La revolución de las start-ups

Estamos inmersos en un boom de las famosas start-ups. Por definición, una start-up es una iniciativa empresarial de alto riesgo y elevado potencial de crecimiento , bien porque se sustente en una nueva tecnología, bien porque incorpore un modelo de negocio revolucionario, o ambas cosas. Este boom se debe de a la confluencia de tres factores:

1. La revalorització de la figura del emprendedor
La emprendeduría elevada a la categoría de profesión, estimulada por figuras emblemáticas, a menudo jóvenes, como los fundadores de Apple (Steve Jobs), Tesla (Elon Musk), Facebook (Mark Zuckerberg), o Google (Larry Page y Sergei Brinn). Personajes paradigma de la libertad transgresora, del liderazgo visionario y de la persistencia en la consecución de objetivos. Personajes que provienen de la cultura norteamericana en su versión más utópica y contestataria (centrada geográficamente en la costa californiana y descendente lejana de la revolución hippy de los 60). Personajes que encarnan el sueño americano actualizado en el siglo XXI, y que generan un modelo de referencia internacional: el del joven con talento que renuncia a trabajar en grandes organizaciones jerarquizadas e inmovilistas, desarrolla su propio proyecto personal y profesional, triunfa, y contribuye a una nueva fornada de start-ups financiando nuevas iniciativas emprendedoras. Es la investigación de la libertad en el desarrollo profesional y vital como forma de vida, que se incrusta en la cultura de las naciones como nuevo referente social.

2. La disponibilidad de conocimiento técnico y científico
Y la necesidad de que este conocimiento revierta en crecimiento económico mediante nuevas iniciativas empresariales. Actualmente, se calcula que cada cinco años se dobla el stock de conocimiento existente al mundo, medido en cantidad de artículos científicos. El conocimiento, a diferencia de los factores de producción de la economía clásica (tierra, capital y trabajo), es un bien infinito, y accesible de forma casi gratuita a través de Internet. También por los emprendedores visionarios.

3. La disponibilidad de metodologías
Una start-up, en la medida en que supone una propuesta de valor disruptiva, no tiene un mercado previo demandante. Genera su propio mercado. Una start-up triunfa mediante un ejercicio technology-push. Los planes de empresa no son planos para ejecutar una estrategia determinada, sino planes para experimentar, aprender y refinar de forma dinámica y ultra-rápida los productos o los servicios ofrecidos. Y, por eso, fines hace muy poco, no existían metodologías específicas de gestión. Nadie pedía productos revolucionarios como Wiis, iPads o Walkmans antes de que existieran. De hecho, la investigación de mercados clásica fracasaba sistemáticamente. Actualmente, pero, contamos con un buen cuerpo metodológico emergente formato por la integración de corrientes como Lean Start-Up, Design Thinking, Canvas y Open Innovation . Las ciencias empresariales empiezan a saber como gestionar la innovación disruptiva.

Libertad, conocimiento y metodología, pues, son los ingredientes básicos que disparan la revolución de las start-ups entre los jóvenes, ingredientes espoleados por una crisis que convierte la creación de start-ups en opciones a menudo necesarias por el desarrollo profesional. Proliferan los casos de reciente graduados o doctores que optan para iniciar su propia aventura empresarial en forma de una nueva start-up disruptiva, cosa inédita hace unos años en Cataluña. Es una buena señal. Al fin, el verdadero agente básico del capitalismo, el germen del crecimiento económico es el emprendedor.

Y estamos empezando a ver, no sólo emprendedores, sino emprendedores en serie, que desarrollan proyectos de calidad , de alta tecnología y con vocación internacional de salida. Este fenómeno, que se produce a nivel internacional, la revolución de las start-ups, es el que definitivamente nos traerá a la sociedad y a la economía del conocimiento.
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