BCN Drone Center, 2.500 campos de fútbol para tu dron

Con tres años de vida, las instalaciones ubicadas en Moià son uno de los 10 centros de pilotaje de drons existentes al mundo, por donde ya han pasado más de 400 profesionales de 60 países

Un dron puede mostrarnos una vista aérea sorpresiva de una ciudad como Barcelona, pero las funciones de esta aeronave de pequeñas dimensiones, no tripulada y dirigida remotamente, van mucho más allá. Este sofisticado aparato es capaz de detectar minas antipersones en Bosnia, volar sobre Lorca para valorar los desperfectos del terremoto, localizar los focos de un incendio o identificar el transporte de sedimentos del río al Delta del Ebro. Las posibilidades de su cámara de alta definición y de sus movimientos al aire son infinitas, y en el BCN Drone Center lo saben. Ubicado en Moià, en Barcelona, es uno de los 10 centros de pruebas de drons que existen en el mundo, equivalente a las instalaciones que tienen en Finlandia, Suecia, Canadá o Islandia.

Jordi Santacana, fundador del BCN Drone Center, tenía una empresa de importación y exportación de material aeronáutico desde hacía tiempo, y como afición, construía aviones teledirigidos similares a los drons cuando la palabra "dron" ni siquiera existía. Un día, cuando estaba experimentando al aeródromo de Moià, aterrizó un alto cargo de la empresa Indra. Gracias a él, el 2003 creó CATUAV, una compañía dedicada exclusivamente a los drons. Ahora son seis personas al equipo, entre ingenieros industriales, aeronáuticos y electrónicos, personal de marketing y profesionales otras disciplinas.

Marc Beltran es ingeniero aeronáutico, Business Development y uno de los cuatro socios del BCN Drone Center. "Hace 16 años nacimos como CATUAV -de las palabras Cataluña y UAV, que significa 'dron'- con el objetivo de diseñar, construir y operar drons. El centro de Moià fue uno de los primeros de Europa al aparecer, y hoy en día somos el espacio con más experiencia en el sector", explica.

Moià, la mejor localización
De todas las localizaciones que se plantearon en un inicio para montar el centro, Moià resultó ser la zona que reunía las mejores condiciones. "Hicimos pruebas al aeródromo de Moià, pero nuestra presencia allá no era compatible con los entrenamientos que realizaban los pilotos. Necesitábamos un lugar exclusivo para drons. Moià era la finca idónea; un lugar despoblado pero a sólo una hora de Barcelona. Eran 900 metros de zona elevada y no había vientos ni niebla, los principales enemigos de los drons", relata. De forma que, "con capital privado y sin ninguna ayuda externa", compraron la finca. El paso siguiente fue pedir un espacio aéreo segregado en Madrid, sólo para drons.

El centro de Moià cuenta con 25 kilómetros cuadrados, que equivalen a 2.500 campos de fútbol. Es un edificio bioclimático y autosostenible: el 100% de la energía se genera con paneles fotovoltaicos y aerogeneradores (molinos de viento). El agua se recoge de la lluvia y la calefacción se obtiene quemando leña.

El objetivo del centro es ofrecer servicios e instalaciones, vender drons y dar formación para aprender a ser piloto de esta aeronave de pequeñas dimensiones, no tripulada y dirigida remotamente. "Nuestra intención es dar respuesta a la ciudadanía ante una demanda específica. Hay circuitos para probar coches y motos, pero hasta ahora no había para probar un dron", comenta. También proporcionan un servicio de consultoría a las empresas y ofrecen sus ingenieros por horas.



Clientes de todo el mundo
En los tres años de vida del centro, han pasado por las instalaciones más de 400 profesionales de 60 países para asistir a los cursos de formación semanales que ofrece el espacio a cualquier persona que quiera aprender a pilotar un dron y que cuestan 1.350 euros, con alojamiento incluido. "Hemos tenido gente muy singular: un alto responsable de la ONU, un catedrático de Harvard, gerentes de parques naturales de Kènia que querían seguir con un dron los elefantes, personal de centros especiales rusos....", confiesa Beltran.

En este tiempo, el centro ha ido evolucionando y ha incorporado novedades. Hoy, dispone de drons más grandes y con más autonomía, así como de un centro de control nuevo, de forma que no hay que salir del edificio para hacer volar un dron. También ha añadido un laboratorio outdoor, porque los drons puedan hacer pruebas con sus ópticas y sus sensores, y un helipad, donde pueden aterrizar los drons que se conocen como multicòpters.

Base operativa de la Agencia Espacial Europea
La novedad más destacada pero, es el acuerdo que han logrado con la Agencia Espacial Europea y la Generalitat de Cataluña que convierte el centro de drons de Moià en la base operativa de pruebas de todas las empresas de drons incubadas por la organización internacional y que se enmarca dentro del plan Catalonia Smart Drones. Es decir, A partir de ahora, más de 400 start-ups europeas del Business Incubation Center relacionadas con el espacio podrán probar sus drons en Cataluña.

"Ya somos un centro de referencia de pilotaje de drons, y vamos por el camino de convertirnos en un hub mundial. Queremos compartir conocimiento y ser únicos en el mundo. Un polo de atracción", reconoce el socio.

Drons con 14 horas de autonomía
De drons hay de dos tipos. "El multicòpter es el más conocido de todos, el que usa la gran mayoría. Es lo más básico y con el que conseguimos hacer vídeos de paisaje. Los drons de ala fija son los otros. Parecen un avión y tienen más autonomía. Mientras un multicòpter dura, como mucho, 20 minutos, el otro puede durar entre una hora y 14 horas. El hecho de tener más autonomía, nos permite cubrir más hectáreas", subraya Beltran.

Hoy, grandes empresas como Facebook y Google están comprando drons de ala fija de 40 metros de envergadura para hacerlos volar por la estratosfera, a 30 km levantada, con placas solares a las alas. "Quieren durando meses con el objetivo de traer 4G a zonas remotas donde no hay Internet", dice.

Hay que tener en cuenta que los drons no pueden volar en cascos urbanos, ni sobre concentraciones de personas. Tampoco pueden hacerlo a 15 kilómetros de radio del Aeropuerto de Barcelona. Además, el techo máximo de quiere tiene que ser de 120 metros, y el piloto no puede alejarse más de 500 metros de su dron, alertan desde el BCN Drone Center.
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