No damos valor a la innovación

Hace unos días se ha celebrado en Barcelona el Salón de la Enseñanza, decenas de miles de jóvenes intentaban averiguar la mejor opción por sus estudios, los centros y universidades presentes mostraban sus actuaciones para 'innovar' en la oferta y las visiones sobre necesidades en cuanto a educación de futuro. El salón me permitió hablar con bastantes personas del mundo académico y algunos científicos y tecnólogos y también unos días después con empresarios, que habían asistido al MWC.

De las conversaciones entre unos y otras ha emergido con fuerza el convencimiento que los aspectos que configuran la importancia de la innovación es algo analizado y debatido de hace años, y que pocos son los que dudan de su papel clave para lograr mejores modelos de gestión, mejorar la productividad y la diferenciación en cuanto a unos productos otros, sin olvidar su importancia capital para ganar la batalla de la sostenibilidad del planeta en uno en torno a incremento de la población, deterioro del medio ambiente e incremento del consumo. Una innovación que parece, en opinión de algunos analistas, que está agotando su capacidad en cuanto a mejorar la productividad, pero que pocos dudan que tiene mucho a aportar en cuanto a avanzar en la sostenibilidad del planeta, reducir la distancia entre el producto y el consumidor final y, muy especialmente, en aquellos aspectos directamente asociados al bienestar colectivo.

Es en este último aspecto, donde la innovación en producto acontece clave. Productos que incorporando los adelantos técnicos y científicos eviten la exclusión por cultura, género o edad, evitando que crezca la rendija entre 'info-ricos' y 'info-pobres', en una sociedad donde la distribución de la riqueza se ha frenado y esta se acumula en manso de unos pocos.

De las conversaciones en el Salón de la Enseñanza se constata que innovar en producto es, pues, invertir en futuro. Días después en reuniones con ingenieros, que desarrollan su actividad exclusivamente en empresas industriales, se evidencia que para hacerlo acontece imprescindible dominar los procesos de diseño, reconociendo que todo el que nos rodea ha sido diseñado, desde cosas más sencillas y cotidianas a aquellas que permiten hacer más habitables los espacios, sin olvidar los enseres más complejos, como los asociados a la movilidad de personas, objetos y datos.

Un diseño comprometido con todo el que nos rodea, objetos en los cuales, combinando belleza de forma y riqueza de contenido, nos hacen la vida más confortable y envían valores e identidad. Un diseño que, en un mundo caracterizado por el adelanto tecnológico, permanentemente acelerado, requiere que acontezca omnipresente para posibilitar que la tecnología sea una herramienta al servicio de las personas, de la colectividad. El diseño con finalidad social, focalizado en smart products y en smart spaces de uso colectivo, como mobiliario urbano y objetos, que configuran los entornos ciudadanos acontece una palanca clave para evitar la exclusión y la desigualdad en cuanto a confortabilitat y accesibilidad, considerando la sostenibilidad y el medio ambiente.

En este contexto la innovación el 2016 es en gran parte diseño, en consecuencia el diseño es la creatividad aplicada a la innovación. Un diseño, una innovación que tiene que desarrollarse armónicamente con la socialización de la tecnología y la progresiva reinvención de la cotidianidad, en un entorno respetuoso a la vez con la multiculturalidad y la intergeneracionalitat. Un diseño que aporte productos con una buena experiencia de usuario, considerando el público usuario global, respetando la singularidad.

Un diseño que permita que los objetos y los espacios se adapten a las personas, a sus peculiaridades, problemáticas y necesidades cambiantes, no al revés. Un diseño que haga los habitáculos y los espacios públicos generadores de confortabilitat, bienestar, convivencia e interrelación, vertebrando conciencia colectiva en cuanto a sostenibilidad, valores ciudadanos y a la vegada obra oportunidades de desarrollo económico, aportando nuevos productos que generen ocupación y actividad productiva industrial. Nuevos productos, nuevos espacios y nuevos enseres diseñados pensando con los ciudadanos, en el medio ambiente y que, utilizando la tecnología, acontecen clave para hacer ciudades más sostenibles, más confortables y más respetuosas.

Innovar en producto obliga a aceptar de una vez por todas, que los diseñadores y los tecnólogos trabajen conjuntamente.Superar el concepto de centros tecnológicos para implantar centros de innovación y dejar de ser de los últimos de la fila, en cuanto a inversión en R D, puesto que hoy pocos son los que dudan de la relación existente entre más gasto en R D, más colaboración entre tecnólogos y diseñadores comporta más desarrollo económico.

Un análisis de los datos demuestra que España dedica sobre los 13.000 millones en R D, sobre el 1,2% del PIB. Un importe muy bajo en comparación con otros países de la Unión Europea, la razón primera reside en el poco reconocimiento que la sociedad y sus políticos dan a las personas,que se dedican a la ciencia, condenados muchas veces a la precariedad, la incertidumbre y bajas retribuciones y la segunda, en opinión de los ingenieros a los cuales hacía referencia, en el volumen de las empresas. Es conocido que hay una relación directa entre el tamaño de la empresa y su inversión en R D y, en nuestro país, el porcentaje de empresas grandes respecto del total es inferior al de las economías más avances. Un hecho que se certifica al comprobar que en España las empresas entre 1 y 9 trabajadores son las que representan el porcentaje más grande, mientras que en los países líderes de la UE, o en los Estados Unidos, casi el 40% de los trabajadores desarrollan su actividad en empresas de más de 250 trabajadores. Si los dos aspectos anteriores no son suficientes, hay un tercer factor: para muchos el diseño todavía es algo adicional, personas que no han entendido que el diseño es el valor de las cosas.

La innovación en productos sigue siendo clave para lograr mejores ratis de competitividad empresarial y, a la vegada, progreso social. Una innovación que requiere el protagonismo de los diseñadores, el reconocimiento del valor de la ciencia y la tecnologíay el aumento de las inversiones en R D y. Sabemos las razones y que hay que hacer, entonces la pregunta es por qué no se pone solución? Por qué las políticas y los presupuestos no cambian las tendencias y los políticos no piensan en el futuro en lugar de mantener la precariedad del presente? Probablemente porque entre todos lo permiten.
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