Opinión

Los extremos (no) se tocan

A veces dos noticias juntas se entienden mejor. Whatsapp ha presentado las últimas semanas una batería de novedades para hacernos la vida más fácil y a la vez hacerse todavía más imprescindible. La primera es la esperada funcionalidad de edición de un mensaje enviado. Todos hemos enviado algún mensaje con alguna barbaridad de má y con alguna coma de menos. Ahora tendremos hasta 15 minutos para enmendarlo con una opción de editar, disponible pulsando sobre el mensaje enviado. No os relajéis porque quizás todavía no os lo han activado, que esto va por barrios.

La otra gran novedad es la funcionalidad de protección de conversaciones para que queden fuera de los ojos indiscretos. Más allá de la posibilidad de proteger el acceso a toda la aplicación, WhatsApp ofrece ahora la posibilidad de bloquear conversaciones de manera individual a las cuales solo podréis acceder con código, huella dactilar o por la cara. Las conversaciones irán a parar a una carpeta privada, desaparecerán de la lista y no se mostrarán notificaciones en la pantalla bloqueada. Ideal para parejas. Como la otra funcionalidad,  puede ser que todavía no os haya llegado. Privacidad sobre privacidad sobre privacidad. Me explico.

Los mensajes de WhatsApp viajan encriptados de extremo a extremo, esto es, cuando mandamos un mensaje solo el emisor y el receptor lo pueden ver. Cualquiera que quiera leer el mensaje una vez enviado —la compañía telefónica, los servicios secretos, un hacker o el mismo WhatsApp— no puede. En realidad cuando mandamos un mensaje por WhatsApp no lo enviamos solo, lo enviamos dentro de un tipo de caja digital con una cerradura muy compleja de la que solo hay dos claves. Una la tenéis vosotros y sirve para cerrar la caja (encriptación). La otra la tiene el receptor del mensaje, que es la única persona que puede abrir la caja (desencriptación) y leer el mensaje. WhasApp solo es el repartidor que lleva la caja a destino, y como no tiene la clave, no puede leer el mensaje que contiene.

Ya hace tiempo que sabemos que a los estados, agencias de seguridad y policías varias les pone muy nerviosos no poder acceder a las comunicaciones privadas de la gente

Entendiendo bien cómo funciona la comunicación privada en linea entenderemos mejor su importancia y su función en la base de la pirámide de la privacidad. Viene al pelo porque, según hemos sabido esta semana por una información de Wired, las comunicaciones privadas, como todo aquello que está cerrado con clave, tienen muchos amigos, que es lo mismo que decir muchos enemigos.

Ya hace tiempo que sabemos que a los estados, agencias de seguridad y policías varias les pone muy nerviosos no poder acceder a las comunicaciones privadas de la gente. Hasta hace una década todo era más sencillo. En palabras del CTO de la CIA Gus Hunt en una conferencia pública en el 2013: "La combinación de redes sociales, móviles inteligentes y computación en la nube ha alterado el flujo de información tradicional; de un modelo 'de uno hacia muchos' hemos pasado a un modelo donde los flujos de información son 'muchos hacia muchos'". "Nos gustaba mucho el modelo de uno a muchos, era muy fácil aprovecharse, pero en el modelo actual si bien hay mucho ruido también hay señal". En aquellos tiempos pretéritos la mayor parte de las comunicaciones a la red todavía no viajaba dentro de cajitas.

Hoy el panorama es radicalmente diferente; tecnológicas y usuarios somos más conscientes que nunca del valor de nuestros datos y de la importancia de la privacidad en nuestras comunicaciones. También los estados. Lo sabíamos porque los estados de la UE hace tiempo que lo debaten, pero sobre todo porque se ha filtrado un documento de trabajo de la UE con una encuesta a los estados miembros sobre sus posiciones alrededor de la regulación de la encriptación. Se enmarca en la voluntad de redactar una ley que regule las comunicaciones privadas para luchar contra la difusión de pornografía infantil. Os tengo que confesar que cuando escucho "pornografía infantil", "terrorismo" o "seguridad nacional" se me disparan todas las alarmas, no solo porque sean temas serios que nos afectan a todos, sino porque son los temas que se usan siempre como comodín a la hora de recortar derechos y libertades. Lo vimos con los atentados del 11S y la "guerra global al terror" posterior.

La mayoría de los 20 países de la UE que salen están a favor de alguna forma de monitorizar de los mensajes encriptados

Del documento filtrado se desprende que la mayoría de los 20 países de la UE que salen están a favor de alguna forma de monitorizar los mensajes encriptados. No me sorprende. Tampoco me sorprende que la posición de España sea la más extrema: "Según nuestra opinión, sería deseable impedir legislativamente que los proveedores de servicios con sede en la UE implementaran el cifrado de extremo a extremo".

Més info: El café americano del Parlamento Europeo

Más moderada es la posición holandesa que pide algún tipo de monitorización de los contenidos que puedan ser pornografía infantil, pero en el mismo dispositivo, previo a la encriptación: "Pareciendo a como se detecta el correo basura o los diccionarios de corrección automática en la mayoría de teléfonos actuales". Esto permitiría preservar el sistema de encriptación de extremo a extremo intacto garantizando la privacidad de las comunicaciones. También me gusta mucho la aproximación polaca: "Se tiene que evitar debilitar la encriptación de extremo a extremo", "pero protegerla no quiere decir exponer los niños a amenazas"; padres, tutores o una orden judicial tendrían que poder desencriptar las comunicaciones de los niños.

En cambio. España pide "prohibir por ley los servicios que utilizan la encriptación de extremo a extremo de comunicaciones en el territorio de la Unión", dice que "es imperativo tener acceso a los datos", que "está de acuerdo con que el ámbito se extienda también a las comunicaciones habladas" y que "como propone la delegación Húngara" esto se tendría que extender a imágenes, texto, vídeos o audios. Creo que aquí hay mucho subtexto, mucho más del que tiene que ver con la lucha contra la pornografía infantil y la protección de menores.

Mirémoslo por la parte buena: si se aprueba la ley con los términos que quiere España, nos ahorraremos una pasta en software espía como Pegasus o Candiru.