¿De quién son las conversaciones?

Internet es un mundo de conversaciones. Sí, también se pueden vender productos y servicios, pero primero serían las conversaciones. De hecho, la primera tesis del Manifiesto Cluetrain (1999) dice "los mercados son conversaciones".

Las primeras conversaciones en internet fueron con texto. Después llegó la voz, pero en popularidad, quedó mucho por detrás del vídeo. En 2006, la revista Time decía que el personaje del año eras tú porque publicar en vídeo se había hecho popular a internet. Para ilustrarlo, imprimieron un espejo dentro del marco que en aquel momento el YouTube usaba para los vídeos y que se había convertido en una herramienta habitual en muy poco tiempo.

El vídeo se había convertido en otra forma de conversación, que complementaba el texto. Al revés que en las olas, donde después de los diarios escritos llegó la voz de la radio, y a continuación la televisión. Pero en internet hace falta que pensemos en conversaciones porque la comunicación es bidireccional para cada persona, una cosa que no podía ser con las ondas.

En 2002 hacía podcast antes de que en Bien Hammersley dijera la palabra 'podcast' por primera vez en 2004. Cada semana publicábamos el audio del programa de radio Mallorca en Xarxa, de Ona Mallorca. Los grabábamos con un receptor FM de bolsillo enchufado, por el cable de los auriculares, a la tarjeta de sonido de un servidor conectado a internet. El montaje no era muy estable, porque cada poco había que ir para recuperar la sintonía de Ona Mallorca; la ruedecita de sintonía del receptor FM se movía suela por muere de los cambios de temperatura. Para hacer las grabaciones usábamos un software, hecho a medida, que cada día creaba archivos de audio para todos los programas de la parrilla. Quedaban en el web de la emisora para escucharlos allí o descargarlos en los iPod o cualquier otro reproductor de mp3, que eran el aparato digital de moda en aquel momento. Quizás Ona Mallorca fue la primera emisora en catalán que publicaba en internet para escucharla en reproductores digitales de bolsillo. Al decirlo me doy cuenta deque hoy es difícil definir la idea sin decir la palabra 'móvil'. Quizás por eso, en 2004, en Hammersley diría 'podcast'.

"En internet hace falta que pensemos en conversaciones porque la comunicación es bidireccional para cada persona, una cosa que no podía ser con las ondas"

En aquel momento, el concepto 'podcast' tampoco fue muy útil para hacer popular el audio como forma de conversación a la red. No era fácil que hubiera interacción con los oyentes mediante correo, listas de correo, comentarios al web. La prueba es que a partir de 2006 nuestros hijos querían ser youtubers, pero no podcastaires.

Hasta 2019.

El febrero de 2019, Spotify anunciaba que nunca más no sería sólo una empresa de música y que iban muy decididos hacia el podcast. Su idea se asemejaba un poco a lo que imaginamos en 2002 en Ona Mallorca. Si cada vez más gente tiene reproductores tipos iPod para escuchar música, quizás no les sabrá mal añadir algunos mp3 con programas de radio.

La estrategia de Spotify fue posicionarse en el mundo del podcast con software y publicaciones, pero sin abandonar los estándares del podcast. Compraron una apli, Anchor, que hacía fácil grabar y publicar capítulos por todas partes, pero sobre todo a Spotify. También compraron Gimlet Media y ficharon a Joe Rogan en exclusiva, que en aquel momento tenía 190 millones de descargas cada mes. Ningún programa de ninguna tele, ni de ningún vídeo digital o analógico, tampoco de ninguna radio, ni de ninguna columna o entrevista imprimida en papel o web, nunca nadie había tenido tanta audiencia como The Joe Rogan Experience.

¿Quizás ahora nuestros hijos querrán ser podcasters? Bien, en realidad Rogan también era youtuber, porque sus capítulos también iban a YouTube. Pero el vídeo no hacía falta para seguirlo; lo importante de su show es la voz.

"Publicar radio en internet no es hacer podcast, porque el contexto no es el mismo"

No, lo que hace Spotify no tiene nada que ver con nuestro experimento radiofónico de 2002, ni tampoco con lo que en 2005 haría Apple incorporando los podcasts al iTunes. A menudo me hacen pereza las afirmaciones sobre que tal cosa nueva, de la que ahora se habla mucho, es el mismo que aquello otro que años atrás se decía diferente. Nunca nada es lo mismo. Las ideas mueren si no encuentras el contexto para ejecutarlas. Publicar radio en internet no es hacer podcast, porque el contexto no es el mismo.

Spotify y su contexto fue responsable, en buena parte, del crecimiento de la oferta de podcasts a partir de 2019. Los primeros meses de 2020 la publicación en voz ya no era algo tan difícil de hacer, encontrar ni escuchar.

Y llegó el confinamiento por la covid. Necesitábamos más que nunca comunicarnos con el exterior en voz e imagen. El texto no bastaba; las notas de voz del WhatsApp tampoco. El teletrabajo nos arrastró hacia las videoconferencias, que también pasaron a servir para los encuentros familiares y los amigos. Más adelante también nos atreveremos con los conocidos y saludados. Algunos incluso llegaron a publicar direcciones del Jitsi en las redes para que se conectara quién quisiera.

