La madera que te hace sonreír

Albert Sanz y Javi Galceran, graduados en publicidad, han creado Miss Wood, un producto de diseño artesanal que ya cuenta con pedidos de Argentina y el Canadá. Esta es la crónica de dos jóvenes extraordinarios

Llegamos a la estación de Granollers del mismo modo que si acabáramos de atravesar el Estrecho, o atravesar medio Europa, o no lo sé. Hemos salido de buena mañana, de Barcelona, con actitud aventurera (cargados con nuestros trastos: libreta, cámara y dieciocho mil bolígrafos, porque nunca se sabe). Albert Sanz y Javi Galceran nos esperan a las puertas de la estación, a su coche, y un reconfortante "serán sólo cinco minutos" alivia la espera hasta llegar al destino tan esperado. Vamos al taller de Miss Wood –señora madera, ahí es nada–. Y por las fotos que hemos visto en Internet nos imaginamos dos artesanos, trabajando, mano a mano, en una cabaneta nórdica, camuflada entre abetos y nieve. Talando maderas, pensando mensajes, puliendo con gracia tipografías que son auténticas maravillas.

De momento, nos han venido a buscar a la estación dos chicos vestidos de manera moderna y deportiva, y deducimos que son ellos los "carpinteros" con quienes hemos sido interactuando vía corred electrónico estos días, Albert y Javi. Y sí, son ellos. Nos dicen que nos traerán a les Franqueses del Vallès , localidad cerca de Granollers donde se encuentra la casa taller. Alternan indistintamente catalán y castellano, nos hablan de los Blancos y Moratones (fiesta mayor de Granollers), de Barcelona, de lugares por donde salir, de fiestas de pueblo. Y vemos en el momento que estos dos chicos, de 23 y 24 años, son "mucho la casa" y que Miss Wood, a pesar de la estética cuidadíssima cómo muy norteña de Europa, o del Canadá, es un producto artesanal 100% catalán, desde el principio hasta el final. Y esto nos gusta todavía más.

Aparcamos ante la casa de Albert. Una casa que, al atravesar la piscina, se convierte en taller. Albert ha invadido despacio el territorio familiar, como un hijo okupa, y allá, en la zona que en otros tiempos sirvió para hacer barbacoas y como trastero de cosas inservibles, se encuentran los woodies, maderas de diferentes medidas con mensajes en inglés de ser muy felices, de vivir la vida en el máximo, de estimarse mucho un mismo, de tener una casa guapa en Hawai o en Palamós o de animarse mucho y cuidar tu ego de buena mañana. Todo así, mensajes felices. Visto así, con cara y ojos, es muy fácil de explicar, pero antes de que el woodie tuviera forma de woodie, explícale tú a la abuela de Albert qué gracia tiene pintar madera con letras y convéncela que esto a la gente le gustará. "Es un producto que explicábamos a nuestros padres y no lo entendían, pero siempre nos apoyaron y nos dijeron que, si creíamos, adelante", explican Albert y Javi.

Y no se equivocaron. Los woodies han triunfado (la fiebre por las cosas hechas de madera y las cosas guapas ayuda, sí) pero ellos no se consideran una moda, porque al fin y al cabo la madera en decoración siempre ha existido. De hecho, no sólo hacen maderas decorativas, sino que despacio buscan dar nuevos usos en la idea original. Ahora, por ejemplo, han sacado la colección de relojes Woodie Watch.

Inicios de Miss Wood
Y, como casi todas las cosas del mundo, la idea del woodie llegó un poco como por casualidad. La hermana de Albert se fue de luna de miel en Nueva Zelanda y trajo un recuerdo curioso. Atención, mensaje a intrépidos viajeros: existen recuerdos más allá del "Fui a Jaén y me acordé de tú". El recuerdo era una pequeña madera con una frase estampada. Albert (en aquella época creativo becario a la agencia BUM, la del controvertido spot de Envase donde vas?) comentó a Javi (director de producto a Westwing España) uno "mira que xulo el regalo de mi hermana, que esto aquí no se hace, que en otros países sí, y que lo hacemos, o qué". Y Javi no tardó lo más mínimo a darle uno sí muy convincente.

Mano a mano, empiezan a dar forma a Miss Wood y le dan nombre de Miss, y aquí el toque elegante de dos chicos que han estudiado publi y los ha servido de algo, empiezan a pensar en el primer prototipo, en el material y a contactar con proveedores. Y esto del final es el grande qué del asunto, porque cuando eres joven y montas tu tinglado, muy hihi y muy haha, pero los más grandes te miran de manera extraña, te dicen que para qué diantres quieres no-sé-cuántas-toneladas-de-madera y que esto de los woodies qué es y qué garantías tiene. Al final, Albert, "porque Albert para lo cual es un pelmazo y si tiene que trucar a 20 lugares, él lo hace" –explica Javi, con afecto– consigue un proveedor bueno y fiable, que los corta las maderas como le piden (¡aleluya! no era tan difícil) y los permite salir adelante con los trastos de madera.



