” y a la vez líquida en la que vivimos"

Tras un tardío y confuso Estado de Alarma protagonizado por un cóctel de pánico súbito, “memes” e iniciativas de “bingos de balcón”, es probable que empecemos a visualizar en breves la magnitud del asunto.

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¿Cómo cambiará esta pandemia nuestras vidas? ¿Se establecerán medidas pasajeras o habrán venido para quedarse? Si uno echa la vista atrás y se sitúa en septiembre de 2001 observará como tras los terribles atentados en las Torres Gemelas, el mundo y nuestro día a día cambió en materia de seguridad tras la masacre. Restricción de líquidos en el avión, zapatos y ordenadores fuera, antelación de llegada a los aeropuertos y un seguido de desafortunados daños colaterales de tipo cultural, religioso o étnico. Medidas no pasajeras para hacer del mundo un lugar teóricamente más seguro.

No es necesario instalarse en la catástrofe para divisar los cambios vividos en los últimos 20 años. Internet llegó (previamente) para quedarse y establecer un nuevo orden mundial. Redes Sociales, smartphones, e-commerce, inteligencia artificial, blockchain… En definitiva, disrupción. La sociedad y las empresas han tenido que adaptarse a la transformación digital (con más dificultades de las deseadas) y poco tiene que ver el mundo de 2020 con el año 2000.

¿Será el COVID-19 un virus “disruptivo” que marcará un nuevo modelo de conducta social o laboral? Mientras unos empiezan a contar los días (prorrogados) que van a estar confinados en sus casas, los analistas especializados en prospectiva empiezan a dibujar lo que puede ser un nuevo orden mundial. Todo apunta a que “de esto se sale”, pero con cambios para la sociedad.

"¿Será COVID-19 un virus “disruptivo” que marcará un nuevo modelo de conducta social o laboral? ¿Estará empezando la carrera tecnológica para desarrollar el sistema de voto electrónico más fiable e infranqueable del mundo?"

Puede ser que este shock que estamos viviendo traiga consecuencias de prevención visibles una vez levantada la cuarentena (ejemplo, las medidas de seguridad post 11-S). Obligación o hábito de ir al supermercado o transporte público con mascarillas o guantes de látex/plástico, del mismo modo en ferias previo chequeo de temperatura corporal con termómetro infrarrojo, limitación severa de aforos y distancias en espacios cerrados… Medidas de prevención para un virus que tras el confinamiento ni mucho menos habrá sido vencido. En todo caso reducido. Un duro golpe para una sociedad instalada en la inmediatez que no podrá disponer de la ansiada vacuna hasta pasados 12-18 meses, tal como nos anticipan los principales directivos de industrias farmacéuticas.

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Sin embargo, este virus va a suponer subir un peldaño más en la transformación digital en la que estamos inmersos, por lo que, respondiendo a mi pregunta anterior, COVID-19 es un virus disruptivo.

Francia acaba de celebrar unas elecciones municipales en medio del huracán de la pandemia. Unas elecciones de voto presencial en urna que podrían tener los días contados. Los comicios previstos para el 5 de abril en tierras gallegas y vascas han sido aplazados sine die, mientras que en USA votarán el 3 de noviembre y será previsiblemente una fecha inamovible, ya que llevan votando el primer martes de noviembre desde 1845. ¿Estará empezado la carrera tecnológica para desarrollar el sistema de voto electrónico más fiable e infranqueable del mundo?

Por otro lado, la disruptividad de este virus nos está enseñando que ya no es necesario movernos como peonzas para llegar a numerosas reuniones con distintos clientes (y luego vendernos como empresas sostenibles). Aplicaciones como Zoom (usadas previamente por muchas empresas), han llegado para quedarse en nuestro día a día. Zoom ha multiplicado por ocho sus descargas diarias desde el inicio de la pandemia mundial. Sus acciones cotizaban por valor de 107USD el lunes 16 de marzo y a el lunes siguiente alcanzaron los 159USD, su máximo histórico superando la capitalización bursátil de empresas como Uber o Marriot. Su fundador, Eric Yuan, claro ejemplo de asiático viviendo el sueño americano, creó la app para poder charlar con su novia. Hoy, es el empresario que ha conseguido hacer más llevadero el confinamiento.

Empresas, escuelas, universidades conectadas a través de sus pantallas para intentar seguir con la rutina. ¿Será este coronavirus el que nos guiará hacia un nuevo modelo de teletrabajo? No sería para nada descartable, que la sociedad de COVID-19 desarrolle un “anticuerpo social” (que no rechazo) previo a la vacuna, que exhorte teletrabajar a sus empleados con síntomas febriles o gripales por respeto y responsabilidad hacia sus compañeros o la posibilidad de la escolarización digital en casos en el que los alumnos no puedan acudir a los centros de enseñanza.

Otro de los micro (o macro) booms de este coronavirus está siendo el de la impresión en 3D. Una vez más aquellos locos que colocaron una primera piedra disruptiva pueden acabar siendo un salvavidas sanitario. Producción de viseras, respiradores o un sinfín de posibilidades pueden desembocar en que el sistema sanitario se vuelque en este tipo de iniciativas y acabemos viendo en los hospitales impresoras 3D e ingenieros trabajando para mejorar la eficiencia y rapidez de soluciones en casos de crisis como la que estamos viviendo.

"Una vez más, un Cisne Negro se ha presentado en nuestro mundo, pero una vez más el ser humano deberá actuar con creatividad y capacidad de reinvención"

Como todas las crisis, esta vuelve a ser otra oportunidad. Lamentaremos por el camino la pérdida de seres queridos afectados por el virus, la pérdida de puestos de trabajo, y desgraciadamente muchas empresas no volverán a alzar sus persianas por el parón económico y/o la asfixia fiscal de un gobierno que no entiende que esto no es solo una crisis sanitaria. También este episodio será un paso más para la imparable robotización de puestos de trabajo. Una vez más, un Cisne Negro se ha presentado en nuestro mundo, pero una vez más el ser humano deberá actuar con creatividad y capacidad de reinvención. A eso se le llama progreso.

Para finalizar, permítanme que vuelva a hablar sobre la conducta del ser humano…  ¿Cómo es posible que después de arrasar por miedo un supermercado en los chats estén ardiendo las conversaciones sobre la compra de acciones en bolsa (sin conocimientos previos la gran mayoría) como si se tratara de saquear de nuevo el papel higiénico? Probablemente ahí, el mundo nos volverá a poner en nuestro lugar.