La temida recuperación en forma de L

Desde el inicio de la crisis financiera internacional, los comentaristas han querido describir gráficamente la forma de esta crisis. Los más optimistas, que preveían una rápida recuperación, afirmaban que sería en forma de V, y que después de tocar fondo empezaría a no tardar la reactivación . Cuando, a partir del 2008, se constató que la situación no mejoraba, la cambiaron por una Uno, tocando el fondo durante más tiempo y posponiendo la anhelada mejora económica.

Pero la terca realidad también desmintió esta situación. Después de la primera caída en recesión el 2008, y de un débil e imperceptible crecimiento positivo el 2010, España volvía a la zona roja de crecimientos negativos el 2011, de donde no se ha salido hasta el tercer trimestre del 2013, con el anèmic crecimiento del 0,1% tan victorejat por el gobierno.

Es la definitiva salida a una crisis en forma de W? Me temo que no. La atonía y la debilidad de las constantes vitales de la economía española, donde persisten graves desequilibrios económicos fundamentales y disfunciones institucionales, no hacen prever una recuperación rápida ni vigorosa. Podríamos iniciar una larga etapa de estancamiento. Para tener alguna referencia, como la que arrastra el Japón. Los nipones traen más de 20 años coexistiendo con la crisis que se inició el 1990 con la punzada de la burbuja inmobiliaria. En definitiva, es la temida recuperación en forma de L.

Que algo se ha hecho muy mal es evidente. Nadie duda de los excesos monetarios por parte de los bancos centrales, de la inadecuada regulación y supervisión de los gobiernos y organismos públicos oficiales, o de los excesos en la hiperexpansió del crédito concedido por los bancos comerciales, sin espaldarazo de ahorro real. Con el paradigma económico dominando monetarista-keynesià, la resolución de esta crisis se ha intentado mediante el aumento en las dosis de las medidas que nos han traído precisamente donde estamos.

No es esta una curiosa manera de pretender resolver los problemas? Es cómo si a un enfermo de diabetes se lo quisiera curar con más azúcar, o que un resfriado por exposición prolongada al frío se tratara con severas hipotermias. Los bancos centrales, los órganos de planificación centralizada de la política monetaria y monopolios públicos de la moneda, han continuado con agresivas políticas monetarias expansivas, abaratando los tipos de interés hasta el 0% e inyectando nuevo dinero a bancos y estados. Los gobiernos han optado para volver a regular el ultraintervingut sector monetario y financiero, siempre a beneficio propio y de la oligarquía financiera, promoviendo rescates bancarios y aumentos draconians de impuestos.

Así, mientras que a efectos propagandísticos Montoro da la crisis por finalizada, a efectos impositivos suspende la disminución del expolio fiscal sine die. Mientras se agota el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, el número de trabajadores que cotizan con salarios más bajos por cada pensionista es de sólo 1,95, indicando el agotamiento de las futuras pensiones y del subsidio de paro. Y los bancos comerciales han dejado de prestar a las empresas y familias, para dedicarse al lucrativo y seguro negocio de financiar el sector público, subscribiendo masivamente las emisiones de deuda pública del estado.

La Reserva Federal norteamericana, la institución monetaria mundial adalid, acumula un historial horroroso desde su creación el 1913. Las crisis económicas, la pérdida de valor real de la moneda y la inestabilidad financiera, cómo han estudiado Selgin y White, han empeorado durante el último siglo, sufriendo la humanidad crisis mucho más frecuentes, largas y profundas. Los problemas monetarios y financieros del siglo XIX, estabilizado con el patrón oro, fueron muy inferiores al caos actual. Está para ver como responderá la economía de los EE.UU. (y la mundial) a la retirada de los estímulos monetarios directos de 85.000 millones de dólares mensuales, que previsiblemente tendrá que realizar Janet Yellen, la nueva gobernadora.

Los balances de los principales bancos centrales se han cuadruplicado con la crisis (de 5 a 20 billones de dólares) y esto supone una amenaza latente de inflación y la creación de nuevas burbujas. Cuando se reduzca el ritmo de fabricación de nueva moneda, que actúa con efectos narcóticos y dopants, los desequilibrios estructurales de la economía real se harán visibles. Mucho me temo, y querría equivocarme, que nos espera un largo camino de estancamiento económico y paro elevado. Cómo decía Albert Einstein, no podemos repetir exactamente el mismo y esperar resultados diferentes. Si verdaderamente queremos un desarrollo sostenible y equitativo, hacen falta cambios institucionales importantes y un nuevo paradigma económico dominante.
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