Los gobiernos están envolant una cruzada con la consigna de vitalizar el sector industrial. Desde las instancias europeas hasta la politiqueria del barrio parece que todo el mundo se haya puesto de acuerdo y se husmea una fal·lera más que emergente para recuperar el terreno perdido.
Es ahora cuando se reconocen los errores de una economía basada en la abstracción. Es ahora cuando los manaies de la cosa pública afanan en la recuperación de la actividad transformadora. Quizás es que se han dado cuenta que la Industria es la correa de transmisión de la economía y que actúa como trampolín de oportunidades para los sectores de Servicios..
El mejor que le puede pasar al comercio, a la hostelería, a la actividad cultural, al ámbito de la salud, a las propuestas de deporte y ocio, y también el mejor que le puede pasar a la construcción, es que la Industria entre en erupción, que sea generadora de iniciativas empresariales, torrentera de puestos de trabajo , imán de inversiones, receptora de talento, estímulo para la innovación constante y consumidora de tecnología . Ninguno otro sector económico tiene la capacidad tractora y dinamizadora que tiene la industria..
No podemos pasar por alto, pero, que la actividad industrial pide la conjugación de determinados recursos o palancas de proyección. La lista de estos condicionantes es muy larga y está encabezada por las infraestructuras de telecomunicaciones. Hoy en día, en el dado de la competitividad, la conectividad es el as. Este es el principal handicap con que se encuentra la cruzada, porque uno de los grandes déficits del país es la conectividad..
Buena parte de nuestros polígonos industriales no disponen de cableado de fibra óptica. Las empresas radicadas en estos núcleos ven descabezada su capacidad de competir. Disparo del ombligo metropolitano de Barcelona y alguna otra zona privilegiada del país, el territorio de Cataluña y sobre todo las periferias no disponen de conexión por banda ancha con prestaciones suficientes.
Así no se puede ser competitivo. Así no se puede industrializar el país. Así, perderemos la poca industria que todavía nos queda.
Es ahora cuando se reconocen los errores de una economía basada en la abstracción. Es ahora cuando los manaies de la cosa pública afanan en la recuperación de la actividad transformadora. Quizás es que se han dado cuenta que la Industria es la correa de transmisión de la economía y que actúa como trampolín de oportunidades para los sectores de Servicios..
El mejor que le puede pasar al comercio, a la hostelería, a la actividad cultural, al ámbito de la salud, a las propuestas de deporte y ocio, y también el mejor que le puede pasar a la construcción, es que la Industria entre en erupción, que sea generadora de iniciativas empresariales, torrentera de puestos de trabajo , imán de inversiones, receptora de talento, estímulo para la innovación constante y consumidora de tecnología . Ninguno otro sector económico tiene la capacidad tractora y dinamizadora que tiene la industria..
No podemos pasar por alto, pero, que la actividad industrial pide la conjugación de determinados recursos o palancas de proyección. La lista de estos condicionantes es muy larga y está encabezada por las infraestructuras de telecomunicaciones. Hoy en día, en el dado de la competitividad, la conectividad es el as. Este es el principal handicap con que se encuentra la cruzada, porque uno de los grandes déficits del país es la conectividad..
Buena parte de nuestros polígonos industriales no disponen de cableado de fibra óptica. Las empresas radicadas en estos núcleos ven descabezada su capacidad de competir. Disparo del ombligo metropolitano de Barcelona y alguna otra zona privilegiada del país, el territorio de Cataluña y sobre todo las periferias no disponen de conexión por banda ancha con prestaciones suficientes.
Así no se puede ser competitivo. Así no se puede industrializar el país. Así, perderemos la poca industria que todavía nos queda.
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