Pues sí, al final hemos cambiado

Todavía estamos en confinamiento por regiones sanitarias, con franjas horarias por actividades y edades, Lleida que necesita mejorar (esto no es nuevo), unos territorios con fases enteras, otros con fases decimales y otros en fases irracionales y parece que la covid-19 es aquello que pasó —que nos pasó— hace mucho tiempo. Todo tenía que cambiar y vamos camino de dejarlo todo igual. Incluso el modelo alemán, siempre de referencia, se asemeja demasiado al nuestro, con ravers en los canales de Berlin con más interés por el reencuentro físico que por la distancia de seguridad. Tan lejos nos queda el coronavirus que la revuelta en los EE.UU. le ha tomado la última hora informativa.

Pero esto es lo que se ve. Hay una corriente de fondo de cambio que la experiencia y las estadísticas confirman. El mecánico de un pequeño taller de bicicletas de Sant Andreu de Llavaneres me explicaba domingo por la mañana —tuvo que abrir domingo por la elevada demanda— que está vendiendo bicicletas como nunca, que los clientes son de tres tipos: los que la quieren por salud, los que la quieren para usar menos el coche y los que la quieren para ahorrar a la hora de ir al trabajo. Y me da mucho la impresión que los dos últimos grupos son el mismo.

"Tan lejos nos queda el coronavirus que la revuelta en EE.UU. le ha tomado la última hora informativa"

Según datos de Kantar Research en los países del G7 (España no sale) el 71% de la gente dice que la crisis de la covid-19 ha afectado o afectará sus ingresos. El más afectado es Italia con un 85%, seguido de EE.UU. y Canadá ambos con un 75% de sus habitantes. Google ha publicado que desde el inicio de la pandemia ha detectado un incremento de buscas por términos "ofrecidas", "gratuito" y "créditos para pymes".

De manera similar un estudio de la consultora Accenture confirma que algunos de los hábitos de consumo y los comportamientos de compra que hemos adquirido durante el confinamiento continuarán en la nueva anormalidad. La tendencia que se confirma es la de concentrar el gasto en los bienes esenciales dejando de lado los productos de lujo, combinando la conciencia de la compra de proximidad con la comodidad de la compra en linea.

En cuanto a los nuevos hábitos digitales, el estudio confirma la aplicación en el futuro cercano de las habilidades de trabajo, aprendizaje remoto y teleasistencia adquiridas durante el confinamiento: más cursos en linea —reglados y no—, más entretenimiento digital, y más trabajadores trabajando desde casa de buen grado.

Cómo Google sabe todo lo que hacemos también ha detectado un cambio de los patrones de consumo de ocio en casa. Con más tiempo disponible (seguro?) y las familias pasando más tiempo juntas se ha incrementado el consumo de contenidos audiovisuales en grupo, las búsquedas para los términos "películas para toda la familia" y "cine familiar" se han triplicado y cuadruplicado respectivamente.

"Todos los estudios apuntan en la misma dirección: que aquello digital será un bien de consumo para las masas y que aquello experiencial será un bien de lujo"

En general todos los estudios apuntan en la misma dirección: que aquello digital será un bien de consumo para las masas y que aquello experiencial será un bien de lujo.

Siento repetirme, pero pienso que cada vez es más profético aquello de Joan Capri en su monólogo de La Ciutat, cuando decía aquello de "Ya sabéis que fuera no hay quién siembre? Y después se quejan de que las patatas van caras, claro que irán caras y esperénse al día que sólo quede una, de patata. A ver quién será el guapo de pagarla, aquella patata. Valdrá un dineral. La tendrán que acompañar de un lugar al otro vigilada por unos guardias cómo si fuera aquel cuadro de la Gioconda".

Pues esto, Netflix para las masas y zonas sin cobertura para las élites.

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