"Burbuja 2.0? Rotundamente no"

Las cifras de vértigo que genera la economía digital hacen temer un posible estallido del sector, pero los expertos constatan que sus pilares son bastante sólidos

Una burbuja es un globo de aire dentro de un líquido, que por su naturaleza puede hincharse hasta adquirir una medida enorme, y desaparecer del mapa tan sólo con una simple punxadeta. En términos financieros, es la desviación existente entre el valor real de un activo y su cotización. Es decir, una disjuntiva de realidad vs. percepción, con tanta facilidad para hincharse cómo para explotar.

La burbuja inmobiliaria es, sin ir más lejos, la fuente de gran parte de los problemas económicos que sufrimos. Pero hay de más recientes, como por ejemplo la que ha afectado las energías renovables. Y ningún sector es inmune: incluso la producción de jamón serrano ha sido víctima. Se trata de un fenómeno inherente al sistema capitalista y, por lo tanto, muy difícil de evitar que se repita.

El mundo 2.0. centra buena parte de las miradas, tanto por las cifras de vértigo que mueven las grandes empresas digitales cómo, sobre todo, por los precedentes negativos en el mismo sector a principios de la década pasada. Pero los expertos en la materia niegan que haya motivos para la preocupación. "Vivimos una burbuja como la época de las puntcom? Rotundamente no", asegura Carlos Blanco, emprendedor y business angel barcelonés con acreditada experiencia en el ámbito de las nuevas tecnologías.

Cantidades astronómicas
Por qué se pone en entredicho que los pilares de este sector sean realmente sólidos? Por qué se habla de burbuja? Principalmente, por las astronómicas cantidades que algunas de estas grandes corporaciones han pagado para adquirir start-ups tanto penetrantes como incapaces de generar beneficios.

Google compró Youtube, una herramienta creada con una inversión mínima por tres extreballadors de Paypal, por 1.600 millones de dólares. Microsoft se hizo con Skype, por 5.920 millones de dólares. Facebook invirtió 1.000 millones para adquirir Instagram, una de las redes sociales más populares, que cuando fue adquirida era tan sólo una pyme con 13 trabajadores y sin beneficios. Las alarmas se encendieron del todo cuando la compañía de Mark Zuckerberg reventó todos los récords desembutxacant 17.300 millones de euros para quedarse con Whatsapp.

Deuda cero
Son valores desmesurados? Lo parecen, especialmente porque la mayoría de estas adquisiciones son de compañías tremendamente populares, con millones de usuarios... pero que no tienen ingresos. Este es el quid de la cuestión: Instagram, Skype, Youtube o Whatsapp valen el que han costado? O todo ello se está hinchando demasiado? Blanco apaga las llamas: "Las cifras de estas operaciones parecen una locura, pero no lo sueño ". El emprendedor recuerda que Google o Facebook "han hecho estas compras sin endeudarse nada, con el 1% del que tienen en el banco".

Carlos Guerrero, especialista en start-ups y en capital riesgo, se expresa en la misma línea: "Hablamos de empresas que ya generan beneficios y tienen unos ingresos superiores a muchas de las empresas más grandes, por medida, del mundo". Google obtuvo unos ingresos de 59.000 millones de dólares en 2013, y Facebook tiene un valor en bolsa de 126.000 millones.

Los datos, el auténtico valor
Los tótems de Silicon Valley disponen de tanto dinero como quieran para comprar, pero recuperarán la inversión ? Muchos negocios en Internet tienen dificultades para cuadrar las cuentas, puesto que su popularidad no se traduce en facturación. Pero las grandes compañías se miran el producto de otro modo cuando van al mercado. "Instagram o Whatsapp se valoran conforme a otros parámetros, más allá de los habituales" destaca Guerrero. "Google o Facebook no se fijan en cuánto facturan ahora estas empresas, sino en su capacidad de monopolizar un mercado y en sus previsiones de crecimiento en el marco de una economía basada en el conocimiento y la información", añade. Información, recuerda Guerrero, que "ya ha quedado comprobado que se puede monetitzar". Cómo se ha puesto de manifiesto, del big data se puede extraer petróleo, y estas empresas, a través de sus millones de usuarios, son una fuente de datos que no para de brotar.

Casos como la compra de Youtube por parte de Google demuestran que estas operaciones pueden salir bien, a pesar de que a finales de la década pasada parecía condenada al naufragio, después de que el portal de vídeos provocara pérdidas de 470 millones de euros a la casa madre. Pero la firma californiana lo ha enderezado y hoy Youtube ya es una máquina de hacer dinero. Con Skype, Whatsapp o Instagram todavía está para ver.

Un precedente calamitós
Las dudas sobre la sostenibilidad real de estas operaciones y del crecimiento que experimenta la economía digital son difíciles de borrar. No tan sólo porque las dinámicas de presente del sector sean a menudo difícil de descifrar, sino porque el pasado todavía pesa como una losa. Un pasado que se remonta concretamente ahora hace 13 años, a la ya mencionada "crisis de las puntcom" que hizo saltar por los aires todo un entramado de empresas tecnológicas que hasta entonces eran las ostentosas reinas del parqué.

Nasdaq, mercado electrónico de acciones de empresas tecnológicas que se constituyó como rival de Wall Street, superó los 5.000 puntos en 2000. Dos años más tarde, había descendido hasta los 1.114 puntos. Las caídas históricas de Yahoo, Intel o Cisco Systems fueron la punta de lanza de un desfallecimiento brutal que arrasó un sector hinchado como un suflé con los gases del que se conoció como NewEconomy . En lugar de sostenerse en los pilares tradicionales de la fabricación y la industria, esta nueva economía pretendía basarse en la información y el conocimiento, que empleaban Internet como transmisor global. El líquido se imponía al sólido; y si a esto se sumaba la euforia de años de bonanza acumulada, los aludes de inversores de capital riesgo y los aumentos desmesurados del precio de las acciones, el resultado fue la tormenta perfecta. Hasta que hizo "pop". En el Estado español también fue un capítulo vivido intensamente, con el auge y caída Tierra -el portal de Telefónica- como gran protagonista.

Con estos precedentes, es normal pensar que la historia se pueda repetir. "No, es absolutamente falso, quién lo defienda no vivió aquella época", asegura Blanco cuando se le pregunta si la situación actual se asemeja a la burbuja de las puntcom. "Entonces todo se basaba en previsiones y expectativas de futuro, no en realidades. Los negocios se medían en visitas, hoy por facturación y resultados ", destaca el emprendedor.

La expansión de Internet, el pilar más sólido
Blanco también recuerda que a finales de los 90 "Internet era una prometida de futuro, mientras que hoy es una realidad absoluta". Ciertamente, la expansión imparable de Internet es la principal aliada de la economía digital. Hoy en el mundo hay 2.800 millones de usuarios conectados a la red, frente a los 360 millones de 2001. Es decir, que se han multiplicado por 8, y suponen un 39% de la población mundial. Está claro que con estas cifras resulta más sencillo rentabilizar cuentas. Y a pesar de que todavía le queda margen de crecimiento (mucho más en la África, donde sólo un 21% es usuaria, o en Asia, 31%, que en los Estados Unidos, con un 85% de la población conectada) Internet ya es una realidad indisociable de la vida cotidiana de todo tipo de personas en todo el mundo. Aunque sólo sea por eso, los pilares son hoy mucho más sólidos que al inicio del siglo XXI.
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