Más que decir, el que hace falta es hacer

Cada vez son más las voces que explican, acertadamente, que la industria tiene capacidad para generar intensivamente puestos de trabajo gracias a afrontar los retos de una economía globalizada, mediante procesos de innovación fundamentados al convertir los adelantos técnicos y científicos en competitividad.

Ahora bien, analizando la situación empresarial, hay una clara distancia entre las voces que insisten en la necesidad de globalizarse, de dotar las empresas de capacidad para operar globalmente y la realidad de las mismas. Parece que la necesidad de globalizar sea algo de un futuro lejano, si consideramos la carencia de políticas encaminadas a aumentar la medida de las empresas y las inversiones para disponer de productos innovadores y diferenciales.

Bien es verdad que se podría concluir que explicar, una y otra vez, que la economía es global y que es imprescindible innovar, es tan absurdo como insistir a referirse a las TIC cómo "nuevas tecnologías". Aquello nuevo es una cosa que no existía en nuestro entorno en el momento que tuvimos conciencia llena de él, o algo que, rompiendo la cotidianidad, varía radicalmente la forma de trabajar y relacionarnos.

Las TIC, ententes como la convergencia tecnológica de la computación y las telecomunicaciones, surgen en la década de los 80 del siglo pasado. Sin duda, para los jóvenes menores de 30 años, las TIC poco tienen de nuevo, igual que para el resto de la población, puesto que su irrupción y consolidación ha sido tan rápida, que ya forman parte del día a día de una gran parte de los humanos. Sirva como ejemplo de esto el teléfono móvil, el ordenador personal y el acceso a Internet . Tres "nuevas tecnologías" que, si nos centramos en la UE, su penetración y uso entre la población está muy extendido , puesto que hace 10 años la penetración de la telefonía ya llegaba al 80%, el ordenador personal además de la mitad de la población y el acceso a la Internet doméstico al 40% de los hogares.

Una cosa parecida pasa con la globalización entendida como el proceso asociado al incremento del comercio mundial, la localización de procesos fabriles en países en vías de desarrollo, la capacidad de influencia y de transformación de las grandes empresas y la facilidad de acceso y transmisión de información a escala planetaria. Un proceso que si bien llegó a cotas muy importantes a inicios de este siglo, tiene sus orígenes en las transformaciones que se producían a la economía internacional desde los años 60. Un proceso no nuevo, que no es estrictamente económico, puesto que afecta todas las dimensiones del desarrollo y la interacción humana, propiciando un aumento de la comunicación e interdependencia de las políticas sociales y económicas de los estados.

La globalización es un proceso que alcanza, en mayor o menor medida, a la totalidad del planeta, lo cual exige estar atento a las tendencias de futuro y oportunidades asociadas a las nuevas realidades y herramientas disponibles, sabiendo que anticiparse, escuchando los ruidos de fondos que señalan el futuro, es clave para competir.

Por las razones anteriores, es una excelente noticia conocer que la marca Bultaco, 31 años después de dejar de fabricar, vuelva al próximo año a los mercados, fabricando motocicletas eléctricas. Que Bultaco vuelva a fabricar, no es sólo importante por el hecho de crear 150 nuevos puestos de trabajo, es importante, también, porque se hará con "tecnología propia", asumiéndolo cómo "proyecte global", sin olvidar que es una nueva evidencia de la importancia de anticiparse, puesto que es entender la importancia simbiótica de la movilidad y la sostenibilidad planetaria, un hecho que requiere vehículos no contaminantes.

Iniciativas como la de Bultaco evidencian el potencial de la reindustrialización, y están en la línea que "más que decir, el que hace falta es hacer". Algo que caracteriza una parte significativa del tejido industrial catalán y que tiene que ser interiorizado en toda política y actuación industrial.

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