El nuevo mundo que ya estaba con nosotros

El economista Santiago Niño-Becerra mapea el futuro económico puesto-pandemia en su atrevido nuevo libro, 'Futuro, ¿qué futuro?'

Santiago Niño Becerra 2001 Santiago Niño Becerra 2001

"El virus no ha traído nada que no existiera (...) ha superacelerado la implementación de cambios que ya llamaban a la puerta". En su último libro, Futuro, ¿qué futuro? (Ariel, 2022), el popular economista Santiago Niño-Becerra se propone aterrizar las difusas referencias a la nueva normalidad después de la pandemia. De entrada, el catedrático de Estructura Económica en la IQS School of Management rechaza la noción de que la crisis sanitaria haya sido una ruptura, un cambio radical del rumbo de las economías que nos haya forzado a recorrer nuevos caminos. La continuidad histórica del Modo de producción capitalista, sus mismas tendencias – sobre la economía global y en los mercados concretos – ya nos dejaban en 2019 a las puertas del modelo que viene; la pandemia solo las abrió. Si a caso, lo hizo antes de lo esperado.

La idea que estábamos a la salida de una crisis – la financiera del 2007-08 – y la pandemia nos ha hecho entrar en otra se pone en entredicho. La continuidad económica entre las respuestas a la Gran recesión y el escenario de 2019 hace difícil pensar en una separación clara entre ambos periodos. Como recuerda el mismo Niño-Becerra, de hecho, la coyuntura económica del 2019 no era mucho brillando precisamente porque las grandes inyecciones de capital de la última década empezaban a desvanecerse, y la subida de tipo de interés que en poco tiempo será una realidad ya estaba a los horizontes de los bancos centrales incluso antes de las primeras explosiones de contagios. El mismo economista, recuerda, ya hacía tiempo que alertaba de "las consecuencias perniciosas que la economía de los países desarrollados continuara funcionando en un estado de dopaje" desde el 2012.

Una de las claves del futuro es, de hecho, una tendencia detectada hace siglos y que el mismo Niño-Becerra considera "la naturaleza del capitalismo": la tendencia oligopolística, la creciente concentración de capitales. Además, y a pesar de que la evolución del modo de producción siempre ha ido ligada al desarrollo tecnológico, como observa el autor, nunca lo había sido hasta el punto actual. El hecho de que la tecnología se haya convertido en poco menos que el motor del ser social – "imaginen ¿qué harían hoy en día si allá donde viven no hubiera acceso a Internet?", apostilla Niño Becerra – acelera esta concentración de capital, y la hace todavía más inevitable en términos sistémicos. "Quien tenga mejor acceso a las tecnologías de la información y la telecomunicación tendrá una ventaja competitiva decisiva en un mundo en que la movilidad de las personas será mucho menos importante. Y este mejor acceso solo podrán tenerlo entidades y empresas potentes". La gran empresa se hará más grande porque solo ella tendrá a su alcance los mecanismos para crecer.

"Quien tenga mejor acceso a las tecnologías de la información y la telecomunicación tendrá una ventaja competitiva decisiva en un mundo en que la movilidad de las personas será mucho menos importante. Y este mejor acceso solo podrán tenerlo entidades y empresas potentes"

La concentración del capital se une al acelerado proceso de automatización, parte crucial de esta centralidad que ocupa la tecnología en la economía contemporánea. Como desde el inicio del libro, esta tendencia acompaña la tesis de Niño-Becerra: si bien la pandemia ha acelerado los procesos de automatización – y otros complementarios, como la relocalització productiva ante la rotura de las cadenas de suministros globales – la tendencia vendía de antes, solo ha llegado a aplicarse con más celeridad. El regreso de las industrias, sin embargo, no significará necesariamente un regreso de puestos de trabajo, en cuanto que la robotització de los entornos productivos hará que el trabajo humano sea menos necesario para hacer cosas. La inestabilidad de la fuerza de trabajo, que estará bajo demanda del capital, explica un movimiento histórico complementario a la concentración de la riqueza: el aumento de la desigualdad.

Si bien el autor destaca las "consecuencias en forma de pérdida de privacitat y de individualidad" de esta centralidad de la tecnología, su efecto más pesando sobre las sociedades será la sustitución del trabajo y la inseguridad laboral que esto comportará. "La tecnología ya es el motor de nuestra realidad. Esto puede sonar cruel, deshumanizando, pero es la realidad", defensa Niño-Becerra. En este contexto, el economista hace una de las propuestas más, para decirlo así, polémicas del libro. "La única manera de compensar esta situación será implementando el que puede denominarse el Trinomio Social: renta básica, marihuana legal y ocio gratuito". La capacidad de consumo en un mundo donde el trabajo humano esté desplazado del centro de la producción se tiene que mantener; y la vida social debe subsistir en un contexto de rotura de relaciones y posible aislamiento como es el del aumento del teletrabajo y la pérdida de los entornos laborales colectivos como entorno relacional.

