El infierno del 13

Qué tienen en común Ennio Morricone, David Guetta y el grupo de música electrónica Air? Y el flamante 30 premio Catalunya y vicepresidente de Google Vinton Cerf y la Liga Santander? La respuesta la encontramos en los artículos 11 y 13 de la directiva sobre la regulación los derechos de autor que la UE aprobó el 26 de marzo del 2019. Los primeros están a favor y los segundos están en contra.

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Que músicos como Morricone, Guetta y Air estén a favor de una regulación del mercado digital que vele por sus derechos de autor en principio es comprensible. Que Vinton Cerf, uno de los creadores de Internet; Tim Berners-Lee, uno de los creadores de la web; y Jimmy Wales, el creador de Viquipèdia no lo vean claro, también. Pero que hacen las ligas española, inglesa y alemana entre los opositores? No gestionan ellas también cifras millonarias en concepto de derechos? No son las primeras interesadas que se protejan sus derechos en cuanto a los contenidos digitales en la red? En un principio sí, pero como siempre, el diablo está en los detalles.

"Uno de los éxitos de la UE en este terreno fue la supresión de los costes de itinerancia en las llamadas de móvil y en los planes de datos"

La directiva se enmarca en el ámbito del Mercado Único Digital, el que nos tiene que permitir comprar a un Amazon de otro país (y que nos lo traen a casa igualmente), o que podamos ver nuestro catálogo local de Netflix a cualquier país de la unión. Uno de los éxitos de la UE en este terreno fue la supresión de los costes de itinerancia en las llamadas de móvil y en los planes de datos. La medida concertó un consenso sin precedentes entre emprendidas creadoras de contenidos y público (no tanto con las telecoms), un consenso que la directiva del copyright no ha conseguido en las tres partes en litigio: creadores, empresas de internet y público.

Vemos donde se esconde el diablo. En principio, una ley que premie los creadores de contenidos y penalice las grandes multinacionales de la información suena bien. Al fin y al cabo Google, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter y similares viven de los contenidos que colgamos y a menudo tienen derechos de autor. Parece en principio una ley progresista que ayuda a un reparto más equitativo de la riqueza que estos gigantes generan con nuestra actividad.

"En principio, una ley que premie los creadores de contenidos y penalice las grandes multinacionales de la información suena bien"

Pero el resultado de la votación en el pleno del Parlamento Europeo explica otra historia: los 348 votos a favor fueron mayoritariamente de formaciones conservadoras (liberales, derecha y ultradreta) mientras que los 274 en contra corresponden a formaciones progresistas (izquierda, verdes y piratas). Aquí tenemos que añadir 36 abstenciones (y 90 ausencias que se supone que fueron por presiones directas). Si miramos los votos de los partidos catalanes, el PDECAT ha votado a favor y ERC e ICV en contra. El patrón se repite también entre los partidos españoles donde PP, PSOE y Ciudadanos han votado a favor mientras que Podemos y EQUO han votado en contra.

Extraño pero cierto. El razonamiento es el siguiente: 1) la directiva obliga que las empresas apliquen filtros automáticos a todo el que los usuarios suben; 2) si los contenidos están sujetos a derechos de terceros los tienen que bloquear; 3) este filtros cuestan mucho dinero y sólo las empresas más grandes los pueden pagar; 4) en caso de infracción sólo los grandes podrán pagar las multas o llegar a acuerdos con las partes afectadas; 5) para curarse en salud los Facebook, Youtube, Instagram y Twitter de turno aplicarán las restricciones al máximo bloqueando contenido legítimo, el que se conoce como falsos positivos.

Los partidos progresistas han visto en estos falsos positivos una autopista hacia la censura; si se pasa la responsabilidad de aquello que podemos ver y que no a las plataformas de distribución de contenidos el que hacemos es, paradójicamente, darlos todavía más poder. Esto explicaría la oposición de las ligas profesionales de fútbol, que ven como los goles, los selfies desde los campos y las fotos de los estadios llenos podrían desaparecer de las redes sociales.

"Una medida que pretende restablecer el balance a la fuerza entre plataformas de distribución de contenidos y creadores puede acabar haciendo más grandes todavía los gigantes al eliminar la competencia de los pequeños"

Y la paradoja no acaba aquí: una medida que pretende restablecer el balance a la fuerza entre plataformas de distribución de contenidos y creadores, compensando estos últimos, puede acabar haciendo más grandes todavía los gigantes al eliminar la competencia de los pequeños que a la práctica nunca podrán pagar los sistemas de filtraje a los que la UE les obliga. El infierno es lleno de buenas intenciones.

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