Hacer negocio con el turismo del vino

Las bodegas catalanas, los más visitados del Estado, centran esfuerzos al enoturisme intentando conquistar nuevos visitantes durante el verano

No es esta la época más fácil para ellos y lo saben. Habitualmente, las visitas a las bodegas se planifican en otoño y la primavera. Y con la llegada del calor, los turistas elijan (mayoritariamente) las propuestas ligadas al solo y la playa y se alejan del interior. Por eso, a la asociación Enoturisme Penedès se esfuerzan para mostrar, con propuestas cada vez más interesantes, el arduo trabajo de una bodega para promocionar el sabor de sus caldos.

Desde la poda de la viña hasta la cata más exquisita, descubrir el trabajo de los enòlegs puede ser un atractivo más para vender la marca . "El enoturisme es una vía con un contacto directo con el consumidor final, que se los permite posicionamiento de marca , reconocimiento y un importante número de ventas directas en la bodega durante la visita", explica Núria Sala, directora de Enoturisme Penedès. La entidad, surgida el 1999 ligada a la Denominación de Origen (DON) que trae el mismo nombre, engloba un total de 180 empresas catalanas (de Barcelona y Tarragona), 76 de las cuales son bodegas. Sala lo define como un proyecto turístico que rompe las barreras administrativas "con el objetivo de poder dar al visitante una experiencia llena". Y todo, en una DON donde conviven vinos y cavas.

Entre ellos, los más grandes: Bodegas Torres, Freixenet y Codorniu . "La imagen de las empresas grandes nos ayuda al resto, porque a escala internacional nos posicionarán antes con la referencia de una gran marca", explica Sala. Y es que el perfil de las empresas de la DON es muy uniforme: pequeñas y medianas empresas, muy familiares, que hace poco que están apostando, de lo lindo, por el enoturisme.

Enoturisme desde los años cuarenta
Con todo, se encuentran excepciones. Cavas Nadal es uno de estas bodegas, de idéntico perfil organizativo, pero pionero en cuanto a la visión de la importancia de la visita turística. Xavier Nadal, tercera generación de esta empresa familiar, explica que Cavas Nadal se dedica al enoturisme desde el año 1943. "Entonces no había una cultura sobre el consumo del cava, y nosotros ya hacíamos la visita turística dirigida a la gente de la cercanía de Barcelona y a los primeros turistas que iban a la costa de Tarragona y Sitges. La gente vendía, conocía el proceso de elaboración y probaba los productos", apunta el empresario.

Con previsión, en 2000 iniciaron el proyecto 'Amigos de Cavas Nadal', un colectivo que, por esta bodega, funciona como "un tipo de ensayo", tal como explica Nadal. "Lo utilizamos para probar nuevas experiencias a partir de las cuales vamos actualizando nuestra oferta, que tenemos fija todo el año". Proponen desde paseos en carruaje hasta viajes en globos en el área de su masía, propiedad de la familia desde el siglo XVI.

Experiencias con un único objetivo. "El enoturisme te permite dar una imagen muy concreta de la calidad, de cómo haces las cosas y poder vender unas botellas. Cada una de estas botellas que se destapa el día siguiente permite que la gente pruebe el vino y vuelva a hablar de nuestra marca, que es el que realmente nos interesa", declara Xavier Nadal. Actualmente, con una facturación anual de 2,4 millones de euros, las actividades derivadas de la enoturisme suponen el 10% de los ingresos de esta pyme que da trabajo a una veintena de trabajadores. En total, 5.000 visitantes han pasado el último año por esta bodega del Penedès especializado en vinos blancos y cavas.

La viña de los artistas, otra propuesta
A la DON Costers del Segre, la bodega Mas Blanch y Jové también ha apostado por el turismo del vino. Con una propuesta cultural, han convertido sus tierras en "la Viña de los Artistas". Cada año un artista expone, de manera permanente, su obra a la bodega, el que se convierte en un atractivo más para el visitante. "Los artistas lo pasan muy mal y esto es un poco ayudarlos desde el territorio", explica Sara Balasch, co propietaria del negocio. Su familia regenta una empresa metalúrgica en Agramunt y este es un proyecto que activaron en 2006 por la confianza y el aprecio por el vino. "Nos trae mucho trabajo porque esta es una empresa sin ánimo de lucro. Alguna vez puede llegar a ser sostenible, pero de momento no lo es", asegura Balasch.

Aún así, la bodega ha duplicado el número de visitantes en un año: de los 2.000 asistentes del 2012 han pasado a 4.000 visitas en 2013. "Nos hemos tomado el enoturisme muy seriamente. A pesar de que no es el mismo vender al distribuidor que la venta al público, para nosotros este es el cliente que más funciona", declara Balasch.

Cada año producen entre 45.000 y 50.000 botellas de sus seis variedades diferentes: tres tipos de negros, dos blancos y un rosado, todos bajo el nombre de Sazón, la marca de la casa. A la espera de la certificación ecológica que los tiene que llegar en marzo, Mas Blanch y Jové liga el arte de creadores como Gregorio Iglesias, Carles Santos, Josep Guinovart y Susana Solano, la artista invitada del 2014 para atraer el interés de los turistas, vecinos o no de la comarca leridana de Las Garrigues.
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