Guía del Madrid mágico

Roger Vinton analiza el poder de la capital española gracias al aeropuerto de Barajas, AENA o Endesa

Aena y Endesa sonidón dos empresas que abocan poder en Madrid Aena y Endesa sonidón dos empresas que abocan poder en Madrid

Hace un par de décadas se pusieron de moda toda una serie de productos editoriales que venían a desvelar los lugares supuestamente mágicos o misteriosos de determinados territorios. De guías mágicas de Catalunya hay un buen puñado, pero también las encontramos en otras comunidades, ciudades o, incluso, comarcas. Así pues, el título de este artículo nos podría anticipar que hablaremos de lugares recurrentes de la comunidad madrileña dotados con energías sutiles, como el Monasterio del Escorial, el Monte Abantos, o la estatua del ángel caído del Retiro.

"Cómo es posible que Madrid, un territorio que no produce gran cosa, que no ha creado grandes empresas y que no parece vivero de emprendedores, tenga un PIB muy cercano al de Catalunya?"

Pero no.

En realidad, aquí hablaremos de un misterio todavía más grande: cómo es posible que Madrid, un territorio que no produce gran cosa, que no ha creado grandes empresas y que no parece vivero de emprendedores, tenga un PIB muy cercano al de Catalunya? Si empezamos a consultar parámetros, comprobamos que el PIB anual de la comunidad de Madrid es de 220.000 millones de euros, por 223.000 millones de Catalunya, poca diferencia; tan poca, que podríamos pensar que el peso a la economía de los dos territorios es parecido.

Cuando ponemos la lupa sobre algunas variables críticas de la creación de riqueza observamos, para poner algunos ejemplos, que Catalunya representa casi una cuarta parte de la industria española y que, con sus 19 millones de visitantes anuales, es el territorio que más dinero inyecta en España a través del turismo, uno de los principales componentes del PIB español (el 15%). Además, Catalunya es líder destacadísima en las exportaciones españolas, aportando una cuarta parte del total estatal, más del doble que Madrid. Cuanto más analizamos, más nos intriga como puede ser que los madrileños puedan sostener el nivel de vida que tienen -en términos de renta y PIB per cápita- y que, además, este sea superior al que disfrutan los catalanes.

Més info: Un café culé con Roger Vinton

Así pues, para salir de dudas lo mejor será hacer una visita.

Llegamos a la capital del Estado por vía aérea. Aterrizamos al aeropuerto de Barajas, una instalación monumental, la ampliación de la cual a inicios del siglo XXI costó 5.000 millones de euros, una obra que todavía lastra las cuentas de AENA por las pérdidas que provoca. Los resultados negativos de Barajas se ven compensados por los beneficios recurrentes del aeropuerto de Barcelona, ampliado con un presupuesto mucho más modesto y que ya está a punto de saturarse a mercedes del éxito internacional de la capital catalana. Se podría pensar, si nos dejamos influir por la propaganda secular que sitúa Barajas como centro del mundo, que el aeropuerto madrileño tiene unas cifras de pasajeros a mucha distancia de las del Prat, pero si consultamos los datos tendremos una sorpresa: Barajas tiene un tráfico anual de 57,9 millones de pasajeros, mientras que el Prat llega a los 50,1 millones. Pero esta exigua diferencia se invierte si tenemos en cuenta que el 40% de los pasajeros que aterrizan en Madrid no tienen la capital del Estado como destino, sino que están realizando conexiones. En el Prat, este porcentaje se reduce hasta el 20%. En otras palabras, Barcelona como destino final está muy por encima de Madrid y la ventaja de la capital por las conexiones es la herencia de los muchos obstáculos que el Estado -que nosotros financiamos con abundancia- ha puesto porque el aeródromo barcelonés sea punto de conexión internacional.

