El coste de no compartir el trabajo doméstico

Sin un reparto equitativo de las tareas laborales y familiares cada mujer deja de ganar 2.800 euros al año en Cataluña

Quizás no somos conscientes, pero la dedicación a las tareas domésticas y a la familia es superior a la del "trabajo" a la cabeza del año. Un trabajo no remunerado que asumen en un 67% las mujeres; mientras que el laboral se queda en un 59% a manso de los hombres. De hecho, en un escenario de distribución equitativa del trabajo remunerado y no remunerado, los ingresos de las mujeres aumentarían un 25%. Es decir, ser las principales responsables del trabajo doméstico y de cura de los familiares impide a cada mujer catalana ganar 2.759 euros cada año. Estas son algunas de las conclusiones del estudio presentado este miércoles a la Cámara de Barcelona sobre el impacto económico de la desigualdad en el reparto de las tareas del hogar.

"La contribución económica de mujeres y hombres a la sociedad es la misma. El problema es que una parte no está reconocida socialmente ni económica, que es la que hacen mayoritariamente las mujeres", ha asegurado Carme Poveda, economista de la Cámara de Barcelona y encargada de presentar el estudio.

El trabajo presentado este miércoles también valora en unos 50.000 millones de euros el trabajo doméstico que se realiza en Cataluña. Una cifra que si se tuviera en cuenta en el PIB catalán implicaría un aumento del 23,4%.

Un trabajo invisible
"El trabajo doméstico y de cura continúa sin tener un valor económico en la sociedad. En los estudios de género normalmente nos centramos en el mercado laboral y dejamos de banda la desigualdad en el trabajo no remunerado, que tiene importantes consecuencias", ha advertido Poveda. Uno de los objetivos de este estudio, pues, es hacer visibles las consecuencias de un esfuerzo que asumen mayoritariamente las mujeres.

"Que no se considere trabajo no es fortuito. Las mujeres han salido a trabajar fuera de casa, pero los hombres todavía no han entrado a hacerlo a casa", ha apuntado la presidenta del Instituto Catalán de las Mujeres, Teresa Ma. Pitarch. "Esto tiene consecuencias en el mercado laboral. Las mujeres todavía tenemos que elegir entre impulsar la carrera profesional y quedarnos en casa a tener cura de las tareas domésticas", ha lamentado. Menos progresión laboral, rendija salarial y pensiones reducidas. Todo ello aliñado con pérdida de autoestima y agotamiento. Un cóctel que todavía se ven obligadas a tomar demasiadas mujeres. Por Pitarch, "hay barreras internas de la herencia cultural, no hay corresponsabilidad real en la sociedad y carecen medidas efectivas para conciliar vida laboral y familiar".

La directora del Observatorio Mujer, Empresa y Economía, Anna Mercadé, ha insistido en el hecho que "el trabajo no remunerado es el quid de la cuestión". A su entender, que la sociedad todavía se organice "en clave y ciclo de vida masculino" está penalizando las mujeres de forma clara. "La carrera profesional se hace básicamente de los 30 a los 44 años, que es cuando las mujeres son madres. Las empresas no sólo lo desprecian, sino que lo penalizan", ha criticado. En este sentido, ha reivindicado una organización "diferente" y cambiar "las varas de medir a la empresa".

Más trabajo y menos valorada
Para establecer el impacto económico del trabajo doméstico y de cura, el estudio emplea los datos de la última Encuesta de Usos del Tiempo disponible (2011). Esta muestra la media del tiempo que dedica la población a cada tarea, reflejando que las mujeres dedican de media 1:52 horas más que los hombres al hogar y la familia cada día. En el trabajo remunerado la relación se invierte. Ahora bien, "cuando se suman las dos el total es superior en el caso de las mujeres, dejándolos menos tiempo para el resto de actividades", ha destacado Carme Poveda.

La Cámara de Barcelona ha acogido la presentación del estudio. PGF



Dentro del hogar y la familia las mujeres dedican mucho más tiempos que los hombres a las principales actividades: culinarias, mantenimiento del hogar, planchar, etc.; mientras que en cuestiones como las compras y la atención a los niños las diferencias no son tan altas. Sea como fuere, ellas se encargan mayoritariamente de las tareas más pesadas y poco valoradas.

En cambio, "los hombres dedican más tiempo a actividades menos monótonas y con más reconocimiento social: reparaciones, jardinería, etc.", contrasta Poveda. Entre las encuestas de usos del tiempo del 2003 y del 2011 se observa que los hombres han dedicado 23 minutos más al hogar y las mujeres 20 menos. "Tardaríamos cuatro décadas a lograr la igualdad a este ritmo, el adelanto es muy lento", ha lamentado Poveda a pesar de mostrarse esperanzada con la actitud de las nuevas generaciones.

En total, la carga del trabajo (sumando el remunerado y el no remunerado) implica para las mujeres una dedicación de 6:28 horas al día; por las 5:34 horas de los hombres. Por segmentos de edad, el tiempo que dedican las mujeres al hogar y la familia se multiplica por dos a partir de los 30 años, mientras que en los hombres el que se multiplica por dos es la dedicación al trabajo remunerado. "Es aquí donde se crea la desigualdad", ha señalado Poveda.

Entre todo el mar de datos, pero, un clave donde aferrarse para el optimismo. "A medida que aumenta el nivel de estudios la brecha disminuye. Es un resultado esperanzador: si invertimos en formación podemos ver cambios más rápidos", ha concluido el economista.

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