Imagen de un establecimiento de Crep Nova

Economía

Crep Nova: el gigante silencioso de las pizzas

La localización sistemática en zonas de nivel elevado de gasto ya indica una clara voluntad de huir del 'low cost'

Un pequeño anuncio en el diario La Vanguardia, durante el otoño de 1990, pedía mano de obra joven para un restaurante de la parte alta de Barcelona denominado Crep Nova. Hacía ocho años que Ernesto Farrés Lardín había puesto en marcha el local, que tenía como especialidad las creps y las pizzas. El nombre mostraba la conjunción de los dos conceptos clave del negocio: el producto estrella -las creps- y la ubicación en la Bonanova, que cómo veremos después no es nada irrelevante dentro de la filosofía del negocio.

Con el paso de los años, hemos visto multiplicarse la enseña Crep Nova hasta llegar a totalizar ocho locales en la ciudad de Barcelona y cercanías. Aquel primer restaurante, el del Passeig de la Bonanova número 12, esquina con Mandri, continúa en funcionamiento, y bien seguro es aquel donde un día se encerraron Gerard Piqué y Shakira para celebrar una fiesta familiar. Cómo decíamos antes, la ubicación del negocio en lo alto de la ciudad no es casual, porque si analizamos todos los locales que ahora tienen abiertos, la inmensa mayoría se sitúan en aquello que hoy conocemos como Upper Diagonal. Solo quedan fuera el de Sant Cugat -otra demarcación de renta per cápita elevada- y el del centro comercial La Maquinista, un lugar de obligada presencia si se quiere coger volumen. Esta localización sistemática en zonas de nivel elevado de gasto ya indica una clara voluntad de huir del low cost y de la competencia por el precio. Ah, por cierto, el establecimiento de la calle Doctor Fleming -en el complejo Cinesa Diagonal- es vecino del Oh Bo, el restaurante de Antoni Brufau Jr, el hijo de quien fue presidente de Gas Natural y Repsol.

La ubicación en la Bonanova no es nada irrelevante dentro de la filosofía del negocio

Que el negocio haya crecido no quiere decir que los gestores ahora se lo miren de más lejos, sino todo el contrario, porque es conocido que el fundador recorre las pizzerías, una por una, una vez han bajado la persiana para estar al caso de las cifras del día. Eso sí, la familia Ferrés -ahora continuada por el hijo, Ernesto Ferrés Piguillem- no es muy amiga de los medios, de forma que costará mucho encontrar entrevistas y reportajes donde los podamos ver de cerca. Sin embargo, sí que han tenido cierto protagonismo por determinadas iniciativas que han puesto en marcha con otros inversores reconocidos. En este sentido, a comienzos de la pandemia se supo que tenían planificado un negocio de delivery a través de dark kitchens muy ambicioso, porque en aquel momento se hablaba de abrir nada más y nada menos que cincuenta cocinas para dar servicio a repartidores. Uno de los inversores era la sociedad Papanut, detrás de la cual hay la conocidísima familia Costafreda, que en 2005 vendieron Panrico a un fondo de inversión por 900 millones de euros, más de la mitad de los cuales fueron a sus bolsillos. Los otros socios en el proyecto eran los Serra Moreno, a través de su vehículo inversor, la sociedad Salomon 1965.

Los hermanos Harry y Toni Serra Moreno -catalanes de origen sefardita- decidieron, en 2015, dar un vuelco a sus inversiones, abandonando las posiciones puramente financieras, para entrar en la economía productiva y en el sector inmobiliario. Fruto de esta alianza, encontramos que los Farrés, los Costafreda y los Serra comparten varias sociedades que orbitan alrededor de este negocio de pizzas. A quien también encontramos relacionado empresarialmente con los Farrés es Arturo Longhi Domènech, vinculado con la Casa Petra, el establecimiento que históricamente había sido la Bomboneria Santa Gema, ante la parroquia del mismo nombre, donde a menudo vemos comulgar a personajes relevantes de este país.

El fundador recorre las pizzerías, una por una, una vez han bajado la persiana para estar al caso de las cifras del día

Volviendo al proyecto concebido durante la pandemia, de él han quedado como herencia los cuatro centros de delivery de que dispone Crep Nova hoy en día, dos en lo alto de Barcelona, uno en el Eixample y el otro en Esplugues del Llobregat. Por cierto, uno de estos locales, el de Sant Joan Bosco, entre las calles Manuel de Falla y Santa Amèlia, ocupa el espacio donde tiempo atrás había La Burgo, una hamburguesería con producto de mucha calidad que reinó entre el 2008 y los tiempos pandémicos.

En todo caso, resulta difícil hablar sobre restaurantes y no emitir ninguna opinión sobre el producto que dispensan; sí, prueben la número 15, de jamón y huevo.