Trump contra México (y contra Detroit)

El nuevo presidente de los EE.UU., siempre rodeado de polémicas, olvida que toda industria tiene cadenas de valor que van más allá del mercado local 

Con el Tribunal de Apelaciones norteamericano estudiando su veto migratorio, la prensa en contra por las acusaciones constantes y la diplomacia internacional expectant, el nuevo sustituto de Barack Obama no para de protagonizar portadas. Pero, sin duda, el muro entre México y los Estados Unidos es, probablemente, la imagen más gráfica de la era Donald Trump. Pero la ofensiva del nuevo ocupante de la Casa Blanca contra el país azteca traerá consecuencias negativas por la economía estatunidenca y, muy concretamente, por la industria del automóvil de la cual el nuevo presidente ha hecho bandera. Esta es una de las conclusiones que ha lanzado Francesc Xavier Mena, catedrático de economía, en su conferencia Perspectivas económicas 2017: un año de incertidumbres, organizada por Esade en Barcelona.

En los últimos 20 años, gracias al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta), la industria automovilística ha situado los procesos que conforman su cadena de valor en varios puntos de los Estados Unidos, México y Canadá. De este modo, es difícil discernir qué parte de un coche Ford ha sido fabricada en Detroit y qué otra, a San Luís Potosí, uno de los grandes clústeres mundiales de la automoción.

Tal como destaca Mena, "el Nafta ha convertido México en el gran fabricante exportador de coches del mundo, y en un hub muy importante también para empresas otros países como el alemana BMW, la japonesa Toyota y la coreana Kia, que han situado parte de su producción en México". El país hispánico mantiene tratados con 44 países y fabrican varias compañías auxiliares como la catalana Ficosa, que produce parte de sus retrovisors en el país.

Planta de Ficosa en Viladecavalls. ACN


"Es evidente que la industria del automóvil en Detroit y a la zona de los grandes lagos no ocupa hoy en día la misma cantidad de gente que en el pasado –recuerda Mena–; sin embargo, hay que recordar que los Estados Unidos continúa produciendo las partes de los automóviles que tienen un valor añadido más alto". Por lo tanto, si la Administración Trump cumple la prometida de aislar la industria de los Estados Unidos, malogrará todavía más la fabricación nacional de coches y encarecerá el precio desorbitadamente. El mismo pasará si se emperra al sustituir la China como fabricante de productos de electrónica.

"Quién quiere trabajar como un chino?"
La fabricación total dentro de los Estados Unidos encarecerá los productos, que quedarán cada vez más fuera del alcance de los consumidores estatunidencs, a la vez que intensificará la robotització de muchos de los procesos. "Encontrará Donald Trump tantos ciudadanos de los Estados Unidos dispuestos a trabajar en las condiciones y con el sueldo que tienen los mexicanos o chinos?", se pregunta el profesor.

De momento, los principales actores del sector del automóvil, encabezado por empresas como Ford o General Motors, ya se ha reunido con Donald Trump, recordándole que toda industria tiene cadenas de valor que van más allá de su mercado local.

Dirige también ha alertado que la no ratificación del tratado comercial con los países del Pacífico deja un vacío que podría ser ocupado por el gigante chino. "Girar la espalda a este tratado podría impulsar las relaciones comerciales entre la China y los países que sí que han ratificado el acuerdo", apunta.

 
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