"Aterrizamos al aeropuerto de Barajas, una instalación monumental, la ampliación de la cual a inicios del siglo XXI costó 5.000 MEUR, una obra que todavía lastra las cuentas de AENA por las pérdidas. Los resultados negativos de Barajas se ven compensados por los beneficios recurrentes del aeropuerto de Barcelona"

También podríamos haber llegado a Madrid por tren, con el alta velocidad, que inicialmente se llamaba como Francia -TGV, tren de gran velocidad- pero que los no-nacionalistas acabaron bautizando como "Alta Velocidad Español". La estructura del AVE se puede resumir con aquella frase que define su implantación como "coser España cono hilos de acero", pronunciada por la exministra socialista Magdalena Álvarez Arza. Un acero carísimo, hay que decirlo. En realidad, este recosido peninsular tiene otro propósito, como es unir cualquier punto del Estado con Madrid, como ya hicieron con la red radial de carreteras. Es decir, un enfoque de las infraestructuras basado en criterios ideológicos y casi étnicos, mucho más que no económicos. Sólo así se entiende la marginación de los territorios más productivos de la península en beneficio de un Madrid hipertrofiado. No hay que entrar en detalles, el doctor Germà Bel Queralt lo tiene todo estudiado y publicado, y por lo tanto al alcance de todo el mundo quien tenga interés.

Bajo el brazo traemos la lista de las principales empresas de Madrid, las que más facturan, porque tenemos la sana curiosidad de saber qué han creado estos ciudadanos de la meseta para poder vivir todo lo bien que viven y disfrutar de una renta per cápita superior a la de los laboriosos catalanes. Nuestro primer destino es la gran eléctrica española, Endesa, ahora en manos de accionistas italianos después de una guerra de opas que se inició cuando una empresa catalana -la entonces denominada Gas Natural- la quiso comprar. Entonces vino el mantra de "antes alemana que catalana", para acabar yendo a estallar, como decíamos, a manos italianas.

"La periferia de la península -con Catalunya al frente- produce una cantidad gigantesca de kilovatios, que después son consumidos mayoritariamente por los mismos territorios, pero que entremedias hacen un viaje inexplicable a la capital del Estado para enriquecer los madrileños"

La eléctrica Endesa hace quince años abandonó su sede mastodóntica de la calle Príncipe de Vergara para instalarse en un complejo todavía más colosal, el Endesa Building, cercano al Recinto Ferial Juan Carlos I, y donde trabajan diariamente unos 1.000 empleados. Al ver la grandiosidad que nos rodea, decimos entre dientes "pues sí que da, esto del kilovatio". Sin duda, con sus 10.000 millones de euros de facturación y 2.000 de beneficio, es uno de los principales imperios que han sabido construir los madrileños. Pero cuando preguntamos por la historia de la compañía, enseguida nos damos cuenta que los tiros no van muy bien por aquí, sino que en vez de tratarse de un negocio construido con el esfuerzo y la asunción de riesgos de emprendedores de la meseta, en realidad es una amalgama de compañías creadas en otros lugares del Estado que progresivamente han ido quedando fagocitades por esta sociedad de origen franquista. Así pues, dentro de Endesa reponen los restos de las históricas Fecsa, Enher e Hidruña -las tres catalanas-, y de compañías hidroeléctricas de Baleares, Aragón, Andalucía y Canarias, básicamente. Este hecho todavía pervive en la nómina de clientes de la firma: 5 millones en Andalucía, 4 millones en Catalunya, 1,1 millones en Canarias, 700.000 en Baleares y en la Aragón. Y sí, históricamente cero clientes en Castilla. Pero por decisión política -la empresa fue pública desde su fundación el 1944 hasta el siglo XXI- la sede central está en Madrid, con todo lo que esto comporta de riqueza regalada a los madrileños o, según se mire, de patrimonio expoliado a la periferia. Pero quizás la razón de establecerse en la capital tiene una lógica productiva, en el sentido que es allá donde genera el grueso de su actividad de producción energética. Mirémoslo. Si examinamos con cuidado la documentación emitida por la misma empresa, comprobamos que casi un 30% de su capacidad productiva de energía, el parque de generación, es situado en Catalunya, incluyendo Ebro y Pirineo. Fuera de Catalunya, los territorios con más porción del parque de generación de Endesa están en Galicia y Andalucía, con un 15% cada una. En resumen, que la periferia de la península -con Catalunya al frente- produce una cantidad gigantesca de kilovatios, que después son consumidos mayoritariamente por los mismos territorios, pero que entremedias hacen un viaje inexplicable a la capital del Estado para enriquecer los madrileños.

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