El vídeo tenía una parte importante, en las videoconferencias (el nombre lo dice), pero si no lo usabas, tampoco era tan importante. De hecho, la voz podía tener mucho poder. Mi maestro en la radio, en Jordi Vendrell, nunca quería que le hicieran fotos. Decía que siempre había sido una decepción ver quién él escuchaba a la radio, porque ninguna belleza física nunca había superado la imagen que había hecho, a su mente, escuchando sólo la voz.

"El teletrabajo nos arrastró hacia las videoconferencias, que también pasaron a servir para los encuentros familiares y los amigos. Más adelante también nos atreveremos con los conocidos y saludados"

Los autores de la apli Clubhouse se dieron cuenta, justo al empezar la pandemia, que quizás estaría bien presentar algo para hacer videoconferencias sin vídeo. Hay quién dice que repitieron el 'Party line' de la telefonía del siglo pasado, pero ya volvemos a ser: nada nunca es el mismo porque el contexto cambia. En Clubhouse lo supieron aprovechar y consiguieron inversión, celebridades usándolo y un ambiente de exclusividad. Para crearlo, limitaron el acceso a las conversaciones mediante invitaciones, sólo habría apli por el iPhone y los primeros pilotos fueron con gente entre 40 y 60 años -explica Taylor Lorenz, en The Nework Times, el 23 de diciembre de 2020: Clubhouse Makes Way for Influencers.

Vuelvo al Cluetrain. La nueva edición de su manifiesto es del 8 de enero del 2015 y se llama 'New Clues' (nuevas pistas). Para continuar defendiendo las conversaciones en internet, como hicieron en 1999, dieciséis años después criticaron las aplis:

"Poned todas las aplis cerradas del mundo juntas y tendréis un montón de aplis. Poned todos los sitios web juntos, y tendréis un mundo nuevo. Las páginas web se relacionan. Las aplis son control."

El Jitsi, ¿os ha pedido alguna vez que le deis acceso a vuestros contactos si queréis invitar alguien al encuentro? Clubhouse lo hace. En realidad, si estáis en los contactos de alguien que usa Clubhouse y que invita gente, ellos ya tienen vuestro nombre y número de teléfono --lo explica Jason Aten al artículo Clubhouse Is Recording Your Conversations. That's Not Even Its Worst Privacy Problem publicado en Inc el 27 de febrero de 2021.

El Skype, ¿permite que grabéis las conversaciones para después publicarlas? Con el consentimiento previo del grupo, claro. En el Clubhouse, no. Si encontráis como grabarlas (no es evidente, pero es posible) y tenéis el permiso de todo el mundo, tampoco podéis publicar nada.

"En una red social, para que quieren los teléfonos de todos nuestros contactos? Son un identificador único y unívoco para cada persona"

Es precisamente de este control del cual habla el manifiesto Cluetrain: webes versus aplis. A la versión web del Google Meet también pueden saber muchas cosas de vosotros, pero no es paso obligatorio. En contraste, en el Clubhouse tienen nuestros teléfonos aunque no tengamos ninguna cuenta; basta que un contacto nuestro lo use.

Es verdad que una web también podría pedir acceder a los contactos del Facebook o el Google, pero suele pasar a las apps. La mayoría son para mensajería de cualquier tipo. En este caso, podemos comprender que haya que usar los números de teléfono para dar servicio, y el proveedor nos puede decir que no los usará para nada más. Pero en una red social, ¿para quçe quieren los teléfonos de todos nuestros contactos? Son un identificador único y unívoco para cada persona. He aquí por qué, en parte, Facebook pagó 16.000 millones por WhatsApp.

En los contadísimos poseedores mundiales de millones de nombres reales con un número teléfono que los identifica como reales, cosa que permite dibujar conexiones sociales muy exactas, ahora hay que añadir Clubhouse. Tiene mérito: en sólo un año ha entrado al mercado por el carril golden luxury, consiguiendo las conexiones más importantes de gente con cierta relevancia social.

"La buena noticia es que la comunicación por voz tendrá más formas digitales y que habrá que permitirán que las conversaciones sean tan nuestras como lo son al podcast y a las videoconferencias"

Porque en Clubhouse no son muy transparentes, en este momento hay bastante gente dispuesta a hacerlo mejor. En internet puedes estar tres años trabajando de lo lindo para hacer una comunidad y perderla en tres semanas. Cuando no tienes comunidad sólo te queda el software y los datos. Hoy los datos valen más que el software, y hay que reconocer que a Clubhouse son muy vivos recogiendo. Por cierto, la empresa se llama Alpha Exploration. Puedo imaginar al Zuckerberg pensante, perplejo, que vaya tela cómo van las nuevas fornadas de emprendedores.

En cuanto a las conversaciones, habrá que esperar ninguna donde van. Para nosotros, la buena noticia es que la comunicación por voz tendrá más formas digitales y que habrá que permitirán que las conversaciones sean tan nuestras como lo son al podcast y a las videoconferencias.

Primero fue la radio en mp3, después el podcast y ahora vete a saber qué cosa más. ¿Clubhouses? No. ¿Talkast? Está cogido por Marruecos. Necesitamos un Ben Hammersley que encuentre el nombre.

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