El coste de la energía, factor de no competitividad

En el contexto de crisis y ante la imperiosa necesidad de competir en los mercados globales, el debate sobre la competitividad, los niveles de productividad y, de retruque, el coste de los recursos humanos ha acontecido central. Resolver la cuestión de cuáles son los factores clave para lograr una alta competitividad acontece vital para toda organización y colectivo que afronta el reto de exportar. Un análisis que no se puede focalizar en los salarios, puesto que la comparación entre los sueldos de los varios países de la Eurozona, y muy especialmente entre aquellos que tienen un PIB significativo, pone evidencia que el coste/hora por trabajador no es el único elemento determinante para acontecer productivo y competitivo en los mercados globales.

En esta línea hay que recordar que España tiene un coste mediano por hora trabajada de 21,88 euros, un importe mucho más bajo que el de países con quienes competimos como Alemania o Francia, donde el coste mediano por hora trabajada se sitúa por encima de los 35 euros, muy lejos de los 52,61 €/h de Noruega. Sin duda, hay otros factores más determinantes. Entre estos factores en cuanto a costes destacan la capacidad de extraer la máxima productividad a las inversiones tecnológicas, los procesos logísticos y de innovación, la dotación de capital humano, la carencia de crédito, o el elevado coste financiero, entre otros. Pero entre todos ellos hay que destacar el precio de la energía, que al Estado español es uno de los lastras más significativos en toda actividad productiva.

Evidentemente, el impacto de la energía en la composición de los costes empresarial es muy diferente según el sector. Pero el que es incuestionable es que el coste de la energía es determinado por la industria, y esta, tanto la intensiva en mano de obra como la intensiva en conocimiento, es el elemento indispensable para generar ocupación y continuar empujando las exportaciones.

Es bueno recordar que, en la actualidad, el 75% de las empresas industriales catalanas exportan, pero su nivel de exportación es bajo considerando su potencial productivo. En consecuencia tienen posibilidades para incrementar su presencia en los mercados internacionales, potenciando la recuperación económica y generando ocupación. Un coste energético que, desde el 2004, está sometido a políticas alcistas, hecho que ha comportado que el precio de la energía eléctrica industrial haya aumentado de media un 10,4% anual en los últimos 9 años.

Cambiar la tendencia negativa de la economía española requiere muchos ajustes, y no únicamente los relativos al mercado laboral, o de aquellas acciones que pide el FMI, encaminadas a disminuir los salarios y el poder adquisitivo de los ciudadanos. Muchos de estos ajustes siguen pendientes de abordar, unos ajustes que se tienen que concebir como elementos estratégicos y no con criterios de interés político oportunista. En este contexto, resolver el problema energético, considerándolo como un recurso estratégico y determinando por el futuro, acontece clave.

Sólo haciendo frente a los problemas y creando escenarios facilitadors será posible planificar y vertebrar el futuro. Además, de este modo podremos incorporar talento y adelantos tecnológicos a las organizaciones, innovar y convertir los adelantos científicos en progreso social y, en definitiva, ser más eficientes para poder competir y continuar creciente al exterior.

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