'Cuéntame' contra 'Black Mirror'

No seguí nunca por la tele la serie Cuéntame. Me interesaba poco que me explicaran en español un pasado que ya viví. Revivir el pasado es crearlo, y más en una ficción televisiva sobre una realidad que en realidad era ficción. La versión que TVE hizo de nuestro pasado reciente sufría del síndrome de la mili: por muy mala que sea una experiencia sólo guardamos los buenos recuerdos. Un hecho que se repite en cualquier visita al pasado y que debe de tener que ver con el instinto de supervivencia.

En cambio sí que he visto Black Mirror, algunos de los episodios varios golpes. La serie se puede ver ahora a Netflix pero las dos primeras temporadas las emitió el Channel 4 inglés. Siempre he tenido más querencia por la televisión británica que por la española. Y siempre me ha atraído más el futuro que el pasado, más que nada porque es donde tengo que pasar el resto de mi vida. Imaginar el futuro sirve para dos cosas completamente opuestas: porque se haga realidad o para evitarlo. Black Mirror es de los últimos. Los episodios están ambientados en el futuro próximo de una sociedad hiperconnectada como nuestra donde la tecnología determina el que es real y el que es ficción, un futuro bastante cercano cómo porque cada episodio nos provoque un nudo al estómago.

El que no me habría llegado nunca a pensar es que algún día alguien llegaría a hacer un mashup en 3D y 360º inmersivo de Cuéntame y Black Mirror. En este mashup hay guardias civiles entrante a imprentas y confiscando carteles y planchas, entrando a empresas de reparto y requisando correspondencia mirando sobres a contrallum; entrando a suyos del Gobierno y de partidos, registrando mujeres de hacer trabajos y deteniendo programadores; guardias urbanos requisando carteles (con escobas y cubells); brigadas municipales descolgando banderines y arrancando carteles; policías identificando periodistas y requisando móviles; empleados de correos abriendo correspondencia privada y tenientes coroneles golpistas. Matrícula de honor en siglo XIX.

"En este 'mashup' hay guàrdiès civiles entrante a imprentas y confiscando carteles y planchas, entrando a empresas de reparto y requisando correspondencia"

La parte de Black Mirror, la que tiene que ver con futuro y tecnología ya no es tan fácil. Jueces que cierran servidores, proveedores de internet que bloquean dominios con técnicas más que dudosas, ejércitos de trolls que se dedican a desinformar a las redes sociales, hackers patrióticos que tumban webs con ataques masivos y medios consolidados que viven de los pescaclics que todo esto genera.

Si bien es fácil cerrar un servidor ubicado en Malgrat de Mar, también es fácil abrir uno en Luxemburgo; si bien es fácil (además de feo y potiner) bloquear el acceso a un dominio determinado, es todavía más fácil que un usuario influyente en la red —el presidente de la Generalitat, por ejemplo— haga un tuit diciendo cómo poder acceder vía proxy. A aitals personajes influyentes en la red podemos también añadir el fundador de Wikileaks Julian Assange, el mismo Wikileaks o Peter Sunde, creador de The Pirate Bay.

"Hay miles de usuarios anónimos que han abierto réplicas del web del referéndum, diseñadores gráficos que cuelgan carteles a favor del referéndum... Todo con un móvil y una cuenta de Twitter"

Julian Assange ha abrazado la causa catalana y, como que debe de tener tiempo libre a la embajada del Ecuador en Londres, se dedica a tuitar compulsivamente sobre el que pasa en Cataluña. Su timeline es el minuto a minuto del partido. Su gran contribución —además de la difusión a los más de 5 millones de seguidores de Wikileaks— es la de poner a disposición de la comunidad los webs del referéndum que las autoridades españolas cerraron porque la gente las pueda replicar. De una manera similar lo Peter Sunde, fundador de web de intercambio de archivos The Pirate Bay, ofrece servicios de hostatjament y dominios a webs catalanes cercados por las autoridades españolas. Literalmente.

La lista continúa con miles de usuarios anónimos que han abierto réplicas del web del referéndum —algunas de tan divertidas como referendum.lol—, diseñadores gráficos que cuelgan carteles a favor del referéndum, programadores como los de @censura1oct que hacen de notario de la censura a los webs del referéndum o con el popular dentro y fuera de Twitter @empapelamos que anima la gente a imprimirse carteles y a empapelar las calles. Todo con un móvil y una cuenta de Twitter. Matrícula de honor en siglo XXI.

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