Quiero un paraíso fiscal

Principios de año, a cualquier pyme: nervios, caras largas, miedo. Hay que cerrar la contabilidad y presentarla a tiempo a la Agencia Tributaria. Las visitas al gestor se multiplican, las facturas se acumulan a los despachos y no son extrañas llamadas a proveedores y clientes a horas raras para preguntar: "Seguro que nos enviaste la factura? A mí no me consta y la necesito mañana".

España es un infierno fiscal. No porque los impuestos sean especialmente altos, sino por la presión inhumana que soportan las pymes, siempre las primeras de pagar y las últimas de recibir. Y también por el coste añadido que supone que sea imposible autogestionarse los impuestos. Los únicos que saben navegar entre centenares –o miles- de facturas, ordenarlas, clasificarlas y presentarlas debidamente son los gestores, nuestros "amigos" imprescindibles. Un saludo a todos ellos –y ellas-, porque también sufren las regulaciones kafkianes del sistema tributario español.

Pero la complejidad del sistema añade un coste brutal a las pymes. Por ejemplo, una empresa que factura 150.000 euros el año con una plantilla de 4 trabajadores, estará pagando unos 4.000 euros anuales de impuestos a la Agencia Tributaria, y unos 18.000 euros a la Administración de la Seguridad Social. Y, de media, pagará –atención- unos 3.800 euros a su gestor. En total, 25.800 euros, o un 17,20% de la facturación anual, contando que la empresa no tiene beneficios significativos.

Recapitulando, el coste anual de la gestión externalizada de los impuestos de una pyme que no se puede permitir tener una persona dedicada a asuntos administrativos es el 17,27% del total de impuestos que se pagan. O, dicho de otro modo, la complejidad del sistema impositivo añade un euro de coste a las pymes por cada cuatro euros que se pagan.

Ahora, imaginamos que cada factura se emitiera directamente en un sistema informático de la Agencia Tributaria, que no nos llegara por correo sino por e-mail y que se clasificara automáticamente. Imaginamos también, que pudiéramos asearla como "pagada" o "no pagada" y esto se transmitiera automáticamente en la página de la empresa relacionada. Y, finalmente, imaginamos que un mes antes el sistema nos enviara una notificación que incluyera toda la contabilidad registrada y nos preguntara qué día nos va bien que nos retiren el dinero de la cuenta. I... que nos devolviera el IVA trimestralmente sin tener que pedirlo.

No es sólo una fantasía, es el que está implementando la agencia tributaria de Finlandia en un ambicioso plan estratégico que se acaba el 2018. Los fineses prevén que este sistema hará que la inmensa mayoría de empresas se puedan hacer la contabilidad de manera casi automática.

Os imagináis el efecto que tendría en vuestra empresa poder prescindir de este 17% de coste y los dolores de cabeza que supone el coste de la gestión de los impuestos? Eso sí sería un paraíso fiscal. 

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