Es la hora de la revolución fiscal?

El experto Carlos Nistal alerta que "la improvisación comporta problemas como los retrasos en los ERTEs"

Los impuestos en tiempos de la COVID-19 | iStock Los impuestos en tiempos de la COVID-19 | iStock

Desactivado el Estado de Alarma desde el 21 de junio, volvemos a la autoproclamada nueva normalidad, a pesar de que la realidad no parece muy normal: a escala productiva la mayoría de las empresas no están, ni mucho menos, a su nivel mínimo de actividad, tanto es así que ya sabemos que una de las peticiones más reiterativas de las patronales ha sido pedir el alargamiento de los ERTEs hasta finales de año.

Si lo analizamos por sectores: turístico, hotelería y restauración, llegan con un incremento de costes por las medidas sanitarias y un decrecimiento de facturación alarmante. En primer lugar, por empezar la temporada con retraso, y en segundo por ser imposible atender con el personal y el sistema habitual.

A escala nacional, seguimos con las restricciones y con la obligatoriedad de la mascarilla allí donde no se pueda garantizar la distancia mínima. Vemos con miedo como comarcas cercanas vuelven al retroceso hacia fases anteriores y con temeridad por si volvemos al indeseable reconfinamiento. A escala internacional, con fronteras abiertas desde el primero de julio, pero sin rusos ni americanos, que representan un turismo de lo más apreciado en toda nuestra costa por su alto nivel adquisitivo que tiene como consecuencia una media de gasto por estancia mucho más alta.

Decretos por encargo y a medida

En toda esta situación ya de por sí preocupante, tenemos que sumar el anuncio por parte del Gobierno de subidas de impuestos en las empresas y en las grandes fortunas, que ya se empieza a materializar con algunas concreciones: aumento del impuesto sobre el Patrimonio, IRPF, SICAV's. En momentos de desaceleración económica, el efecto impositivo puede actuar como un elemento endógeno e incidir en el PIB de nuestro país donde las previsiones de decrecimiento en este primer trimestre del 2020 se encuentran alrededor del -4.2%.

"Es el momento de dar un poco de tregua fiscal a todos los agentes que inciden en el resultado de este PIB nacional"

Quizás, es el momento de dar un poco de tregua fiscal a todos los agentes que inciden en el resultado de este PIB nacional. Es más: si momentáneamente puede parecer que menguan los ingresos de la caja pública debido a una bajada de impuestos, hay que tener la certeza que esta consecuencia es un efecto sólo a corto plazo.

Una rebaja impositiva, o una laxitud en la presión fiscal, aunque sea temporal, tal como ya se ha hecho con las cotizaciones de Seguridad Social vía ERTEs, daría un empujón a la productividad, a las exportaciones, y al final al consumo y esto daría un poco de alegría a nuestros índices macroeconómicos.

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Hemos podido ver en el seguido de reales decretos aprobados con el turbo y a todo gas, que se ha hecho un gesto, pero sólo hacia grandes empresas y muy concretas, que parece más un producto de encargo y hecho a medida, que algo para el resto de contribuyentes, Pymes y autónomos, que suponen la gran mayoría de la realidad económica de nuestro país.

La normalidad deseada no es improvisada

Queremos más, necesitamos más para poder volver de verdad a esta normalidad tan anhelada, tan deseada y que no acaba de llegar. Haría falta que los Gobiernos sean favorecedores de todos los sectores, de los ciudadanos que les dan los votos y de los empresarios que levantan un país subiendo cada día la persiana y haciendo que la economía funcione.

A buenas horas llega la pensión mínima vital por un segmento de población necesitada, pero también sería muy bien recibida una ayuda de esta magnitud en un sector agonizando, el empresarial, clave e imprescindible por el desarrollo económico.

Sin embargo, desde el mundo empresarial nos sabe mal constatar que es bastante improbable que la administración tenga un gesto hacia la empresa y más después de las últimas declaraciones por parte del Ministerio de Trabajo acusando las empresas de ser las culpables de los retrasos de un tema tan sensible como los ERTEs. Es mala señal que el Gobierno se quiera exculpar señalando las empresas con el dedo por motivos que se alejan de la realidad.

"Es evidente que se ha improvisado y la improvisación acostumbra a comportar problemas como los retrasos en los ERTEs... Es un mal presagio que se acuse a la empresa de ser el culpable de todos los males"

Es evidente que se ha improvisado y la improvisación acostumbra a comportar problemas como los retrasos en los ERTEs. Lo que no es concebible es que el Gobierno no sea capaz de admitir que la responsabilidad es suya y lo que supone un mal presagio es que se acuse a la empresa de ser la culpable de todos los males.

Sea como sea, es momento de hacer los deberes y continuar legislando para conseguir levantar la economía y aprovechar la ocasión para mejorar la estructura de nuestro sistema económico. Para hacerlo, hacen falta decisiones valientes, una de ellas: la rebaja y reforma del sistema impositivo.

En definitiva: lo que queremos realmente los administrados (ciudadanos, empresarios) es que la Administración haga su trabajo: administre correctamente todos los bienes que recauda.

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