Mobile? World Congress

Barcelona acogerá, esta primera semana de marzo y por décimo año consecutivo, el congreso mundial de telefonía móvil, un acontecimiento con 2.000 expositores que será visitado por 90.000 profesionales de casi 200 países, que cuenta con 4.000 periodistas acreditados y con la asistencia confirmada de más de 250 directivos y directivas de primerísimo nivel mundial.

Según la GSMA, la emprendida organizadora, todo ello generará casi 13.000 puestos de trabajo a tiempo parcial, y tendrá un impacto económico de unos 450 millones de euros para Barcelona y su cercanía. Pero el cierto es que toda esta gente no viene a Barcelona para hablar de teléfonos y que, a pesar del nombre de Mobile World Congress, el encuentro internacional ya no es un congreso de telefonía móvil. De hecho, ya hace tiempo que "mobile" no quiere decir "telefonía".

"Mobile" tiene más a ver con la evolución de los ordenadores, que no con la de los teléfonos. Al principio, los ordenadores ocupaban una habitación, después, toda una mesa. Con el tiempo, consiguieron reducirse hasta lograr las medidas de un paquete de folios, y, ahora, son como un paquete de tabaco y algunos, incluso, como una tirita. Estamos presenciando la miniaturización de la informática, de la capacidad de generar, procesar y emitir datos. Antes, cuando teníamos los ordenadores en casa nos referíamos como ordenadores personales, los denominamos portátiles cuando los pudimos mover, y móviles, cuando los pudimos encabir al bolsillo.

Hoy, ya nos empezamos a referir como wearables para explicar que los podemos insertar a casi cualquier pieza o artículo que traemos encima. "Mobile" y "wearable" son dos termas que quieren decir el mismo, es decir, la informática que un humano puede traer encima. Porque si, en lugar de un humano, quién lo trae encima es un tren, un coche o una nevera, entonces, decimos YATE (Internet of Things, o Internet de las Cosas). Estamos empezando a diferenciar entre dos tipos de dispositivos informáticos: los que usaremos nosotros, y los que conectaremos a las cosas.

El Mobile World Congress, pues, no es un congreso de telefonía móvil, sino un congreso de informática para humanos. Sorprendentemente, la informática para objetos se exhibe en otros congresos, como por ejemplo el Smart City Expo, que también se celebra en Barcelona. Si el Mobile World Congress se continúa diciendo "Mobile" durante 10 años más acabará desapareciendo. Esto es el que sucedió con la desaparecida gran feria de la informática que había a España, el SIMO (Salón Informativo de Material de Oficina), que asociaba la informática sólo a los usos de una oficina. En este sentido, la denominación Mobile World Congress, que vincula la informática que usamos exclusivamente a los teléfonos, podría tener los días contados. Ya veréis como, bien pronto, dejan de referirse como "congreso de telefonía", del mismo modo que Telefónica ya se presenta como una operadora de contenidos, y no de telefonía (a buen seguro, que le acabarán cambiando el nombre).

Cuando decimos que todo será "mobile", queremos decir que todo será o estará informatizado. Si se puede hacer con un ordenador, se hará desde un dispositivo móvil, o wearable , o el que venga después, que será todavía más pequeño, más integrado, más incorporado.

El que antes denominábamos "informática personal" ahora lo calificamos de "mobile", y aquello que considerábamos "ofimática" (el software básico como por ejemplo un procesador de texto o una hoja de cálculo) es el que hoy denominamos "apps". Las apps son el nuevo software básico, y tienen una característica singular: el software se ha vuelto micro-modular. Pequeños programas para pequeñas necesidades. La arquitectura del software ya no busca integrarse en un gran paquete que lo resuelve a pesar de que todo el mundo usa, como fue Office de Microsoft, sino en miles o millones de pequeñas soluciones de software. Se trata de soluciones muy concretas y específicas, y, por lo tanto, muy sencillas y, a menudo, de bajo coste, para que cada cual elija y pellizque el que le convenga para hacerse a medida su kit básico. No son aplicaciones para un teléfono, sino el software de la informática actual.

Antes, había un par de fabricantes que dominaba el software en el ámbito mundial, y toda una retahíla de fabricantes de hardware con miles de modelos de ordenadores. Ahora hay un par de fabricantes que dominan el hardware en el ámbito mundial, y toda una retahíla de fabricantes de software con millones de apps. Pero esta retahíla de fabricantes de software también se ha puesto bajo control. Sorprendentemente, hemos permitido que toda esta multitud de aplicaciones se ofrezcan sólo a dos tiendas de escalera mundial: la de Apple (iOS) y la de Google (Android). Un hecho que no tiene ninguna lógica. Si haces una app, la podrías ofrecer a tus clientes, por ejemplo, desde tu web, y, en cambio, hemos aceptado dócilmente que lo ofrecerás desde una de estas dos tiendas, aceptando sus condiciones (ellos deciden si la quieren o no, y si es de pago, exigen una comisión). Un mercado de hardware muy concentrado, y un mercado de software radicalmente intermediat. Todo demasiado controlado. Habría que reaccionar porque no es bueno, ni lógico, que algo tan estratégico como la informática mundial esté tan controlado por lo tanto pocos.

Bienvenidos, pues, a una nueva edición del congreso de informática personal más importante del mundo. Un sector que nos afecta, y mucho, no os olvidáis.
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