La importancia de leerse los contratos

Estamos en una sociedad que tiene una relación ambivalente con los contratos. Nos gusta leerlos, pero siempre y cuando sean entendedores. Aun así, los contratos que acostumbran a firmar no son ni entendedores ni pensados por nosotros! Cuando firmamos las condiciones de uso de los contratos de las llanuras web no nos preocupamos, y correctamente, nos dice el economista John Kay. No lo tenemos que hacer porque si los contratos estuvieran mal, ya habría ajetreo en la red, criticando su redacción, y Apple ya se hubiera preocupado de cambiar su redacción. Como la teoría de Wikipedia , que al final lees un artículo sobre un tema importante y sabes que será medido, probablemente ha sido modificado muchas veces y la redacción que acaba "quedándose" es bastante neutro como para no ser modificada. Es, por lo tanto, una redacción equilibrada.

Con los contratos que rigen nuestras inversiones, a pesar de que también pueden estar sujetas a una cierta campaña por parte de los inversores, la situación es bastante más delicada. Los tenemos que leer y los tenemos que entender, antes de firmar.

Aun así es muy difícil saber cuando un inversor es consciente de sus capacidades como inversor y que quede prueba fehaciente que conoce los límites, riesgos y capacidades de actuación si alguna inversión no funciona. Parece ser que a la CNMV tienen la intención de hacer escribir a los inversores una frase parecida al fumar mata de los tabacos, ya veremos la redacción exacta.

No estoy segura que sea lo más adecuado! No obstante, creo que hay redacciones y redacciones. Hay empresas que intentan redactar para ser entendidas, otros para ser opacas. Hay empresas que facilitan encontrar los contratos en su página web, otros que tienen contratos tan personales que son difíciles de conocer con antelación.

John Kay ya argumenta que los grandes choques se dan cuando hay intereses contrapuestos: mi ganancia es tu pérdida. En estos casos es imprescindible leerse los contactos, discutirlos, pensar algunos días. Pero cuando las relaciones son estables, con voluntad de replicar la operación muchas veces, la redacción exacta deja de ser tan importante.

Básicamente, Kay opina que es muy importante el consenso en casi todos los contratos y que, por más que nos esforzamos, siempre habrá casos con buenas redacciones y malas prácticas.

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