La ciudad que lleva el mismo nombre que nuestra red social
Me he permitido titular el artículo de hoy parafraseando al poeta, aquel que se refirió a Barcelona como "la ciudad que lleva el nombre del nostru Club". La frase pues no es del todo original mía. Tampoco sería yo el más indicado para decirla. Quien sí que lo puede escribir con todas las letras es Mark Zuckerberg, propietario de las redes sociales Facebook, Whatsapp e Instagram, y que bien pronto podría añadir un clon de Twitter a su colección, un clon que lleva los nombres clave P92 y Barcelona.
Barcelona, la red social, no el concepto, parece que tiene fecha para final de este mes. Estamos hablando de un clon de Twitter parcialmente integrado a Instagram; los usuarios podrán usar el identificador, conservarán seguidores, los seguidos y los bloqueados. Las capturas que se han filtrado muestran un parecido casi al píxel con la red del pajarito. Pero también tiene grandes diferencias. La primera es que Barcelona no está centralizada (en esto también coincide con la ciudad).
Que no sea centralizada quiere decir que se puede conectar con otras redes que utilicen un protocolo de comunicación común, en este caso el ActivityProtocol, el mismo que utiliza Mastodon y multiplicidad de otras plataformas. Cualquiera que utilice este protocolo —también Meta— puede crear su servicio de publicación de contenidos —red social, blogs, webs— y engancharlo a otros existentes para intercambiarse información de manera federada. Es lo que se conoce como el Fedivers.
Musk, con su política errática, ha hecho que el pajarito asuste a mucha gente, a los anunciantes especialmente
La segunda gran diferencia con Twitter es que no es de Elon Musk, diría que esta es todavía más relevante que la primera. Musk, con su política errática, ha hecho que el pajarito asuste a mucha gente, a los anunciantes especialmente. El autocalificado "absolutista de la libertad de expresión" ha resultado ser un croata contra todo aquello que le suene ligeramente progresista y ha abrazado la agenda de la ultradreta, incluido el apoyo público al gobernador republicano de Florida. Ron DeSantis. Baste recordar que DeSantis firmó un proyecto de ley conocido como "Don't Say Gay" (no digas gay) que prohíbe que los niños reciban ninguna educación sobre orientación sexual y de género hasta que no cumplan 18 años. Por esta causa tiene una lucha particular contra Disney, la empresa con más trabajadores de Florida, que ha criticado públicamente el despropósito de DeSantis.
El caso de DeSantis es relevante para Barcelona, la red, no el concepto. Después de anunciar su candidatura a concurrir a las primarias del partido Republicano enfrentándose a Trump, DeSantis ofreció la primera entrevista a Musk rehusando la oferta de Rupert Murdoch de hacerlo en Fox News. La entrevista se tenía que hacer en un Twitter Space, el servicio de chat de voz de la plataforma. No pasó. Los servidores no aguantaron y la entrevista no se pudo hacer. En el audio del momento se escucha el sudor frío de Musk mientras no consiguen arreglar los problemas técnicos. El experimento fue un fiasco monumental y el ridículo en directo de Musk espantoso, solo comparable a cuando presentó uno de sus Tesla con un vidrio irrompible que se rompió en la primera pedrada que un voluntario tiró a petición de Musk.
Si hubiera pasado eb otro momento, quizás lo habríamos soportado con estoicismo y, incluso, tal vez nos habría hecho gracia. Yo todavía recuerdo con nostalgia la ballena de error que salía en los inicios de Twitter cuando los servidores no podían más. Pero ahora es diferente. El pajarito ya no es aquel simpático recién llegado que no entendíamos demasiado bien cómo funcionaba y que encontrábamos difícil de explicar a quien no estaba ahí. Hoy sabemos demasiado bien cómo funciona, qué impacto tiene en el discurso público y en última instancia en la democracia. Que Musk difunda conspiraciones y fake news no es una buena noticia. Que se alinee con la derecha más extrema, que dé un "programa" en Twitter al ultra Tucker Carlson cuando lo echan de la Fox por mentir deliberadamente sobre el supuesto "robo" de las elecciones no es una buena noticia. Que abra la puerta al regreso de los nazis que habían sido relegados a servicios minoritarios como Gab, Parler o el Truth de Donald Trump es una nefasta noticia.
Nos duele porque nos gusta, porque fue la primera, la mejor, la diferente y duele especialmente porque todavía la necesitamos; hay gente relevante, influyente, interesante que continúa publicando contenidos interesantes. De momento Musk todavía tiene este efecto plataforma a su favor, pero ya no juega solo. Mastodon es una buena alternativa, pero es irrelevante todavía: trabajan 25 personas y rehusan cualquier inversión para poderse mantener independientes. Bluesky, la red clon de Twitter que empezó el propio Jack Dorsey cuando era director ejecutivo y estaba financiada por Twitter entonces, tiene mucho potencial, pero todavía funciona por invitación y somos pocos. Y ahora Barcelona.
Hay dos razones por las que el nuevo proyecto de Meta podría tener éxito. La primera es que las redes sociales son el terreno natural de Mark Zuckerberg. Y la segunda y más importante: esta red no es de Musk. El multibillonario se pensaba que gestionar Twitter era como gestionar Tesla y se equivocó: la ingeniería social y la ingeniería mecánica no tienen nada que ver.