Barcelonesos por elección 

Elegir una pareja es la declaración de amor más profunda, lo es también elegir la ciudad en la cual vivimos? Escuchando en unos cuántos extranjeros que han venido a vivir en Barcelona, dicen que por siempre jamás, es descubrir una historia de amor. Una historia de superación. Una historia de éxito.

Algunos vinieron de viaje y se han quedado, otros han acompañado a su pareja a casa, y todavía otros han devuelto después de muchos años de haber pasado una temporada (estoy pensando en Erasmus). Todos, por el camino, han tenido que adaptarse: algunos han tenido un aterrament llevar, pero finalmente se han encontrado bien; otros no han superado esta etapa y han marchado.

Han marchado tips de la burocracia, de esperar una visa que no acaba de llegar, de no recibir un dinero parado por problemas de blanqueos de capital o, sencillamente, de la dependencia tan fuerte de abogados y consultores. Vienen de países donde todo es rápido y hay confianza, aunque el clima sea mucho más frío.

Una ciudad abierta, una sociedad diversa, una comunidad de diferentes colores y culturas es muy enriquecedora. Es, también, más productiva, más innovadora, más rápida incorporando los cambios. Tenemos buenos ejemplos a Silicon Valley y en Berlín, su internacionalización va de la mano de su capacidad innovadora.

Si queremos competir con estas dos ciudades atrayendo talento en Barcelona, tenemos que hacer todavía muchas cosas. Hay muchas que no dependen de nosotros: nos será difícil cambiar la cultura garantista de nuestra sociedad, en la que se tiene que demostrar todo antes de actuar; la carencia de confianza; la suspicacia. Esto será difícil. Pero podemos crear un clima donde los nuevo venidos se quieran quedar por nuestros valores, por una cultura del esfuerzo, porque valoramos su presencia, porque nos gusta la diversidad. También podemos trabajar para bajar las dobles barreras, los dobles papeles.

Lo tenemos que hacer porque queremos una ciudad puntera, marxosa, moderna, donde se crean empresas y estas creen ocupación. Y porque, como ellos, nosotros también estamos enamorados de Barcelona.
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