Opinión

Juego de Truenos, llega la séptima

El fenómeno no es nuevo, pero en esta era de la ficción televisiva que algunos se obstinan a decir "dorada" adquiere unas dimensiones desorbitadas. Me refiero al hype, a la hiperexcitació ante el que parece que puede llegar a ofrecer un producto cultural, especialmente una película o una serie de televisión. El hype ya no se genera sólo alrededor de una novedad radical, sino que también aparece ante una nueva entrega de algo ya conocido, como por ejemplo la enèsiama secuela de una franquicia. Hype es el que está pasando con el estreno de la séptima temporada de Juego de Truenos.

Desde el momento que empezó la emisión de la serie fue evidente que se trataba de un producto televisivo diferente, esencialmente por un motivo: por la extensión del mundo de la ficción, extensión tanto en espacios como en personajes. Al espectador de la serie creada por David Benniof y B.D. Weiss que no hubiera leído los libros de la saga escrita por George R.R. Martin, el primero que le llamaba la atención era que se le abrían las puertas de un universo de ficción de un alcance pocas veces ver en televisión.

"El hype ya no se genera sólo alrededor de una novedad radical, sino que también aparece ante una nueva entrega de algo ya conocido"

Los acontecimientos que relata la serie reponen sobre una larga historia previa, en la cual se intuye mucha historia oficial, pero también infinidad de mitos y leyendas. Cuando el relato empezaba in media nada, era mucho el que ya había pasado con anterioridad en la vida de los personajes y en aquel mundo.

Además, la serie ha ido reforzando esta idea de inmensidad poniendo énfasis en la geografía: los escenarios de la saga incluyen cuatro continentes —a pesar de que sólo dos de ellos son ampliamente conocidos— y un buen puñado de islas. En los dos continentes conocidos existen formas de organización política condicionadas por la geografía: Poniendo (Westeros) es el continente de los Siete Reinos y tiene una organización de tipo feudal unificada bajo un solo rey. También es el continente de las tierras más allá del Muro —un enorme desierto helado habitado por tribus autodenominadas libres—.

A Essos, ingentes masas de tierra desértica albergan ciudades sido, tribus nómadas y pequeños reinos. En los dos continentes, centenares de personajes de toda condición social interactúan en una lucha sin fin por el poder, la libertad, el honor, o, simplemente, la supervivencia. Toda esta riqueza de escenarios, de organizaciones políticas y sociales, de tipos humanos, nacida a la saga de libros, se ha ido reflejando a la serie de televisión, añadiéndose a los elementos políticos, sentimentales, bélicos o fantásticos de la trama.

"La serie ha ido reforzando esta idea de inmensidad poniendo énfasis en la geografía"

Aunque no es común que críticos o espectadores consideren esencial un asunto como la geografía humana (y física) de los mundos ficticios del cine y la televisión, este aspecto ha proyectado Juego de Truenos mucho más allá del fulletí melodramàtic o de la fantasía épica al uso, y es sin duda un factor clave del éxito masivo de la serie y de la implicación de grandes comunidades de fans.

Ahora, la séptima, y como bien sabemos penúltima, temporada de la serie tiene que volver a poner límites al mapa y tiene que acercar los personajes a un punto de encuentro. Las tramas, ya definitivamente divergentes respecto a las que Martin planteó en sus libros, tienen que empezar a cerrarse.

La responsabilidad de Benniof y Weiss es enorme. Para muchos lectores de Martin, los creadores televisivos han dado vida a una criatura autónoma de la invención del autor original y tienen que demostrar que merecen el privilegio de jugar con este material. Los fans de la serie esperan nuevas emociones fuertes, traiciones y venganzas crueles. A otros cuántos nos gustaría que Benniof y Weiss se olvidaran de ciertas soluciones argumentales groseramente televisivas de las cuales abusaron en la anterior temporada y que con esta séptima acaben de certificar que han hecho historia del medio televisivo.