Como conseguir el máximo apoyo empresarial a la República catalana

La actitud de las grandes empresas con fuertes intereses en España y el impacto inmediato en la coyuntura económica han sido dos de los caballos de batalla más significativos en el proceso de proclamación de la independencia vivido desde octubre. A pesar de los alarmismos interesados, ya se ha comprobado que el impacto en la situación económica ha sido limitado y acotat especialmente a las actividades más sensibles a las expectativas de inversores y consumidores. En cuanto al traslado de suyos empresariales, tal como pronosticábamos en estas mismas páginas, la incidencia en la economía real de momento es muy limitada.

Con aún así, no hace falta menystenir la repercusión sobre una parte significativa de la opinión pública catalana de estos movimientos y hay que ser conscientes que la actitud beligerante de una parte de la establishment económico barcelonés en contra de la independencia de Cataluña es uno de los puntos débiles más relevantes que ha tenido que sufrir el proceso de autodeterminación y que habrá que minimizar si se pretende culminarlo con éxito lo antes posible.

A continuación enumeraremos las políticas que hay que emprender –en algunos casos sólo intensificar- para reducir la importancia de este eventual rechazo empresarial cuando el país vuelva a encontrarse con la disjuntiva de poder decidir de forma efectiva su futuro. Es cierto que la mayoría de iniciativas son de carácter estructural y sólo tendrán una incidencia a medio plazo. Pero esto no nos tiene que hacer inhibir a la hora de abordarlas con decisión. Y más cuando los tiempos y los cambios, también en términos económicos, cada vez se aceleran más.

1.- La intensificación de nuestra vertiente exportadora y la diversificación de los mercados de destino ha sido uno de los grandes adelantos estructurales de nuestra economía durante los últimos años. Hemos pasado en 10 años de vender el 60% de nuestras exportaciones en España y el 40% al resto del mundo a invertir los términos. Este proceso se tiene que intensificar porque no podemos continuar dependiendo todavía tan intensamente del mercado español, que sabemos que es reducido en comparación con Europa y el mundo, inestable económicamente y susceptible de represalias en forma de boicots y similares.

No hay ningún motivo objetivo por el que no podamos vender a nuestros vecinos franceses tanto como vendemos a nuestros vecinos españoles. Más allá, eso sí, de inercias históricas y un menor conocimiento de las normativas vigentes y de los gustos y preferencias de los consumidores galos. Y, eso sí, de un dominio muy menor de su lengua, el francés, que tendría que lograr una posición preeminente en los aprendizajes lingüísticos de los catalanes.

Esta diversificación para evitar dependencias excesivas para las exportaciones finales vale también para los clientes de nuestros servicios, los turistas –donde ya hemos hecho bastante camino- y los proveedores.

2.- El sector financiero fue el que inició el movimiento del traslado de suyos y ha arrastrado el resto de empresas, empezando por sus participadas. Afortunadamente, estamos asistiendo a un redimensionament de los grupos industriales y empresariales vinculados a las entidades financieras, las cuales tienen que centrar esfuerzos y recursos a asegurar la viabilidad del corazón de su negocio. El proceso de venta de Abertis es el último ejemplo y habrá que estimular como sea posible la segmentación de estos conglomerados financiero-industriales por una simple razón de eficiencia y de competencia al mercado.

Igualmente, la excesiva dependencia que arrastra nuestra economía del sector bancario es un lastre que ha quedado muy evidente en estos años de crisis y que hace que las empresas y el conjunto de la economía y el país sean más vulnerables ante las decisiones o las dificultades de las grandes entidades financieras. Por lo tanto, la desbancarització de la economía, incluyendo la intermediación para los ahorrativos, es una necesidad estratégica que nos hará más fuertes y más libres. A corto plazo, pero el más fácil tendría que ser aumentar el nivel de competencia en el sector, fuertemente oligopolitzat a raíz de la crisis. Potenciar las pequeñas entidades y, sobre todo, favorecer la entrada de entidades extranjeras tendría que disminuir la actual dependencia respecto a unas pocas corporaciones.

"Tendría que disminuir la actual dependencia respecto a unas pocas corporaciones financieras"

3.- Estimular la competencia y favorecer el desarrollo y la entrada de nuevos operadores foráneos no tiene que limitarse a los servicios financieros, sino que tiene que llegar al conjunto de la economía. La crisis también ha comportado la concentración empresarial, a menudo a través de la integración vertical de fabricantes y distribuidores. Esta concentración los otorga un poder ante el consumidor, ante los proveedores y ante el conjunto de la economía y de la sociedad que hay que limitar desde todos los puntos de vista para favorecer la competitividad y la calidad de los servicios y de los productos. Esta competencia no puede circunscribirse a los sectores más abiertos a la competencia internacional, sino que tiene que incluir también aquellos la naturaleza de los cuales favorece la generación de monopolios, sea en el ámbito de las telecomunicaciones, de los suministros energéticos, del agua o de la obra pública.

