Futuro. ¿En qué convendría centrarnos? (I)

Este no pretende ser un artículo de economía que tiene por objetivo dar respuesta a los retos del país. Ni yo soy economista, ni creo en las predicciones -ni solo en las meteorológicas-. Solo intento aplicar la lógica más básica del hombre de la calle que quiere que el futuro sea mejor que el pasado. Basándose en datos fiables, está claro. Por lo tanto, que nadie espere ninguna declaración académica, sino unas cuantas ideas básicas.

A lo largo de la vida, he observado que aquellas personas o países que lo estropean demasiado a menudo, no se conocen lo suficiente a sí mismas. Tienen capacidades y debilidades, como todo el mundo. Pero no consiguen proyectar sus fortalezas -porque a menudo las desconocen- ni mitigar sus debilidades -porque no son conscientes de ellas-. Y me temo que Catalunya no se conoce lo suficiente a sí misma. Contrariamente a lo que parece, desconocemos nuestra historia reciente o, mejor dicho, solo conocemos aquello que nos interesa -por ejemplo, si se conociera con una cierta profundidad el siglo XIX, entenderíamos muchas cosas y nos ahorraríamos muchas pifias-. Por lo tanto, ahora ciñiéndonos a temas meramente económicos y productivos, antes de nada, veamos quiénes somos.

No entraré en demasiados detalles del sector servicios. Me da miedo. Porque aquí todo el mundo vierte lo que le conviene, y las afirmaciones son tan interesadas como transmisoras de falsedades. Hasta hace poco, la moda entre nosotros ha consistido en asegurar que una sociedad es más avanzada cuanta más porción de su PIB esté orientada a los servicios. Indirectamente, se ha venido a decir que la industria contamina, que es de países atrasados y por eso se trasladan las producciones a China. Las sucesivas crisis (la de la pandemia, sin ir más lejos) han demostrado que no es así. Que los países más resistentes tienen una industria fuerte. Hemos descubierto que las vacunas administradas en la Unión Europea, por ejemplo, se fabricaban en Europa. Es una sandez esparcir la idea, como hacen muchos medios de comunicación, que la estructura económica catalana es tan avanzada como, por ejemplo, la alemana, puesto que ambas tienen un sector servicios muy grande. Mentira -por cierto, las fake news son habituales entre nosotros desde hace un montón de años-. Alemania tiene muchas propiedades industriales dispersas por el mundo y, por lo tanto, no cuentan en su PIB -sin ir más lejos, Seat se encuentra en Catalunya y, por lo tanto, cuenta en el PIB catalán y no en el alemán; ¡pero Seat es alemana!-. Por lo tanto, no divulguemos mitos con falsedades.

Un país lleno de camareros es tan nocivo como otro lleno de físicos nucleares

Pero hay una razón adicional para desconfiar de los entusiastas en exceso del sector servicios. En general, cada uno dice lo que le conviene. Un camarero de La Rambla forma parte del sector servicios. Un físico atómico de un laboratorio de ensayos, también. No digo que sea mejor uno que el otro -un país lleno de camareros es tan nocivo como otro lleno de físicos nucleares-, sino que su trabajo es diametralmente opuesto. Aun así, por el contrario, utilizamos el agregado económico por ponerlo en un mismo saco y compararnos.

Por eso, he querido poner aquí una pequeña tabla que muestra cómo tenemos repartido el sector servicios en comparación con Francia (no he osado coger otros países como Alemania o países del norte de Europa por no hacer tanta sangre). Pero ahí es nada. Vigilen:

 

Dejo de lado el apartado de administración pública y defensa toda vez que no somos un estado independiente y, por lo tanto, este concepto no puede ser comparado. Para el resto, me he permitido marcar aquellos subsectores que guardan diferencias. Algunos comentarios:

  • Se observa que tenemos demasiado comercio y bares. Es de esperar que la pandemia lo corrija, aunque la transición será trágica para los afectados. Aun así, las cifras muestran que el ajuste es inevitable si queremos ir bien.
  • En cuanto a las actividades científicas, técnicas y profesionales, no hay mucho de que hablar. Este país no cree demasiado en la tecnología ni en la investigación. Tampoco en los servicios profesionales salvo médicos y abogados. Pensar lo contrario es, otra vez, no conocerse a uno mismo y, por lo tanto, estropearla. Como no se articule una cierta obligatoriedad o estímulo, no haremos nada. Los adelantos en gasto tecnológico y profesionalización de actividades que ha hecho el país han venido generalmente provocados por la integración a las normativas y mercados de la Unión Europea.

No tenemos la productividad necesaria como para ayudar a los necesitados en el nivel que correspondería

  • Servicios sanitarios. Yo diría que aquí tenemos prestigio mundial. Siempre lo hemos tenido: Barraquer, Puigvert, Trueta, Hospital Clínic... y tantos otros que me dejo. Hablando con extranjeros he descubierto cuanta gente de países avanzados viene a Barcelona para tratarse enfermedades. Lo hemos hecho bien en el pasado y lo podemos hacer bien en el futuro. Hay que impulsar este sector y darle prestigio social y económico -dar prestigio y categoría a las cosas no es nuestro fuerte -.
  • Servicios sociales. No es necesario hablar de ello. Ya lo hacen otros muchos. La realidad es que estos servicios acostumbran a ser públicos y, por lo tanto, se financian con el excedente económico de todos, mediante impuestos. Y nosotros, como he apuntado en algún otro artículo, no tenemos la productividad necesaria como para ayudar a los necesitados en el nivel que correspondería. No generamos el excedente suficiente.
  • Actividades artísticas, recreativas y otras. Ignoro las razones de esta enorme diferencia con Francia. Pero los de este sector acostumbran a protestar... Dejémoslo aquí. Me parece que mezclar cultura (Teatre Nacional, por ejemplo) con actividades recreativas (el Barça) ayuda poco a detectar el rol de cada uno.

Bien, esta pequeña tabla solo pretende demostrar que cuando se habla del sector servicios todo el mundo entiende lo que quiere. Dicho esto, sería bueno centrarnos en el sector industrial. Cosa que haré la semana que viene.

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