Un gran rebote muy esperado

Hace ya unos meses que estoy contento viendo cambios en la orientación de las políticas económicas, tanto a nivel internacional como local. Hablo de rebote porque sé que cuanta más fuerza tiene una pelota al tocar el suelo, más se eleva al rebotar. Esto es lo que está pasando. Las medidas que hemos visto, y que tanta gente ha sufrido a lo largo de las últimas décadas, causadas por el pensamiento neoliberal y unos intereses claros, fueron como un golpe muy fuerte de pelota contra el suelo que por suerte ahora rebota. Nombres como Rajoy en España, Juncker en la UE, y sobre todo Trump en EE.UU., pueden representar aquel periodo. Ahora parece como si Sánchez, Von der Leyen y Biden, aprovechando la sacudida económica de la covid-19, puedan construir un nuevo escenario.

Recuerdo algunos de los muchos problemas pendientes: una globalización asimétrica en la que desaparecieron las regulaciones nacionales de los mercados, sin sustituirlas por acuerdos y regulaciones de carácter supranacional; una liberalización del sector financiero que impulsó la actividad especulativa y acabó teniendo que rescatar a bancos y cajas con dinero público; unas reformas fiscales, que redujeron las cargas sobre las rentas altas de personas y empresas, y sin una armonización global, favoreciendo así los paraísos fiscales. Y la decisión de hacer frente a la crisis de hace 15 años con políticas de austeridad, produciendo un gran aumento del paro y un fuerte incremento de las desigualdades de ingresos entre clases sociales.

1. El anuncio del rebote

Desde hace ya unos meses, oigo por todas partes propuestas y estoy viendo ya algunas primeras actuaciones, con políticas que van en la dirección de corregir algunos de estos problemas. Bienvenidas.

En Madrid, se han hecho esfuerzos con ayudas importantes relacionadas con los ERTE y con otras garantías de rentas para los que lo necesiten. Se habla también de una modificación de la existente legislación laboral y de cambios en el sistema fiscal que puedan aumentar el carácter redistributivo de los impuestos y que a la vez promuevan una lucha contra el cambio climático. Se han puesto también en marcha fondos para la reactivación y la reconstrucción que tienen que impulsar transformaciones de los sectores económicos más afectados por los adelantos tecnológicos y por la sacudida que ha significado la pandemia.

En Madrid, se habla de una modificación de la legislación laboral y de cambios en el sistema fiscal que puedan aumentar el carácter redistributivo de los impuestos

En Bruselas, aceptando implícitamente errores de la política de austeridad exigida a ciertos países, se han preparado una serie muy importante de medidas para salir de la situación actual que, aparte de la gran ayuda que supondrán para gobiernos y empresas, han abierto de cara al futuro dos vías de solidaridad que estaban cerradas desde el origen de la UE. Son la concesión de ayudas directas por parte de la Comisión y la mutualización del endeudamiento a través de un mecanismo que, a pesar de que no son los bonos europeos que muchos hemos reclamado, puede conseguir algunas de las mismas finalidades.

En Washington, donde seguramente se ha visto el rebote más claro, el nuevo presidente ha anunciado, volviendo en parte al keynesianismo, un gran plan de recuperación con una dotación financiera nunca vista y con una reforma fiscal que aumentará la recaudación y subirá sobre todo los impuestos a las grandes fortunas y a las grandes multinacionales, y con los ojos puestos expresamente en las plataformas digitales. A la vez, ha enviado una propuesta al G20 para la armonización parcial del impuesto sobre sociedades a nivel global, que reduzca notablemente los actuales estímulos a la deslocalización hacia paraísos fiscales. Todo lo que ha salido de los tres sitios son buenas noticías y la pelota ya sube...

2. ¿Podremos y sabremos atrapar la pelota?

Para aprovecharlo, hacen falta dos cosas: en primer lugar, que el rebote sea realmente tan fuerte y rápido como se anuncia; y, después, que no nos equivoquemos los que lo tenemos que utilizar. Ni una cosa ni la otra son seguras.

Los procesos para la aprobación definitiva de todas estas medidas son largos y no exentos de obstáculos. Es bueno saber que en EE.UU., sorprendentemente, ha habido una reacción de aceptación más positiva de lo que se podía esperar por parte de los que quedarán afectados, pero esto no garantiza todavía nada. En el caso europeo se anuncia un espaldarazo de muchos estados miembros de la UE, pero también ciertas oposiciones; y ya sabemos que se necesitan mayorías a veces difíciles de conseguir que pueden obstaculizar y atrasar el proceso.

Para aprovechar el rebote hacen falta dos cosas: que sea tan fuerte y rápido como se anuncia y que no nos equivoquemos los que lo tenemos que utilizar

Mirando más hacia casa, no podemos olvidar tres cosas: muchas de las medidas, en el caso español, tendrán una oposición brutal tanto de VOX como del PP; pensemos en lo que pasa ahora en la Comunidad de Madrid con rebajas de impuestos y competencia fiscal. En segundo lugar, estas medidas no serán plenamente efectivas hasta que no estén disponibles los nuevos fondos europeos. Y finalmente, a pesar de que es fundamental definir qué prioridades sectoriales se escogerán y qué criterios servirán para la distribución territorial, todo hace pensar que nuestro gobierno catalán no está dando importancia a las imprescindibles negociaciones con el gobierno central.

Priorizar el enfrentamiento a la negociación es un gran error. Del mismo modo que lo fueron los maltratos a los altos directivos de Volkswagen de ahora hace unos días. Me hicieron revivir mis positivas negociaciones en la sede de Wolfsburgo, en 1986, y me hacen preguntar: ¿se nos puede escapar la pelota?

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