Londres pide el divorcio

El procedimiento de la rotura, la situación de los trabajadores comunitarios, el mercado único y las fronteras son los puntos calientes de la negociación entre Bruselas y el Reino Unido

La primera ministra británica, Theresa May, pulsa el gatillo del Brexit este miércoles día 29 y pone fin a 60 años de historia europea construida sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. El Reino Unido activa el Artículo 50 del Tratado Europeo de Lisboa mediante el cual Londres pide el divorcio a la Unión Europea. Una separación que seguramente durará un par de años y que tendrá que aclarar, entre otras cosas, si los europeos residentes al país podrán trabajar libremente, la factura que Londres tendrá que pagar por los compromisos presupuestarios hasta el 2020 o la relación comercial entre el club de Estados y el país.

Justamente este sábado los 27 socios celebraban el sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma a la misma capital italiana. Una cita a la cual May no asistió. La premier británica ha cumplido con su calendario y ahora le toca en Bruselas marcar el paso. A finales de abril se fijarán las directrices porque el equipo negociador, encabezado por Michel Barnier, arranque las conversaciones –que pueden durar 18 meses-.

Una negociación que arranca con el debate sobre, precisamente, como realizarla. El Reino Unido quiere negociarlo todo de golpe y la Unión Europea quiere hablar de cada tema concreto. "Una negociación global puede dar más fuerza en Londres porque, a pesar de que tiene muchos puntos de desventaja, también tiene algunas cartas para jugar" dado que es una economía muy relevante para la Unión Europea, afirma el catedrático en ciencia política de la Universitat de Barcelona, Cesáreo Rodríguez-Aguilera. Así, si la negociación se hace sector a sector "la balanza se decantará en perjuicio del Reino Unido", añade.

"Peor por el Reino Unido"
En un artículo publicado este domingo al Financial Times, Barnier opina que un escenario sin acuerdo entre Londres y Bruselas tendría "serias consecuencias para nuestros pueblos y nuestras economías. Sin duda dejará peor en el Reino Unido".

El negociador avisa que el más importante es proteger los derechos de los 4,5 millones de comunitarios residentes en el Reino Unido que se encuentran ante un futuro "incierto", por lo cual promete trabajar desde el principio a favor de resolver la situación de todos los afectados. Y precisamente esta es una de las cartas que con más bastante puede jugar el Reino Unido en las negociaciones con Bruselas, afirma el catedrático en ciencia política.

Pero esta fuerza también se encuentra en el otro lado por "la gran cantidad de trabajadores y funcionarios británicos que trabajan en otros países de la UE".

Rodríguez-Aguilera avisa que el Parlamento británico debatió sobre el tema y, mientras los laboristas intentaron preservar los derechos de los comunitarios residentes en el Reino Unido, los conservadores no se comprometieron formalmente. Y esto es una declaración de intenciones. El profesor de política no cree, pero, que finalmente los derechos de estos trabajadores queden muy malogrados "pero cómo se trata de una fuerza negociadora, May no dará facilidades todavía".

El profesor pone el ejemplo de las enfermeras de países de la Unión que trabajan en el Reino Unido. "Si sus condiciones de residencia y de trabajo empeoran y tuvieran que volver, el problema más grande seria por el Reino Unido", apunta.

Trabajadores, personas y mercancías
El tema de los movimientos migratorios y las fronteras -Gibraltar, Irlanda norteñas, Calais- es otro de los puntos calientes de la negociación. "El Reino Unido siempre ha tenido mucho de interés a participar en el mercado único y sin la libre circulación la Unión no transigirà en este asunto, y si lo hace, se suicida", alerta Rodríguez-Aguilera. Según el profesor, la UE ofrecerá a los británicos una situación similar a la de Noruega, cosa que significa participar en el mercado único pero a cambio de reconocer la libre circulación de personas. Y esto con dos inconvenientes: no participar en las negociaciones de la normativa interna pero contribuyendo. "Si el Reino Unido cede, creo que habrán hecho un pésimo negocio", opina Rodríguez-Aguilera.

Sobre un tratado de comercio, el negociador de la UE agrega a su artículo que entre las "consecuencias" de una falta de acuerdo entre ambas partes figuran largas colas al puerto inglés de Dover y problemas en el transporte aéreo, así como inconvenientes en las cadenas de suministro. "Mientras que a los 27 miembros los resultará más fácil ajustarse al cambio, puesto que seguirán beneficiándose del mercado único, la unión aduanera y más de sesenta acuerdos comerciales con socios internacionales", escribe Barnier.

May, pero, ha avisado que incluso están dispuestos a renunciar a un mercado de 500 millones de consumidores. En este caso "sólo los quedará confiar en los Estados Unidos y la Common Wealth, una alternativa más débil". Porque, a pesar de que últimamente las relaciones comerciales con las antiguas colonias y los Estados Unidos han crecido, más de un 60% de las exportaciones británicas van a la UE, "y esto no se puede cambiar en una legislatura".

La esperanza falsa
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aseguró que la cantidad que tendrá que pagar el Reino Unido a la Unión Europea para abandonar el bloque comunitario será de unos 60.000 millones de euros. "El Gobierno y el Parlamento británico asumieron ciertos compromisos como miembros de la UE y tienen que cumplirse", afirmó el luxemburgués.

Todos los beneficios que los del Leave preveían ahora ya no parecen tan claros. En este sentido Rodríguez-Aguilera cree que los británicos se han dejado engañar por los euroescèptics "que no creían que ganarían nunca, pero ahora ya no hay marcha atrás". Según el profesor, "después de la crisis del 2008 la protesta social lo está canalizando la derecha radical populista -sólo hay que ver la victoria de Trump- y estamos pagando la política obtusa de la inflexibilidad neoliberal que no ha sabido gestionar las consecuencias de la globalización". Así, ahora "la esperanza vuelve al proteccionismo, pero esta es una mala respuesta a los problemas de la economía globalizada", sentencia.

Una salida noruega
La negociación punto por punto del Brexit podría alargarse hasta 10 años, apuntan los expertos. Por eso Rodríguez-Aguilera cree que se acabará optando por una vía intermedia de tipo noruego "con intensas colaboraciones".

La fuerza negociadora del Reino Unido es alta pero no infinita por los "riesgos internos que podrían poner en riesgo la misma continuidad del país como lo conocemos hoy". No se puede ignorar el hecho que Irlanda norteño y Escocia votaron en sentido totalmente contrario al de Inglaterra y Gales al referéndum. Y tampoco se puede ignorar el hecho que el Parlamento escocés ha apoyado a la ministra, Nicola Sturgeon, en sus planes de celebrar un segundo referéndum de independencia por Escocia.

Rodríguez-Aguilera cree que la legislatura británica acabará antes de los dos años de negociación del Brexit. "Y un cambio de mayorías en Westminster no descartaría un cambio de programa", prevé el catedrático. "Dos años -prorrogables- que en política es mucho tiempo", expresa el experto, que opina que puede pasar de todo, teniendo en cuenta "la fuerte oposición del 48% de los británicos que votaron en contra del Brexit y que Toni Blair intenta liderar un movimiento para revertir la salida". Todo depende del que pase en los próximos meses cuando se abren las negociaciones, "pero no podría afirmar al 100% que el Brexit se consume".
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