Gana la sostenibilidad

Mientras que la palanca que accionaba los mecanismos del Modo de producción capitalista hasta los últimos años había sido la del crecimiento, esto está en entredicho en la actualidad – de nuevo, antes de lo esperado por la pandemia; pero en una tendencia que ya se observaba claramente el 2019 y los años anteriores. El autor, así, pone en entredicho que esta sea ahora mismo y en adelante la razón de ser única del capitalismo – o como mínimo que lo sea el crecimiento cueste el que cueste. "Hasta hace poco era posible crecer sin ser sostenible (...) pero el concepto de crecimiento está cambiando", establece Niño-Becerra. A pesar de que no aboga por tendencias decrecentistas, el libro defiende un cambio de prioridades en el binomio crecimiento-sostenibilidad – un matiz, si se quier,e a la repetida idea de crecimiento sostenible – por el cual el cuidado del medio ambiente ante la emergencia climática y sus consecuencias es una prioridad incluso más grande que las cifras económicas.

"Cada vez con más frecuencia las economías desarrolladas van aceptando porcentajes de crecimiento incluso muy reducidos si van acompañados de elevadas dosis de sostenibilidad"

"Cada vez con más frecuencia (las economías desarrolladas) van aceptando porcentajes de crecimiento incluso muy reducidos si van acompañados de elevadas dosis de sostenibilidad", argumenta Niño-Becerra. Esto supone que la conciencia medioambiental pasa a ser una responsabilidad central del hecho empresarial – pero también una oportunidad para aumentar su beneficio y, incluso, sus resultados. "La ecología resulta rentable hoy porque un creciente porcentaje de la población es consciente de la problemática medioambiental, y está dispuesta a pagar más por bienes y servicios producidos según unos estándares sostenibles".

El autor observa, sin embargo, que el mantenimiento de esta tendencia dependerá de que las regulaciones medioambientales – cada vez más estrictas, de acuerdo con la creciente emergencia ecológica – no disparen los precios de estos productos y servicios fuera de las posibilidades de consumo de la población. Vuelve, así, a la problemática del valor de la fuerza de trabajo – la que quede después de la automatización. Como complemento a la renta básica establecida antes, Niño-Becerra aboga por una formación en competencias y habilidades que haga que los trabajadores acompañen el aumento de la productividad que ya se propone la transición tecnológica. "Hoy el más relevante es contar con las habilidades requeridas para cada punto del proceso de producción (...)por supuesto, las implicaciones para el sistema educativo son inmensas".

Contrato social

La cuestión que se plantea en un mundo cómo el que describe Niño-Becerra no es tanto qué contrato social quedará, sino si será necesario. De hecho, cómo observa el mismo economista, "la concentración de la riqueza hará que la desigualdad vaya en aumento, porque ya no es necesario reducirla, dado que cada vez es más barato comprar la paz social debido al miedo y la inseguridad". La alternativa del Trinomio social que planteaba anteriormente el autor responde a otro formato de compra de la paz social – el que va proponer, de hecho, a un reciente artículo en VIA Empresa. En una respuesta a la última obra del economista Thomas Pikkety, Niño-Becerra cuestionaba la posibilidad de una salida del capitalismo por el camino de la emancipación colectiva. "La paz social se volverá a comprar y se aceptará el que se pague por ella. Y los ricos - las corporaciones - serán más ricos porque controlan lo único que hoy es esencial: el capital; y cada vez lo controlan más. Y si tienen que pagar impuestos para contribuir a comprar la paz social lo harán, o la pagarán ellos directamente".

Con todo, la nueva obra de Niño-Becerra hace una apuesta clara por mapear un futuro de acuerdo con la continuidad histórica que ha tenido en la pandemia un acelerador claro. Como en sus últimas propuestas, el profesor da cuenta de las tendencias sistémicas que detecta y establece caminos de continuidad varios – a pesar de que en Futuro, ¿qué futuro? los límites de posibilidad son, a menudo, muy estrechos. El mismo autor cuestiona el rol de la Economía – y mucho más de la política, en todo su ancho espectro de sentidos – por la falta de alternativas de gestión que deja la que, prevé, será la coyuntura de las próximas décadas. "Rápidamente, nos acercamos a un punto en que solo habrá una única alternativa en un planeta totalmente intervinculado e interligado. En este punto la Economía ya no tendrá nada a decir".

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