4.- Enlazando con el segundo punto, pero en un sentido mucho más amplio, podemos hablar de la responsabilidad social de las corporaciones hacia sus clientes y el país que los abastece fuerza de trabajo, servicios y suministros y economías externas. La RSC es un concepto que hace tiempo que se ha puesto de moda y, por eso mismo, a menudo se ha banalizado para acontecer una parte más del marketing de la empresa. El compromiso y el regreso con la sociedad que acoge y a menudo ha visto nacer y ha facilitado el crecimiento de las empresas tiene muchas vertientes.

Evidentemente, el primero es el cumplimiento de las obligaciones fiscales y el abandono de prácticas elusives. Igualmente en cuanto a las obligaciones y los comportamientos en materia laboral, en impacto ambiental, en vinculación a las empresas del entorno como proveedores de suministros y de servicios... Y, evidentemente, el compromiso –o, cuando menos, la carencia de oposición activa- con los valores mayoritarios de sus clientes catalanes.

En este sentido, es tarea tanto de las Administraciones catalanas cómo de la sociedad civil y, más específicamente, de las entidades especializadas en los derechos de los consumidores, sensibilizar la población porque sea consciente de como las empresas que los ofrecen productos y servicios son socialmente responsables.

Movimientos bastante espontáneos como los que han traído Caja de Ingenieros –la única entidad financiera catalana que no ha trasladado la sede fuera del país- a ganar 15.000 clientes durante el 2017 nos muestran la capacidad que tienen los ciudadanos para expresar con sus opciones de consumo el acuerdo o el desacuerdo con las decisiones corporativas de las empresas de qué son clientes. Un fenómeno que también se ha producido en el ámbito de las telecomunicaciones y de la energía a favor de pequeñas distribuidoras locales emergentes.

5.- Las intensas transformaciones que ha experimentado nuestra economía durante los últimos 10 años (internacionalización y apertura a los mercados exteriores, penetración de empresas transnacionales de multitud de orígenes, empresas y sectores emergentes, diversificación territorial de la producción) se han visto muy poco reflejadas hasta ahora en las organizaciones que teóricamente las representan. Estas a menudo restan ancladas en sistemas de elección obsoletos, con sobre representación de empresas y actividades tradicionales y de las grandes empresas en general y, en algunos casos, con un alarmante envejecimiento de los socios activos. Esto comporta que a menudo tengan muchas carencias a la hora de representar los intereses y las inquietudes de los sectores más dinámicos del empresariat y que adopten actitudes marcadamente conservadoras y en connivencia con el poder establecido.

La modernización del funcionamiento y el rejoveniment de cúpulas y directivos de las organizaciones empresariales permitirá que desarrollen sus funciones de forma más eficaz y que la gran mayoría de empresas, empresarios y directivos se sientan más muy representados por sus actuaciones.

6.- Determinadas reacciones en cadena acontecidas por parte de muchas empresas llevarán estos meses seguro que tienen mucho más a ver con la desinformación y la carencia de comunicación que no con el cuestionamiento real de sus intereses. El Gobierno de Cataluña y las fuerzas políticas que le apoyan tienen que reforzar los canales y las estrategias de comunicación con las empresas.

La trayectoria de todos estos años de Gobierno autonómico ha sido siempre, al margen de las variaciones en las fuerzas gubernamentales, de apoyo a la empresa productiva, a la innovación, a las empresas emergentes y a los emprendedores y a internacionalización. Hay que comunicar a las empresas que estos parámetros constituyen una política estructural que no variará en el futuro Estado catalán.

"Hay que comunicar a las empresas que el apoyo a la empresa productiva no variará en el futuro Estado catalán"

Por lo tanto, las empresas productivas no tienen que tener ningún temor sobre la implementación de la República. Más bien al contrario, cuando Cataluña pueda disponer de las competencias convencionales de un Estado moderno no sólo reforzará estas líneas de actuación con más recursos y con normativas, sino que velará para garantizar la igualdad de oportunidades entre los operadores y un verdadero mercado competitivo. Procurará evitar que las empresas oligopolístiques en sectores como el financiero, el energético o de las comunicaciones abusen de su posición para restar competitividad a las empresas productivas. La nueva Administración del Estado catalán se encargará de garantizar una fiscalidad equilibrada que estimule la solidez de la empresa y que tenga en cuenta las diferentes necesidades según dimensiones y sectores. Gestionará las infraestructuras de forma eficiente. Igualmente, actuará con el objetivo de disponer de una mano de obra bastante cualificada y adaptada a las necesidades productivas que sea progresivamente remunerada como lo está en los países más avanzados y competitivos. Y tantas otras políticas y actuaciones que hagan de Cataluña un país próspero para todo el mundo.

Estos son los deberes por ahora mismo que en el ámbito empresarial tendrá que afrontar el nuevo Gobierno de Cataluña y las fuerzas políticas y sociales que le prestan apoyo. La intensidad en el éxito logrado y la rapidez con qué este se produzca serán determinantes porque el conjunto de la sociedad catalana pueda poner en práctica las decisiones ya tomadas y las que quiera tomar para su futuro.

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