Me decía un amigo alto directivo de una gran empresa: digas el que digas serás mal interpretado. Y otro: este tema es de una trascendencia y sensibilidad tan profundas que siempre estarás asumiendo un riesgo enorme. O: tenemos que estar totalmente al margen de cuestiones políticas (ya sea de manera directa o indirecta). Cómo que no puedo olvidar unas acotaciones del historiador Toynbee cuando especifica el origen de la palabra griega idiotés: el que no se interesa por la política, me arriesgaré.
Me vaga pues recopilar sumàriament diferentes posiciones que he escuchado de los empresarios.
1. La abstención total: el empresario no se tiene que meter en política y por lo tanto tiene que callar, a menudo con una variante: "A pesar de que ya sabes el que pienso...", sea en un sentido o en otro. En estos casos intervienen factores empresariales muy comprensibles como por ejemplo el miedo a perder mercado, la dependencia de las centrales en Madrid, la amenaza encubierta de pérdida de ayudas o subvencions, etc.
2. El compromiso decidido: Cataluña será mejor si se independiza. Más habitual en pequeña y mediana empresa, muy soportada en el análisis de expertos y poco combatida por los contrarios de manera raonadament convincente. También se mujer naturalmente –en menor mide- el empresario "comprometido" que considera prudentemente que "esto nos traerá al desastre".
3. Los numerosos grados intermedios. Unos trabajan para extender puentes –terrestres o aéreos-, otros sólo predican la entente, o incluso van de un lado al otro porque el tema los supera.
4. Los que mezclan los diferentes pensamientos o los cambiarían "sí...". El cóctel se complementa transversalmente con una gravísima confusión que identifica –deliberadamente o no- el derecho a decidir con el independentismo.
Acertadamente o no, de estas premisas se puede deducir un elemento común a todos. El empresario sea "apolítico", "comprometido", "pactista" o "acondicionador" lo que finalmente busca es la estabilidad y un marco cierto para poder llevar a cabo eficazmente sus objetivos empresariales.
Y por ahora la trascendencia y sensibilidad del "tema" no en mujer ni dará nunca ni por un lado ni por otro, si no se llega a una definición clara y democráticamente aceptada. Y esta, desde mi punto de vista, en este momento sólo es una: saber qué quiere la gente, sin trampas, directamente, sin miedo, asumiendo los resultados. Y sin confusiones entre el método (votar) y el resultado (el que sea).
Me vaga pues recopilar sumàriament diferentes posiciones que he escuchado de los empresarios.
1. La abstención total: el empresario no se tiene que meter en política y por lo tanto tiene que callar, a menudo con una variante: "A pesar de que ya sabes el que pienso...", sea en un sentido o en otro. En estos casos intervienen factores empresariales muy comprensibles como por ejemplo el miedo a perder mercado, la dependencia de las centrales en Madrid, la amenaza encubierta de pérdida de ayudas o subvencions, etc.
2. El compromiso decidido: Cataluña será mejor si se independiza. Más habitual en pequeña y mediana empresa, muy soportada en el análisis de expertos y poco combatida por los contrarios de manera raonadament convincente. También se mujer naturalmente –en menor mide- el empresario "comprometido" que considera prudentemente que "esto nos traerá al desastre".
3. Los numerosos grados intermedios. Unos trabajan para extender puentes –terrestres o aéreos-, otros sólo predican la entente, o incluso van de un lado al otro porque el tema los supera.
4. Los que mezclan los diferentes pensamientos o los cambiarían "sí...". El cóctel se complementa transversalmente con una gravísima confusión que identifica –deliberadamente o no- el derecho a decidir con el independentismo.
Acertadamente o no, de estas premisas se puede deducir un elemento común a todos. El empresario sea "apolítico", "comprometido", "pactista" o "acondicionador" lo que finalmente busca es la estabilidad y un marco cierto para poder llevar a cabo eficazmente sus objetivos empresariales.
Y por ahora la trascendencia y sensibilidad del "tema" no en mujer ni dará nunca ni por un lado ni por otro, si no se llega a una definición clara y democráticamente aceptada. Y esta, desde mi punto de vista, en este momento sólo es una: saber qué quiere la gente, sin trampas, directamente, sin miedo, asumiendo los resultados. Y sin confusiones entre el método (votar) y el resultado (el que sea).
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