Andreas Malm (II): "La transición ecológica nos llevará más allá del capitalismo como lo conocemos"

Malm reivindica el trabajo del novelista norteamericano Kim Stanley Robinson como una herramienta para imaginar el futuro más allá de la emergencia climática

El investigador y activista sueco Andreas Malm en la presentación de su libro Capital Fósil | Capitán Swing El investigador y activista sueco Andreas Malm en la presentación de su libro Capital Fósil | Capitán Swing

En la primera parte de esta entrevista, Malm ha hablado de las implicaciones históricas de la extracción de combustibles fósiles, y cómo estas se relacionan con la acumulación como uno de los mecanismos centrales del desarrollo capitalista. En esta segunda entrega, el autor trata el proceso político y social que necesita acompañar a la lucha contra el cambio climático; imaginación y utopías; y cómo puede ser la sociedad que surja de la "complicada y turbulenta" transición ecológica.

En su anterior libro habla de un proyecto de Comunismo ecológico de guerra. ¿Cómo se concreta?

La idea del comunismo ecológico de guerra, que dibujé a grandes rasgos en Corona, Climate, Chronic Emergency, está en diálogo con una analogía con la Segunda Guerra Mundial muy común en las discusiones climáticas en la esfera angloparlante. La idea es que, igual que el gobierno norteamericano puso todos sus esfuerzos en derrotar a Hitler a la guerra, transformando toda la producción industrial en manufactura de equipamiento militar; tendríamos que poner el foco en derrotar la amenaza de la catástrofe climática total y dedicar toda la producción a este objetivo.

Es una analogía útil, pero tiene sus debilidades. La movilización productiva de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial no intentaba deponer a una importante fracción de la clase dominante. Las empresas automovilísticas reconvertidas, de hecho, sacaron grandes beneficios de la guerra y de la expansión del poder global norteamericano. La actual es una situación en que nos enfrentamos a una profunda emergencia climática, pero también a un interés central de la clase capitalista comprometida con continuar con el business as usual. Nuestro periodo tiene, quizás, más que ver con la situación de comunismo de guerra en Rusia antes de la revolución, cuando hacían falta cambios fundamentales en las relaciones de propiedad o la nacionalización de industrias para ponerlas al servicio de la satisfacción de las necesidades básicas de la población.

Los ejemplos nos sirven como una metáfora para nuestra situación, en la que nos encontramos en una emergencia que se hace cada vez más grande, y necesitamos que el estado se apropie de las capacidades productivas de la sociedad para enfrentarse a ella de una manera radical que, con mucha seguridad, tendrá que incluir procesos de nacionalizaciones de emergencia.

"La transición ecológica será un proceso increíblemente multifacético, lleno de antagonismos"

Esto supondría un gran shock para la organización misma del capitalismo. ¿Podría un golpe así de importante dar lugar a un nuevo modo de producción?

Posiblemente. Podemos imaginar este tipo de escenarios. El mejor recurso que tengo para pensar en esta cuestión es una novela titulada El Ministerio del Futuro, de Kim Stanley Robinson. Muestra cómo la transición ecológica – si se llevara a cabo este siglo – será problemática, turbulenta y llena de contradicciones; pero también que probablemente nos llevará más allá del capitalismo como lo conocemos, hacia algo pareciendo a un nuevo modo de producción. Este será un proceso increíblemente multifacético, lleno de antagonismos

Este nuevo modo de producción sería diferente del capitalismo. ¿Y del proyecto tradicional del socialismo?

También, absolutamente. La situación económica y social es tan diferente de la era del surgimiento del socialismo clásico que es obvio que lo que nazca de aquí será diferente. No hay un movimiento de clase, con partidos de la clase trabajadora organizada como durante las primeras décadas del siglo XX, y la dinámica global será muy diferente. La gran diferencia es que los levantamientos sociales de entonces no tenían nada que ver con la crisis ecológica.

Comenta que no hay un movimiento obrero, pero ¿puede el movimiento ecologista aspirar a convertirse en sujeto en si mismo? Algo así como una clase trabajadora climática.

Esta es la gran pregunta: cuál es el sujeto político de la transición ecológica. Una clase trabajadora climática suena muy bien, pero no veo exactamente cómo se articularía. Hemos hablado de conversión industrial, pero en general muchos trabajadores de la industria de los combustibles fósiles quieren mantener sus lugares de trabajo y sus fábricas. No se están articulando en un sujeto climático. Es difícil de ver.

Un sujeto climático en el Norte global podría estar basado en el conocimiento sobre la crisis climática; en la experiencia del impacto de los cambios al clima; en la solidaridad con el Sur global... O posiblemente tendrá que ver con intereses materiales más directos. No es imposible una convergencia entre estos factores que sea más efectiva en los próximos años, y que dé lugar a algo pareciendo cómo un sujeto político en la lucha contra la crisis climática.

¿Tiene que insertar el movimiento ecologista sus demandas en luchas contra otras fuentes de desigualdad?

Sí, sí. Absolutamente. La lucha contra la emergencia climática no se puede ganar si es solo contra la crisis climática. El movimiento tiene que unirse con otras luchas sociales. Sin esto, no hay futuro.

" La lucha contra la emergencia climática no se puede ganar si es solo contra la emergencia climática"

No está de acuerdo, en general, con posiciones tecno-optimistas del estilo Fully automated luxury communism. ¿Cuál es el rol de la tecnología en esta transición?

Estoy contra el tipo de corrientes tecno-optimistas que aplauden cualquier desarrollo tecnológico, pero tampoco estoy de acuerdo con una posición que plantee la tecnología en sí misma como un problema. Algunas tecnologías son malas, y tendríamos que abandonarlas, pero necesitamos otras – las energías renovables, o dispositivos dedicados a la limpieza de la atmósfera. Pienso que tenemos que ser conscientes de los peligros extremos que suponen algunos tipos de tecnología, pero no proponer un rechazo general. Si queremos restaurar el clima, necesitamos algunas de las más avanzadas tecnologías para hacerlo.

Ha sido muy vocal contra la noción de Antropoceno. ¿Cuál es el motivo? ¿Cree que pueda estar relacionada con el crecimiento de tendencias eco-fascistas?

Mi crítica a la narrativa de la antropoceno es que la idea de que la humanidad en sí misma es un problema implica que el problema es el número de humanos en este planeta. Esto lleva a un siguiente paso, que es afirmar que la crisis climática viene provocada por la sobrepoblación en el sur global, y el siguiente es defender que haya menos gente en los países más pobres. Este es un camino muy peligroso, que, efectivamente, puede constituir un enlace con el fascismo ecológico. El problema con la noción de antropoceno no es el concepto en si mismo, pues, sino la narrativa que se asocia, que sugiere que la humanidad es la causa de la crisis.

Yo estoy más de acuerdo con la narrativa que acompaña al concepto de capitaloceno, que pienso como una inversión en esperanza por una humanidad diferente. Si decimos que el problema no es la humanidad en sí misma, sino una forma específica de organizar nuestras relaciones con el resto de la naturaleza mediante el capital, mantenemos la esperanza de organizarnos de una manera diferente.

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