Réquiem por las patronales

Las patronales han muerto. Aquello que representaban y aquellos que se sentían representados han pasado a la historia. En algunos casos quedan las instituciones, que perseveran en su astenia y en una perenne cursileria.

Leída la provocación, no hay que detonar ninguna terrabastall para poner en evidencia que nuestra gente de empresa ya no recibe el aliento ni encuentra ningún tipo de estímulo en las actitudes de las viejas patums. Han perdido credibilidad, cuando no han perdido convicción. Estos años difíciles han abierto todavía más la rendija y, como consecuencia, se ha provocado una corriente de defecció, sobre todo por parte de las pymes, que ya no quieren saber nada.

Los modelos de representatividad empresarial han cambiado. La nueva generación de empresarios y directivos ya no es complaciente con los amaneraments anacrónicos y exige vectores factuals. Se pide a las asociaciones empresariales un diálogo constante con los campos del conocimiento, con los mundos de la universidad y la investigación, como también mayor proximidad con las escuelas de negocio. Juntos, otra interlocución permanente tiene que ser con el estamento político; a partir del cual se fundamenta la cooperación con el sector público, hace poco ineluctable.

Aquellas patronales de antes hoy tienen que ser obradores de impulsos y palancas de oportunidades; tienen que responder eficazmente ante sus públicos internos y tienen que abrir los finestrons al compromiso social. Las nuevas entidades empresariales, en definitiva, tienen que ser contributivas o no serán.

Las ringleras de la innovación, la competitividad y la planificación estratégica son las paredes maestras de una nueva cultura de empresa. Tienen que ser las modernas organizaciones empresariales las que solfeen estas partituras de progreso económico, ante una platea cada vez más global y a la vez diversa. Hay que esperar de las asociaciones gremiales y territoriales que sean integradoras y coadyuvantes, que lideren y dinamicen, que actúen como redes de intereses empresariales, que participen en la construcción de un marco propicio a la actividad económica.

Los empresarios y directivos de ahora no entienden de cámaras oscuras, clientelismes fatus y arribismes políticos. Hoy se pide una regeneración, biológica y de actitud, en las formas y en los criterios, sin reminiscencias.
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