Tecnología, fin de la privacitat?

Recientemente he asistido a una sesión de trabajo sobre procesos industriales 4.0 y la creciente presencia de productos y servicios que incorporan algoritmos de inteligencia artificial. La sesión de trabajo con industriales y diseñadores, organizada porel ESDi a raíz de la puesta en marcha de los estudios de smart design, tenía por objetivo debatir sobre las oportunidades que se abrían, en cuanto a diseño y fabricación de productos inteligentes, smart products.

La reunión ha coincidido con la publicación de la encuesta trimestral del coste laboral correspondiente al segundo trimestre del 2016, elaborada por el INE. La encuesta explicaba que el coste laboral había disminuido un 0,1% respecto al segundo trimestre del 2015, situándose en 2.589 euros por trabajador y mes (el salario crecía un 0,1% llegando a los 1.943 euros de media y los altos costes se reducían un 0,6% hasta los 646 euros). Un coste laboral que disminuía en todos los sectores a excepción de la industria, en el que el coste salarial se incrementaba en un 0,4%, llegando a los 2.312 y el coste laboral se situaba en 3.092 euros (aumentando un 0,3%).

La industria un golpe más evidencia su capacidad tractora exportando, generando trabajo cualificado, según las exigencias de la industria 4.0, e incrementando salarios. Un incremento salarial indispensable, que obliga a disponer de un potente sistema productivo intensivo en conocimiento, como se evidencia al comprobar que el salario mínimo en España es de 764 euros de media al mes, mucho más bajo que el de países con un coste de la vida similar, como Francia, y muy lejos de los 1.923 euros al mes de Luxemburgo.

El reto, consecuentemente, es progresar en la vertebración de fábricas inteligentes y seguir avanzando en los procesos de innovación para lograr que los productos de identidad individual, facilitando su traçabilitat y dotarlos de más y mejores capacidades, mercedes a las potencialidades arraigadas en la conectividad, en Internet y en la computación. Objetivo no es otro, por un lado, de diseñar y fabricar smart products, crear espacios smarts y servicios smart y por otro, vertebrar a la vegada un sistema industrial que diseñe y construye las herramientas y los útiles que vertebran la manufactura 4.0.

En la reunión se ha recordado la fábrica de móviles instalada a Dongguan, China, propiedad de la Changying Precision Technology Company, que el año pasado sustituyó el 90% de los trabajadores, más de 500, por robots, en la cadena de ensamblaje, los trabajadores humanos, que ahora trabajan, se dedican a tener cura del correcto funcionamiento de los robots. La visualización de la irrupción de máquinas con un alto grado de precisión trajo a constatar que junto con la automatización de los procesos, cada vez más las fábricas incorporan sistemas, con algoritmos basados en inteligencia artificial, de apoyo a los procesos de innovación, que cooperan con los creativos efectuando investigación de datos, identificando adelantos científicos y tecnológicos disponibles, detectando aquellos que son relevantes y tienen que ser tomados en consideración. También sistemas para apoyar los procesos de venta generando interacciones en las redes sociales, gestionar comunicaciones y aplicando estrategias de marketing y publicidad.

Constatado que la fábrica cada vez es más inteligente y autónoma, quedó palas que el reto a abordar es el diseñar, desarrollar y fabricar objetos que estarán conectados en Internet y que dispondrán de capacidad de computación. Dispositivos, smart products, unos que comunicándose entre ellos configurando redes, vertebrando sistemas más sostenibles y eficientes, otros que mejorarán la interacción de los humanos con el entorno y unos terceros que acontecerán terminales implantados en el mismo coste. Una nueva generación de productos, que sólo el 2020 puede llegar a un volumen de 50.000 millones, según explicó el Instituto de Análisis de Nuevas Tecnologías VEINTE. La reunión avanzó identificando y explicitando características de mobiliario urbano smart, de los wearables destinados a vigilar los datos corporales como la presión, el ritmo cardíaco o la temperatura corporal. Finalizando el debate es centrar como de lejos estábamos de empezar a diseñar dispositivos implantados bajo la piel, biohackables, que combinando informaciones del mismo ser humano e informaciones externas permitan interactuar a distancia con objetos, como por ejemplo bloquear o desbloquear dispositivos. Ciertamente, en los cinco años próximos habrá que reinventar la cotidianidad y los desafíos serán enormes, como lo serán las oportunidades.

Todavía pensante con las oportunidades e implicaciones de los smart products, la periodista Raquel Martínez Rabanal me ha hecho llegar una noticia sobre el prototipo de tatuajes tecnológicos inteligentes creados por la empresa Chaotic Moon conjuntamente con investigadores de San Diego. La noticia explica en detalle estos tipos de tatuajes encaminados a tener cura de la salud monitoritzant la actividad física, también al facilitar la seguridad mediante la geolocalització permanentemente y al mejorar la seguridad en instrumentos de pago, también controlar los mismos dispositivos móviles al ser el Tech Tat un panel táctil, pantalla para mostrar y almacenando información.

El prototipo de Chaotic Moon, primer paso en la implantación subcutánea, me trae a pensar en la necesidad que se regule el uso de este tipo de tecnologías para evitar la pérdida de la intimidad, la privacitat y la libertad, tecnologías que ya se aplican para identificar productos en especial en el textil. Hay que evitar que los humanos acaban siendo un píxel en una pantalla de ordenador. Ciertamente regularlo es complejo, puesto que tiene sobrepasar los Estados y ser de alcance global, ahora bien en esta albada de una nueva época nada es fácil, pero a buen seguro que todo es posible.
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