A Albert se le acaban las prácticas –está bien esto de poner punto final a tu época de becario en algún momento de la vida, probadlo– y Javi está de contrato, y bien, y a gusto, pero pasa más tiempo pensante en Miss Wood que en su trabajo. Así que dice adiós a la empresa (tal como lo sienten, deja el trabajo) y se dedica de pleno a Miss Wood. "Éra una decisión arriesgada, pero pensé que si no hacía esto ahora, que no tengo hijos, que no tengo 40 años, no lo haría nunca. Tampoco necesitaba una gran inversión para seguir con Miss Wood, con los ahorros que tenía podía ir echando", explica Javi. Tiene claro que esto sólo se puede hacer si vivos con los padres, es verdad, pero también si confías muy fuerte en un proyecto como Miss Wood que, al final, ha dado resultados.

De los 4.800 euros por ningún (Albert y Javi) que invierten de capital inicial, todo está recuperado. La jugada los ha salido bien: si al principio sólo compraban amigos y amigos de amigos, ahora compra mucha gente, también de Francia . Incluso llegan pedidos de Argentina y el Canadá que no pueden atender -de momento- por temas de gastos de envío. Paciencia. Después hay la gente de las Canarias, esto es otra dimensión, que son aquí debajo pero parece que estén a años luz de distancia, y enviar un paquete cuesta cinco veces más que en la Coruña. Todo el tema de administración, envíos y la bendita Hacienda lo controla la madre de Albert que ha asumido (voluntariamente) el rol de contable. Y ella, encantada. Tened madres para lo cual.

Además de Internet, los woodies también se pueden comprar en puntos de venta físicos, pero puntos de venta bonitos, está claro que sí. No se conforman a estar a cualquier lugar, y todavía menos al Corte Inglés. Las suyas son tiendas pequeñitas, que apuestan por la artesanía, las cosas muy hechas y todo aquello vanguardista, como Mercantic (en Sant Cugat), la Talenta  (en el Barrio Gótico) o la tienda Oh My God (al Borne). Aunque reconocen la importancia de las redes sociales, de la estar al día, en contacto con los clientes y avanzando producto: "las redes sociales nos han dado el 80% del que somos hoy", admiten.

El futuro delante
Desde septiembre trabajan de manera más seria y con horarios fijos, bien, esto es relativo, que Javi es el "triganer" y Albert un tempranero incurable, de aquellos que se levantan a las séis para ir a hacer surf. Hablar del tema horarios es como destapar el cajón de sastre de un matrimonio muy avenido, pero con sus pequeños trapos sucios.

"De acuerdo, yo soy un triganer, pero Albert es un desordenado, típico creativo, ya se sabe…". Albert se pone a reír. Albert tiene muchas ideas, no para de pensar, llega a casa y se pone a mirar cien blogs de diseño . Javi, en cambio, es más pragmático, resolutivo, "¿quiero hacer esto?, pues pensamos como, que necesitamos". "Yo no tengo ideas y Albert muchas", dice Javi. Y así van tirando. El que le falta a uno, lo tiene el otro, y a la inversa. Javi monta los vídeos, Albert crea los diseños y se pelea con Photoshop para cuadrar los woodies personalizados que pide la gente, porque aquí cada cual puede pedir su frase y ellos la ponen en formato bonito en una madera. [Queremos desde aquí saludar la familia que encargó un woodie gigante para colgar en casa con normas del tipo "no sollozar", "dar siempre las gracias" y "abrazarse mucho". Muy bien, familias modernas].

Pero no sólo esto. Los woodies están siendo tan populares en tan poco tiempo que ya han llegado a dos grandes colaboraciones con empresas de nivel. Primero, en la confección de un lettering brutal que han pintado (a golpe de brocha) para el restaurante Monchos. Un mural enorme de 14m x 2m de largo, una especie de macro woodie que ha traído dos semanas de intenso trabajo y que ahora mismo supone el mismo que "tener una valla publicitaria en pleno centro de la ciudad", explica Javi.

Y, después, la locura ha sido recibir una llamada de los organizadores del festival Arenal Sound, en Borriana. Miss Wood se encargará de decorar con woodies la parte VIP del festival, además de diseñar algunos de personalizados para los 60 artistas que participarán. Esto es mucha mucha pasta, sí. Pero por encima de todo mucha imagen para ellos, que tendrán un estand para enseñar los productos, serigrafiar en directo maderas y mostrar a los sounders las cosas bonitas que se pueden hacer sobre madera. Y porque bailar y cantar al ritmo de Placebo , Die Antwoord o Crystal Fighters rodeado de carteles con escritos Don't walk, dance, You only live once o Hey you! Smile se podría calificar de experiencia casi onírica.


La sección Jóvenes Extraordinarios es una colaboración con el proyecto Jóvenes (sobre)salientes. 
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