Mitos y realidades de la emprendeduría

El ecosistema emprendedor que se ha generado en los últimos años es complejo, dinámico y cada vez tiene más nuevos agentes. A la hora de emprender hay que conocer bien las claves de este mundo para asegurar el éxito y la supervivencia

Sentir a hablar de start-ups, incubadoras, business angels, venture capital y programas para jóvenes emprendedores es muy común sobretodo si trabajas en el sector tecnológico o estás vinculado en el mundo empresarial. En un momento en el que los emprendedores se han convertido en los nuevos héroes nacionales y que los agentes del sector buscan las claves para crear el ecosistema que dé la vuelta en la economía, VIAempresa desmitifica y reafirma algunas de las variables de la emprendeduría.

La psicología del fracaso
La tasa de fracaso de las start-up continúa siendo altísima. Según la directora del Centro de Emprendeduría de la Universidad de California-San Francisco (UCSF), Stephanie Marrus, "cerca del 90% de los casos de start-up fracasan, no porque la tecnología no sea buena, sino porque la empresa no tiene clientes".

Este porcentaje varía según el ecosistema en el cual se encuentran las start-ups. "La tasa de mortalidad de las compañías es menor en los Estados Unidos que en España", afirma el colaborador científico del Departamento de Iniciativa Emprendedora de la IESE, Mathieu Carenzo.

Desde una óptica más constructiva, "que una compañía no sobreviva más de tres años, no quiere decir que aquel emprendedor no pueda montar otra; el fracaso se tiene que integrar en el proceso", añade Carenzo que recuerda que "en España todavía hay un estigma" mientras que en otros países, el fracaso adquiere un valor positivo en forma de experiencia y aprendizaje.

Crear una empresa es posible, puestos de trabajo es difícil
Una de las variables porque una empresa tenga éxito es el ecosistema en el que se encuentra. Según el colaborador de la escuela de negocios, "crear una empresa es posible; hay ayudas públicas, un ecosistema de business angels e inversores privados… Ahora bien, no hay financiación por el crecimiento".

Carenzo advierte que el ecosistema para financiar el crecimiento en España es relativamente débil: "El mayor momento de creación de puestos de trabajo es entre los tres y los ocho años de vida de una empresa y, para que una empresa llegue a esta edad se necesita financiación". El experto también recuerda que es una competición global y si otras compañías otros países tienen "la gasolina de la financiación", irán más rápido.

En este sentido, Carenzo especifica que "la inversión en start-ups no es límita a un número limitado de agentes con mucho dinero, sino que en las sociedades más emprendedoras como Israel o Estados Unidos, mucha gente participa de una forma o de otra del movimiento start-up".

Una cultura que no celebra el éxito
No hay emprendedores de éxito en Europa? Sí, pero no son visibles. Todos los expertos coinciden al decir que "necesitamos modelos". Softonic, Privalia o eDreams son tres casos de empresas con sede en Barcelona que han creado miles de puestos de trabajo con valor añadido. "Hace 10 años estas compañías ni existían!", recuerda Carenzo.

Eliminar las connotaciones negativas de la palabra empresario es necesario para no hacer disminuir las aspiraciones de los jóvenes, en un país donde la tasa de paro juvenil se del 53,2%, la segunda más alta de la Unión Europea, sólo por detrás de Grecia. "Estas son las compañías que crecen, las que pueden generar más valor hacia la sociedad, más beneficios y, en definitiva, más ocupación", sentencia el experto.

Del 'Business plan' al 'Lean LaunchPad'
"Fail fasto, succed faster". Es el lema de Stephanie Marrus para explicar la importancia de la teoría Lean LaunchPad. "Esta práctica muy extendida en los países anglosajones te ayuda a ver si el que estás haciendo es una buena idea". Es decir, te ayuda a reducir el riesgo. Según Marrus, después de haber identificado el problema y la solución, hay que probarla con los usuarios o futuros clientes para validar el producto o servicio.

Carenzo también lo tiene claro: "No hay nada más interesante para valorar la viabilidad de un negocio que testejar-lo con los clientes potenciales". En ninguna parte de invertir mucho dinero haciendo un business plan y estudios de viabilidad es más prudente utilizar el capital para probar el producto al mercado". No obstante, el profesor reconoce que este nuevo paradigma es práctico por e-commerce, empresas de marketplace en Internet, sector móvil… Pero que la ejecución se complica cuando se trata de capital industrial.

Vender al exterior o ser global
Ambición global o como mínimo europea. Este tendría que ser el objetivo de cualquier start-up. "Para crear valor tenemos que crear empresas que tengan una visión global desde el primer día", advierte Carenzo.

El hecho que España sea un mercado de 40 millones de consumidores potenciales y que, por el contrario, Estados Unidos sea de 300 millones hace que jugamos en desventaja en la competición global. "Si tuviéramos una Europa más unida a nivel económico tendríamos un mercado igual de grande que el de Estados Unidos".

Se puede enseñar a emprender
"Yo creo que las personas o son intrínsecamente emprendedoras o no lo son", afirma Marrus, que matiza que "el que si que se puede enseñar son las técnicas y los conocimientos necesarios para crear un negocio de éxito".

En este contexto, el colaborador del IESE cree que la clave está al enseñar a ser un buen emprendedor para reducir la tasa de mortalidad de start-ups. "Cuanto más formado esté un emprendedor, más potencial de crecimiento tendrá y en consecuencia más capacidad de generar puestos de trabajo. Los idiomas, la formación y la red son tres características que te hacen ser mejor emprendedor, en el sentido de reducir el riesgo".

Habilidades diferentes, valores comunes
La lógica académica no siempre sirve por el mercado laboral. "Nos enseñan a ser unos expertos verticales, pero si un emprendedor no tiene un conocimiento horizontal y no se capaz de leer un balance le será muy complicado", critica Carenzo.

"Los emprendedores tienen que traducir su idea en un entorno laboral y pensar qué necesita ver un inversor para invertir en su proyecto", añade la directora del Centro de Emprendeduría de California, que recuerda que "hay que promover este puente desde las universidades".

En este sentido, el equipo de una start-up tiene que ser variado y completo, es decir, con habilidades complementarías. Según el profesor, "es igual de imprescindible el perfil técnico, que el de ventas y el de gestión. El más importante es compartir unos valores y unos objetivos comunes".
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