La subida de enero: un concepto desfasado?

Tradicionalmente, cuando acaban las fiestas navideñas, y en medio de la campaña de rebajas, se siendo a hablar insistentemente de la temible subida de enero. Normalmente, a comienzo de año se producen las habituales subidas de precios de muchos productos y servicios, especialmente los que se vinculan con los suministros del hogar, que afectan la capacidad de compra de los consumidores porque reducen su poder adquisitivo.

Así mismo, se llama que se trata de un mes complicado para todas las personas que durante las fiestas navideñas han gastado mucho dinero al comer y regalos. Por esta razón, la gente habla de la "subida de enero" como un momento difícil que, año tras año, afecta los ciudadanos.

No obstante, cada vez hay más evidencia que demuestra que, despacio, la subida de enero es un fenómeno que va quedando desfasado, porque representa formas de consumo y de ingreso que, progresivamente, aglutinan a menos personas. Las formas tradicionales de consumo han cambiado y ya no podemos hablar de la subida de enero tal como hacíamos cuando la mayoría de la gente tenía un trabajo estable, remuneraciones fijas y 14 pagas al año. El aumento de las formas flexibles de trabajo , como el trabajo temporal o a tiempo parcial, y las nuevas formas de retribución han generado importantes cambios en la renta disponible de muchas personas, que ponen en crisis las fechas tradicionales del consumo como las pasadas fiestas de Nadal o las rebajas.

Los datos trimestrales del gasto en consumo final de los hogares (corregidos los efectos estacionales, de calendario y el efecto de los precios) que nos ofrece la contabilidad trimestral de España (Instituto Nacional de Estadística) parecen confirmar esta tendencia (veáis la figura). La comparación entre el gasto en consumo privado entre el primero y el cuarto trimestre de cada año nos pone de relieve un cambio importante de tendencia en el comienzo de la crisis económica. En efecto, entre los años 2000 y 2007 el consumo del cuarto trimestre siempre había sido superior al del primer trimestre (en el cuarto trimestre del 2007 el consumo consiguió un máximo histórico con cerca de 106.000 millones de euros). No obstante, a partir del primer trimestre del 2008, se produjo un cambio de tendencia , puesto que en el periodo 2008-2013 el consumo privado en el primer trimestre supera ampliamente el del último trimestre. Estos datos sugieren que, con la crisis económica, el consumo privado puede ser que se desestacionalitzi, en el sentido de un menor gasto relativo las últimas semanas del año, que quedaría compensada parcialmente por un gasto relativo más elevada las primeras semanas del año.

Las principales razones de esta mejor distribución temporal del gasto en consumo muy probablemente están vinculadas con los factores explicativos de la función de consumo. El consumo se explica por la evolución de la renta disponible, las expectativas de renta y la riqueza financiera de las familias. En un contexto de moderación salarial, aumento de la incertidumbre laboral y social, y caída de la riqueza, especialmente la inmobiliaria, es muy lógico que las familias racionalicen su gasto extraordinario las últimas semanas del año. Y, todavía más, es muy razonable que las familias desestacionalitzin su gasto de consumo , con una participación más equilibrada durante todo el año.

Además de los factores vinculados con el ingreso, hay otros factores explicativos de los cambios en la función de consumo . En particular, hay que hacer mención que cada vez tienen más pes en nuestra sociedad otras maneras de consumir. El consumo electrónico, por ejemplo, ofrece mediante Internet importantes ofertas y descuentos durante todo el año y, por lo tanto, ya no se limitan al periodo de rebajas. Sólo hay que dar un vistazo, esto si virtual, en las páginas web de descuentos para ver que, a Internet , las rebajas duran todo el año.

En este mismo sentido, cada vez son más populares entre la población nuevas formas de consumo sostenible y de proximidad, que permiten una distribución más regular del consumo durante todo el año. La gente ya no gasta tanto por Nadal y tan poco las primeras semanas del año, porque entre sus nuevas prioridades ha aportado valor social con el gasto. Nuevamente, un conjunto creciente de personas se estima más desestacionalitzar su consumo, lo cual tiene menos costes ambientales y sociales, y aporta valor social de una manera continua.

Además de haber reducido el ingreso de dinero en las familias de rentas medianas, la crisis también ha provocado otro cambio destacado en la manera de consumir de nuestra sociedad. La caída de precios , que provoca una situación de deflación , hace que los consumidores aplacen las decisiones de comprar a la espera de ver hacia donde irán los futuros importes. Esta situación se produce actualmente sobre todo en los gastos de elasticidad-renta elevada, es decir, en los consumos que son excluibles más fácilmente. Una comparación de la estructura de gastos familiares entre los años 2006 y 2013, hecho con datos de la encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del INE (mesa 1), nos sugiere que, porcentualmente, las partidas de consumo que se han deteriorado más con la crisis económica son el consumo en transportes (desde un 18% del total el 2006 hasta un 13,5% del total el 2013), hoteles, cafés y restaurantes (del 11,8% al 10,2%) y equipos del hogar (del 7,2% al 5,8% del total).

Paralelamente, la crisis también ha puesto de relieve dos tendencias de consumo adicionales. En primer lugar, un aumento de las partidas en energía, agua y gas (del 9,2% al 12,9% del total entre los años 2006 y 2013), resultado del aumento de su precio. Y, en segundo lugar, la consolidación de nuevas partidas de consumo, como las telecomunicaciones (del 3,5% al 5,2%) y los productos alimentarios sostenibles y de proximidad, que han impulsado el gasto en alimentación (del 17,1% al 19,1%), más en sintonía con los valores de l'economía del conocimiento y la sostenibilidad del consumo.

Así pues, y como era de esperar, después de los cambios radicales en las formas de producir, trabajar y de ingresar, finalmente, las formas y los tiempos de consumo también se adentran hacia la nueva era. El cambio ya, casi, es total.
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