Hem viscut un segle de domini total de l'automòbil a les ciutats en què la urbanització s'ha organitzat al seu servei | iStock

Movilidad

El que va de la propiedad a la movilidad

Entre el 2035 y el 2040, se dejarán de vender los coches de gasolina y diésel

No sé si será en el 2040 o en el 2050 cuando se conseguirá que los turismos y los vehículos comerciales ligeros no emitan ni gota de CO2. La UE demanda que las emisiones 0 se hayan logrado en la primera fecha, mientras que la Ley de Cambio Climático y Transición Energética española establece los objetivos de la completa descarbonización para el 2050. Lo que sí que podemos estar seguros es que entre el 2035 y el 2040 se dejarán de vender los coches de gasolina y diésel. O eléctricos o nada. Ha sido un siglo de dominio total del automóvil en las ciudades, a la vez que la urbanización se ha realizado a su servicio. Incluso, en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la prosperidad y la competitividad del sector de la automoción permitió acelerar sus conquistas. Ha sido el rey. Ahora está muy cerca de ser destronado: sus empresas ya no lideran los rankings, las fusiones no han acabado y el vehículo de propiedad individual, a pesar de ser el transporte preferido de lejos, empieza a ver cómo los competidores le van mordiendo importantes cuotas del mercado.

La compra del automóvil es todavía la segunda inversión más importante de las familias occidentales. La primera es la vivienda. En diez años, el porcentaje de propietarios de su piso ha bajado en España del 80% a algo más del 75% (INE, 2021). Esta bajada es muy significativa, si tenemos en cuenta que ha sido históricamente líder y ahora ocupa una discreta decimocuarta posición entre los 28 países de la UE. Uno no era nada en esta vida si no podía endeudarse media vida pagando una hipoteca. Ahora bien, este acto consagraba la plenitud de la propiedad y de la vida.

¿Qué pasa con el automóvil? El panorama está cambiando rápidamente también. El gasto de los jóvenes menores de 30 años en un vehículo de propiedad ha pasado del 12% al 7% entre el 2006 y ahora, según un estudio de Anfac del 2020. Otro dato de Uber más estremecedor: mientras el 81% de los baby boomers dispone de carné de conducir, solo el 58% de los de la generación Z, en torno a los 30 años, lo tiene. Adicionalmente, las múltiples fórmulas para utilizar un vehículo sin tener que adquirirlo, con conductor o sin; las VTC a través de aplicación móvil; la mejora de los transportes públicos en el interior de las ciudades y en distancias medianas y largas; las alternativas a otros vehículos con motor o sin –motos, patinetes eléctricos, bicicletas...,- espolean a un cambio radical de hábitos ante el vehículo privado. A todos estos factores, hay que añadir dos. El primero, el coste del vehículo en propiedad, el mantenimiento, el aparcamiento, la energía -sea gasolina convencional o eléctrica-, el seguro, y todos aquellos imprevisibles. Y el segundo, la firma de un compromiso a largo plazo. Por encima de todo esto, planea la demanda social de sostenibilidad que se centra en la conciencia general que este modelo de vida está liquidando el planeta.

Hay una lucha en marcha desde hace un tiempo para sacar el protagonismo absoluto que ha mantenido el vehículo privado. Justo es decir que la covid ha disminuido la ocupación del transporte público y se ha producido una reavivada del sentido de libertad que daría el coche privado. Pero parecería más el canto del cisne que otra cosa.

Uno de cada cuatro vehículos está adquirido por la modalidad renting o leasing

El sharing está ganando terreno. Uno de cada cuatro vehículos está adquirido por la modalidad renting o leasing -en el primer caso, el usuario tiene que volver el vehículo, en el segundo tiene opción de comprar-, y uno de cada tres, si son furgonetas o pick ups. Casi la mitad de los particulares y autónomos adquieren un vehículo mediante esta fórmula. De lo contrario, contemplamos día a día cómo se expanden las compañías de suscripción por periodos más cortos -días, minutos, e incluso segundos- sin necesidad de permanencia, que es lo que gusta a las nuevas generaciones, mayoritarias dentro del cuerpo social. Con una población de 1,6 millones de habitantes, Barcelona tiene 120.000 inscritos en la app Smou y se creen tres millones de operaciones. Por su parte, avanza también el carpooling, compartiendo viajes en coches de particulares. Una encuesta hecha en 17 ciudades dice que el 32% de las mujeres y el 25% de los hombres han compartido el vehículo; entre los millenials, esta proporción llega hasta el 43% (Alfphabet, 2020).

Menos coches

Todo esto conduce a una constatación. La pérdida de exclusividad como vehículo principal y las nuevas formas de compartir reducirán sin duda la producción de vehículos y su peso laboral y social menguará. Aunque los costes de producción se han reducido en los últimos años, Begoña Cristero (KPMG) tiene claro que las nuevas incorporaciones tecnológicas lo permitirán algo más; esto significa que la digitalización producirá una segunda just-in-time, después de la de López de Arriortúa en los 80, que convertirá los hubs actuales en un sistema de microcadenas más cerca de los clientes, con nuevos cambios laborales. ¿Significa que esta reducción de costes se comerá a los concesionarios? KPMG anunciaba hace unas semanas que la mitad habrán desaparecido en cinco años.

KPMG anunciaba hace unas semanas que la mitad de concesionarios habrán desaparecido en cinco años

Hasta que el coche eléctrico y la autonomía de las baterías sean asumibles -así como se reduzcan los sobrecostes- falta poco tiempo; a medida que la gente se anima a estos vehículos, se tendrán que absorber los coches convencionales con fuertes rebajas. El informe Automoción 2020-2040, liderando la Movilidad Sostenible (Anfac, 2020), reivindica el sector diciendo que la posición del sector español es muy buena por la proximidad de la industria auxiliar, la imagen internacional y las condiciones internas y se ofrece para liderar la transformación hacia la movilidad.

Todo el mundo vende movilidad, entendida como menos coches, más fluidez en las ciudades, más protagonismo de las personas, más autonomía de los vehículos, menos huella ecológica, más barato, más smart. Al fin y al cabo, es el único camino posible. Cambio de era. Cambio de liderazgo entre los sectores. Obligación general de reciclaje.