Iglús para esquivar la covid-19 en los restaurantes

Un emprendedor de Móra la Nova crea un habitáculo exterior para acoger a grupos burbuja en terrazas de bares y restaurantes

Varios iglús a la terraza de un restaurante | ACN Varios iglús a la terraza de un restaurante | ACN

Tienen la misma forma semiesférica pero están fabricados con una estructura de aluminio aeroespacial y una cubierta de PVC transparente. Son los iglús que ha ideado un emprendedor de Móa la Nova y que fabrica la empresa catalano-rumana Astreea. Propietario de un restaurante en el municipio, Robert-Vlad Ulica, se planteó una forma de combatir las restricciones que sufre el sector con la covid-19 diseñando un habitáculo exterior que garantizara el aislamiento contra virus y contra los elementos climáticos. De diferentes dimensiones y capacidades, puede acoger grupos burbuja de entre cuatro y seis personas. Se desinfecta en cuatro minutos con una luz de rayos ultravioletas. Fabricados en Rumanía, se han vendido 7.000 unidades en el mundo y llega ahora a los mercados catalán y estatal.

Siguiendo la misma filosofía a partir de la que los inuit idearon los iglús en el polo norte para aislar el espacio de los elementos exteriores, Ulica planteó el pasado noviembre su fabricación a la empresa rumana Arsat, especializada en la fabricación de piezas de metal de alta precisión. Él mismo conoce las dificultades que poder mantener la actividad supone para los establecimientos de restauración con las restricciones impuestas por la pandemia. "La limitación de un 30% no nos daba para nada", apunta. "Vimos que teníamos espacios exteriores a los que no sacábamos provecho", añade.

En Catalunya, ha instalado de momento tres en la terraza de su restaurante La Dana de Móra la Nova y también en el hotelet Casa Padró de Manresa. Asegura que su puesta en marcha hace tres semanas le ha permitido continuar trabajando a un ritmo diario, también por la novedad que representa la presencia de los elementos, reconoce. Los modelos instalados, de momento, pueden acoger a grupos de hasta cuatro personas –a pesar de que puede llegar a seis- de una misma burbuja de convivencia.

El espacio interior dispone de tres puntos de luz, uno de los cuales permite instalar una lámpara de rayos ultravioletas –que se adquieren por separado- para desinfectar "en menos de cuatro minutos" la práctica totalidad del habitáculo. "Además, al estar encerrado con una cremallera, se puede controlar mucho mejor la desinfección de las mesas y es mucho más seguro. Esto da más confianza a la gente una vez leen bien lo que es el producto. A simple vista parece que te pones dentro de una burbuja y puede parecer arriesgado, pero no lo es", remarca Ulica.

Aprovechar terrazas en invierno

El Hotelet Casa Padró de Manresa ha sido uno de los primeros en implantar, en la terraza del establecimiento, la burbuja. Desde el establecimiento, Roser De Puig, explica que la solución les permite aprovechar "todavía más la terraza". Y es que, situada en el ático del hotel, era prácticamente "inviable" en invierno. La burbuja, explica De Puig, "garantiza el calor y como hace efecto invernadero no hay que tener el calefactor continuamente encendido". En verano, explica, la podrán usar como sombrilla. A parecer de De Puig, para negocios como los suyos, con una terraza pequeña, es un gran "beneficio" que les permitirá aprovechar más el espacio y a la vez, dar tranquilidad a los clientes porque estarán en grupos reducidos.

Ulica asegura que, desde principios de diciembre que empezaron la comercialización, ya han vendido 7.000 unidades en todo el mundo, incluidas terrazas y rooftops de Nueva York. La fábrica rumana puede llegar a producir hasta 700 al día. El objetivo, ahora, es abrirse camino dentro del mercado catalán y estatal. No será fácil en el contexto de crisis actual. Cada unidad con capacidad para entre cuatro y seis personas –se fabrica uno para dieciséis- tiene un precio de venta de 900 euros más IVA. El emprendedor moranovenc, sin embargo, es optimista y precisa que se trata de un precio ajustado por la calidad del producto, que ofrece diez años de garantía para la estructura de aluminio y dos para la cubierta.

Reitera que para bares y restaurantes, uno de los grandes puntos fuertes del producto es que puede utilizarse a lo largo de todo el año. Así, si en invierno puede proteger a los clientes del frío, lluvia o nieve y visualizar el exterior, en verano la cubierta de PCV –que se fabrica en Catalunya- se puede sustituir por otras un protector solar y mosquitera. Ulica explica, además, que, desde una apuesta por la economía circular utilizando materiales altamente reciclables como el aluminio, trabajan en otras soluciones "integrales" para estos establecimientos como iglús modulares ampliables o adaptados en los espacios que dejan las plazas de aparcamiento en las calles.

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