Destino final: capitalismo

La desigualdad es consustancial a la naturaleza humana, solo hace falta repasar la Historia: el poderoso se quedaba con todo. Tal como explico en el libro Capitalismo 1679 – 2065 (Ed Ariel, 2020), lo que sucedía es que eso era parte del hacer normal: los ganadores saqueaban y anexionaban, y los siguientes ganadores hacían lo mismo. La diferencia es que el sistema capitalista institucionalizó ese proceder y lo incorporó como dos de sus principios filosóficos: el individualismo y el liberalismo. En la competencia libre entre individuos interesados en un negocio, el más hábil, el más preparado, el más astuto, el más capaz, ganará y se impondrá al resto de competidores. (Lo escribo todo en masculino porque mujeres en la actividad económica durante ese primer siglo de Capitalismo, pocas). Una vez vencedor, ese individuo (compañía, empresa) tiende hacia donde verdaderamente tiende el Capitalismo: hacia el oligopolio, siendo la desigualdad una de sus consecuencias. Y a punto estuvo de lograrlo a finales del S. XIX con la formación de trusts que tuvo lugar siendo el más famoso la Standard Oil Trust de John Davison Rockefeller.

La primera parte del sistema capitalista: la fase de Acumulación Originaria de Capital (1820 – 1855 / 1870, según los países) no fue más explotadora del factor trabajo, de los trabajadores, que otras épocas del pasado; la diferencia es que ideologizó la explotación: si el objetivo es que haya libertad total para hacer o no hacer, no tienen que haber trabas, por lo que la burguesía industrial, los capitalistas, pueden aplicar los salarios, los horarios y los sistemas de trabajo que consideren oportunos, y nadie, ni el Estado, ni posibles asociaciones obraras deben intervenir, por eso los sindicatos fueron prohibidos durante décadas; y si los trabajadores no estaban de acuerdo con esas condiciones, que se fuesen, que por eso eran libres.

Una vez vencedor, ese individuo (compañía, empresa) tiende hacia donde verdaderamente tiende el Capitalismo: hacia el oligopolio, siendo la desigualdad una de sus consecuencias

Es obvio que el razonamiento tiene trampa, pero como la demanda de trabajo era inferior a la oferta se aceptaron condiciones casi de esclavitud que fueron respaldadas por el Estado: los Mártires de Tolpuddle fueron un grupo de trabajadores de Dorset que protestaron contra las condiciones laborales y fueron apresados y desterrados a Australia en 1834. Hasta los sucesos de Haymarket, en Chicago, en 1886, la oposición obrera era mínima y dispersa, pero a partir de mediados de los 80, y coincidiendo con el inicio de la II Revolución Industrial empiezan a producirse dos fenómenos, Por un lado, los salarios empiezan a mejorar (muy lentamente) y las jornadas de trabajo empiezan a reducirse porque la burguesía se da cuenta de que con salarios de miseria el consuno sería demasiado bajo; paralelamente las reivindicaciones obreras aumentan en Europa y en Estados Unidos. Entre 1909 y 1910, el Gobierno de Asquith, en el Reino Unido, introdujo una serie de mejoras sociales. Uno de los objetivos fue reducir el creciente descontento social. A partir de este momento y sobre todo desde la Revolución Rusa de 1917 que potenció el movimiento obrero en todos los países industrializados, comienza la mejora continuada de las condiciones de trabajo de la clase trabajadora por parte del empresariado y que cristaliza tras el fin de la II GM con la instauración del modelo de protección social en las economías capitalistas a fin de conseguir la estabilidad social, es decir, de comprar la paz social.

¿Mejor o peor que antes?

Con respecto a las primeras décadas estamos mejor que en el siglo XX porque hasta la puesta en marcha del Welfare State tras la II GM, al margen de las medidas adoptadas por el Gobierno de Asquith y la implantación de las pensiones por la Administración Roosevelt, la implicación del Estado en la economía y en los aspectos sociales era prácticamente nula, y aunque ahora el modelo de protección social se halla en retroceso, esto es mejor que nada. Pero en comparación con el período 1950 – 1975 (España al margen) la situación es mucho peor a nivel de protección social: en USA hoy el 1% más rico de la población controla el 26% de la riqueza, igual que en 1928, mientras que en 1973 controlaba el 7,5%. A la vez que se está produciendo una concentración de capital sin parangón en la Historia debido a la formación, desde los años 80, de conglomerados tecnológicos que de forma más o menos indirecta controlan mercados de producción y distribución. Las plataformas de Internet son el típico ejemplo. Esto, pienso que en si mismo no es ni bueno ni malo: es consecuencia de la evolución de la dinámica histórica en un círculo en el que el sistema capitalista está alcanzando su destino natural: el oligopolio; señal de que ha completado su ciclo vital.

En España el 10% más rico de la población controla el 34,5% de la renta generada por el trabajo mientras que el 50% más pobre controla el 21,0%

La situación de España en materia de igualdad es peor que en otros países pero mejor que la media mundial (obviamente). En España el 10% más rico de la población controla el 34,5% de la renta generada por el trabajo mientras que el 50% más pobre controla el 21,0%. Ello es debido a la estructura del PIB basada en el bajo valor y medio valor añadido, en la baja tasa de actividad de la población y en la reducida productividad que da lugar a bajos salarios. En España, el 14% de la población ocupada, es decir, con empleo, es pobre porque no trabaja las horas suficientes, deseando hacerlo, para acceder al salario mínimo. En cualquier caso pienso que el principal problema no es lo que tienen los ricos sino lo que no tienen los pobres. Pienso que ni en España ni en el mundo el proceso de concentración de la riqueza no se va a detener porque el capital: la tecnología, cada vez va a tener mayor protagonismo y se va a tornar más imprescindible a la vez que el trabajo se torna más prescindible. Se está llegando a una situación que tan bien describe el título de aquella canción del grupo ABBA aunque su temática no sea económica (¿o si?): The winner takes it all.

Las revoluciones no están de moda

Estoy en desacuerdo con el nuevo libro de Thomas Piketty. De entrada hoy el mundo es un solo lugar, mientras que en el S. XVIII era un mosaico de lugares. Hoy los instrumentos de control del poder en todos los ámbitos son absolutos, mientras que en el S. XVIII en Paris tardaban días en enterarse de lo que sucedía en Biarritz, por ejemplo. Precisamente porque pasó lo que pasó hoy no existen los sans-culottes: se ha comprado la paz social con el modelo de protección social y ahora se comprará con la renta básica. Y bueno, los ricos ... el poder del más rico de entre los ricos entonces era zonal, limitado, y minúsculo en comparación con el de una corporación actual. Entonces se hizo una revolución porque la burguesía precisaba eliminar a la monarquía absoluta, hoy ... Y bueno, tomando a Suecia como ejemplo es verdad que era un horror de desigualdad, pero el capital (y el poder político) se dieron cuenta de lo que había pasado en Rusia (que está al lado) en 1917, y en 1938, en el balneario de Saltsjobaden los dos junto con una representación obrera, firmaron unos acuerdos en los que todos se iban a portar bien e inventaron el alabado Modelo Sueco que ha intentado ser copiado por muchos países. Hoy las revoluciones no están de moda. La paz social se volverá a comprar y se aceptará lo que por ella se pague. Y los ricos -las corporaciones- serán más ricos porque controlan lo único que hoy es esencial: el capital; y cada vez lo controlan más. Y si tienen que pagar impuestos para contribuir a comprar la paz social lo harán, o la pagarán ellos directamente.

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